¿Teme Valcárcel que le salga un contradictor? / José Antonio Martínez-Abarca

Me contaba la autoridad portuaria de Cartagena, Adrián Ángel Viudes, hará sus buenos quince años, la anécdota de aquel conferenciante cuyo nombre no recuerdo que hablaba en público y precisamente uno del público se levantó: “¿Cuando va a haber turno para la disensión?”. “Siéntese, por favor, que al final de mi exposición habrá oportunidad para que disienta quien lo desee”.

Seguía la conferencia. “¡Disensión, disensión!”, volvía a exclamar el mismo tipo otra vez poniéndose en pie. “Vuelve a insistir el mismo caballero. Como quiera. Le doy el turno de preguntas para que usted nos diga en qué disiente”. Y el debelador gritó a voz en cuello: “Hijo de puta”. A lo que el orador, desde el estrado, sin mover un músculo de la cara, respondió con toda la calma del mundo: “No divague usted, hágame el favor. Vaya usted a la disensión concreta, vaya”.

El presidente regional Ramón Luis Valcárcel debe temer que le salga un contradictor de éstos cuando él esté hablando en la tribuna en el enésimo congreso de aclamación del PP regional, cuyo advenimiento se espera para últimos de octubre.

El presidente Valcárcel no quiere por lo visto que le salga un incontrolado mientras él está en medio de su exposición diciendo aquello de “tenemos un partido más unido que nunca” y se escuche entre el gallinero: “¡disensión, disensión!”.

Porque de otra forma no me explico que todo el mundo dé por buena la norma no escrita de que hasta que no se celebre el congreso regional del PP no habrá crisis de Gobierno valcarceliano. Pero, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? ¿Es que acaso depende el Gobierno de lo que ocurra en el partido, tomando los peores vicios del PSOE? ¿Teme el líder regional que algún consejero cesado le reviente el congreso unánime y le griten, cuando habla de Murcia, lo que a Aznar desde las pajareras del Congreso con lo de la Guerra de Irak, “Viva Francia”?

Como no creo que ocurra nada de eso, porque ha habido congresos regionales del PP en que teóricamente a Valcárcel se le podía presentar algún herido reciente y puede que hasta algún muerto a dar la nota (y no fue así), la única explicación plausible que se me ocurre es que si por Valcárcel fuera no habría ninguna crisis de Gobierno, que el cuerpo no le pide hacerla, y la va demorando hasta que los consejeros se le caigan solos del árbol, como la fruta madura, sin su intervención directa si ello fuera posible, que no lo es salvo imponderable.

Cuando no es por el verano es porque estamos en plena feria, y cuando no, porque hay congreso, sin perder de vista las navidades (y antes, el Tenorio). Nunca es buen día para hacer una crisis de Gobierno, lo que da pie a que algunos consejeros ya le pregunten a Valcárcel lo que los apóstoles a Jesucristo: “¿acaso seré yo, maestro?”.

En realidad, ya se puede adelantar que el congreso regional del PP será lo que le hubiese gustado a Mariano Rajoy que fuese el suyo, y no fue: Valcárcel no va a tener un Aznar que, apoyándole en la forma, le haga una reparandoria a toda su estrategia política en el fondo, y no tan en el fondo.

Me atrevería a decir que, incluso en el caso de que Valcárcel coja la víspera y elimine todas las consejerías, decrete la economía de guerra e imponga la cartilla de racionamiento para ex altos cargos sin empleo conocido, será igualmente un congreso/spa, provisto de baños de masas con aplausoterapia y corbatómetro que mida la presión sanguínea de los que disentirán de la política regional para el cuello de su camisa y ya en casa.

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