Ciudadanos ha sido claro: los imputados del PP han de dimitir como
condición previa para que este partido preste su apoyo a candidatos
populares o para sentarse a negociar con ese fin. Cámara, el alcalde
saliente ha dado la vuelta a la exigencia de Ciudadanos: dimitirá cuando
este partido facilite la proclamación de Ballesta como nuevo alcalde de
Murcia, no antes de que ésta se produzca.
El documento firmado por Pedro Antonio Sánchez, en nombre del PP, y
Miguel Sánchez, en el de Ciudadanos, es papel mojado a la hora en que se
constituyen los Ayuntamientos, pues no se ha cumplido en la práctica el
primer punto del mismo, que aludía a la necesidad de la dimisión previa
de los imputados. Ciudadanos podría haber interpretado que ha sido
envuelto en una maniobra en un intento de soslayar el condicionante
principal para facilitar los Gobiernos municipales y las negociaciones
para la Mesa de la Asamblea y el Gobierno regional.
Cabe entender que la
voluntad de Pedro Antonio es sincera, pero las tensiones internas en su
partido le están jugando malas pasadas. Ciudadanos ha debido apelar a
su propio espíritu de comprensión para no dificultar las cosas al PP,
aun a sabiendas de que Cámara los ha retado: dimitirá, sí, pero
formalizando el gesto cuando el partido de Miguel Sánchez haga posible
los Gobiernos del PP que está en sus manos facilitar. Aun así,
Ciudadanos se abstiene para que gobierne José Ballesta, “aunque el
cuerpo nos pide no hacerlo, pero hemos de mostrar mayor responsabilidad
que el PP”, asegura Mario Gómez, quien será el portavoz municipal de
Murcia.
Frente a ese autoproclamado ‘ejercicio de responsabilidad’ de
Ciudadanos y en contra de lo anunciado por él mismo, Cámara ha elevado
al límite los problemas de su partido para gobernar en el municipio de
Murcia, anteponiendo sus condiciones a las del partido que dispone de la
llave. Entre otros, envía el mensaje de que no se fía de Ciudadanos,
pero ¿tendría que fiarse Ciudadanos de la palabra de un político
imputado por corrupción, cuya dimisión, en cualquier caso, debería
producirse en pocas fechas, en cuanto sea reclamado al banquillo?
La actitud de Cámara es, por otra parte, reveladora. Su dimisión
condicionada, remitida por email a Valcárcel y plagada de faltas
ortográficas, no fue trasladada, ni por él ni por su partido, a los
medios de comunicación, lo que abunda en el desprecio a la opinión
pública en un asunto de indudable interés general. El partido sigue
siendo para algunos un club privado ajeno a la sociedad, en el que se
refugian, cuando ya no pueden hacerlo en las instituciones, de las
consecuencias de sus actuaciones políticas. Hasta para dimitir hay que
tener clase, ha dicho el líder de Ciudadanos. Exacto.
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