Ha dicho Erdogan que el golpe de Estado es ‘un regalo de Dios para
limpiar el ejército’. Semejante infamia con la que valora la grave
crisis en la que durante horas ha estado inmersa Turquía revela la
catadura política y moral de un dirigente que lleva años
recortando la democracia y las libertades en su país camino de la
islamización y para asegurarse el poder como si fuera un sultán de los
tiempos pasados.
El golpe contra la ‘democracia vigilada’ de Turquía no era aceptable,
rompió la legalidad y se ha cobrado cerca de 300 muertes y mas de mil
heridos, amén de haber fracturado el país mas de lo que ya lo estaba. Y
creado en el Oriente Próximo otro motivo mas de incertidumbre y una
desestabilización, que por otra parte abre problemas en el seno de la
OTAN y mas inquietud en la UE donde el terrorismo reaparecido en Francia
y el Brexit británico tienen en vilo a Europa cuando aún no hemos
salido de la larga recesión económica y social.
Y buena prueba de que Erdogan –que si ha colaborado con la UE en la
crisis de la inmigración siria- no cuenta con entusiasmo alguno entre
sus aliados atlánticos y europeos se vio en la noche del golpe cuando un
ruidoso silencio se extendió en la OTAN y la UE a la espera de ver si
triunfaban o no los golpistas. Y sólo cuando el presidente Obama (a las
tres de la madrugada europea y cuando la CIA dio fracasado el golpe)
declaró su apoyo a Erdogan fue el momento en el que los portavoces
atlánticos y europeos se fueron sumando a favor del presidente turco.
Hechos estos muy importantes que Erdogan debería tener en cuenta a la
hora de tomar sus anunciadas implacables represalias en contra de los
golpistas y de sus adversarios políticos (se han detenido a 3.000
militares y destituido o arrestado a jueces y dirigentes políticos), a
los que piensa fulminar aumentando su trayectoria represiva que sin duda
está en el origen del fallido golpe, por anti anticonstitucional que
sea.
La reconciliación nacional y la recuperación de las libertades plenas
(los medios de comunicación han sido censurados por Erdogan) deben ser
los objetivos de la acción del gobierno turco tras la intentona de los
golpistas y no, al contrario, el aumento de la represión política,
militar y judicial recortando mas el campo de la democracia que Erdogan
había estrechado en su propio beneficio para eternizarse en el poder
como un antiguo sultán.
(*) Periodista
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