lunes, 12 de noviembre de 2007

Hugo Chávez pone en tela de juicio el talante democrático del Rey Juan Carlos

MADRID.- Hugo Chávez abrió desde Santiago de Chile una crisis con España al involucrar a Don Juan Carlos en el golpe que intentó derrocarle en el año 2002 y calificar al líder de la oposición, Mariano Rajoy, de excremento, según el digital "Hechos de Hoy".

Hugo Chávez aprovechó su estancia en Santiago de Chile tras la clausura de la XVII Cumbre Iberoamericana para, ya sin la presencia del Rey, elevar el tono de sus críticas a España abriendo así una crisis diplomática pese a los intentos de José Luis Rodríguez Zapatero de minimizar estos sucesos.

En el PP se considera extremadamente grave lo dicho en las últimas horas contra Su Majestad el Rey, un asunto sobre el que se espera una reacción del presidente del Gobierno. De esta forma a la tensión suscitada con Marruecos se añade ahora la crisis con Venezuela mientras el papel de Miguel Ángel Moratinos se oscurece en el Gobierno.

Hugo Chávez, tras comprobar el éxito e impacto en los medios internacionales -uno de los vídeos más vistos en Internet- pasó a un nuevo ataque exigiendo "compostura" al Rey, reprochándole su "furia" y retándole a demostrar que no conocía el golpe de Estado en Venezuela de 2002. "Al Rey lo tuvieron que agarrar y se puso muy bravo, como un toro... yo no soy muy torero, pero olé", dijo en tono burlón.

Igualmente reaccionó con extrema crudeza contra Mariano Rajoy por calificar la relación de José Luis Rodríguez Zapatero con él de amistades peligrosas en una declaraciones a periodistas transmitidas por la televisión estatal venezolana.

Lo primero que intentó hacer Hugo Chávez es cambiar la versión de lo sucedido señalando que él contestó en seguida "¿Por qué no te callas tú, Rey?" diciendo que eso no se recogió. Asimismo dijo, tras partir el Rey de Santiago de Chile que "nosotros tenemos 500 años aquí, en silencio", a la vez que mostró su sorpresa por "esa furia de Su Majestad, un hombre maduro".

Califica a Rajoy de excremento

"Yo no quiero estar chocando con España", dijo Hugo Chávez pero señaló que el Rey no podía molestarse por sus palabras. "Yo estaba hablando de historia universal", dijo, rememorando la conquista española. "Vi las imágenes y dije: ¿Cometí algún error?. No; la conclusión mía es que no, ellos cometieron varios errores. Me siento feliz. Infeliz si no lo hubiera hecho", declaró. Además, lamentó que el Rey lo mandara callar porque "un jefe de Estado debe tratar siempre de mantener la compostura".

Sobre el líder de la oposición, el presidente del PP, Mariano Rajoy, señaló que "yo ando volando. No como las moscas, que se paran en el excremento". "No tengo nada que responder al excremento", señaló. Asimismo, reiteró que el ex presidente del Gobierno español José María Aznar "destila fascismo, él se cree el rey del mundo".

El Rey sabía del golpe, acusa Chávez

Además, Hugo Chávez emplazó a Don Juan Carlos a explicar si estaba al tanto de la trama que lo desplazó del poder en 2002. "En el 2002 era el mismo Rey, no era el mismo presidente, era el mismo Rey. Ahora me pregunto en este momento, será que el Rey sabía del golpe contra mí en el 2002 y por eso se enfurece cuando digo que Aznar apoyó el golpe. Ahora me hago la reflexión", dijo, agregando que "es el Rey el que dirige la política exterior de España, no es el presidente del Gobierno".

"La pregunta que me hago es, bien bueno que responda el Rey de España, señor Rey, responda, sabía usted del golpe de estado contra Venezuela, contra el gobierno democrático, legítimo de Venezuela el 2002. Porque es muy difícil pensar que el embajador español va a estar en palacio apoyando a los golpistas sin autorización de Su Majestad". Hugo Chávez aseveró que el entoces embajador de España en Caracas, Manuel Viturro, conocía la conspiración para derrocarle.

"Yo quisiera que las relaciones siguieran iguales, pero eso dependerá de España", dijo. "Le dije a mi canciller (Maduro): habla con el canciller español (Moratinos) para aclarar esto, yo no quiero estar chocando con España. Me sorprende porque no estoy haciendo referencia alguna al actual gobierno español".

Sobre la presunta molestia de Michelle Bachelet, Hugo Chávez indicó que tal molestia no se le ha sido comunicada. "No tengo ninguna referencia que se haya molestado y desde el punto de vista racional creo que no hay ninguna razón para que nadie se moleste. Si soy el anfitrión de una cumbre donde se da el debate entre dos gobiernos no tengo por qué molestarme, ella misma lo dijo ayer".

En el análisis del PP se dice que lo sucedido muestra como Hugo Chávez, con los aplausos como palmeros de Evo Morales y Daniel Ortega asumió el liderazgo de una izquierda populista y antisistema. Hugo Chávez, a su discurso antiimperialista ha sumado ahora el que culpa a España y a las empresas españolas de la pobreza donde gobiernan.

Pero para Michelle Bachelet y Luiz Inácio Lula da Silva, los líderes de una izquierda socialdemócrata, el discurso es bien diferente. José Luis Rodríguez Zapatero debe elegir entre qué dos sillas quiere sentarse. Para el PP es la cuestión abierta tras esta cumbre borrascosa en Santiago de Chile.

En la versión de "El Mundo" se dice, además, que "Chávez recordó que el entonces embajador español, Manuel Viturro, entró junto a su homólogo estadounidense, Charles Shapiro, con el "pecho afuera y muy sonreídos", a la sede presidencial de Miraflores cuando él se encontraba preso.

Y dictaminó: "Es muy difícil pensar que el embajador español va a estar en palacio (de Miraflores) apoyando a los golpistas sin autorización de su majestad, ya que él dirige la política exterior. Ahora yo entiendo la furia del rey". Vestido con su habitual camisa roja, Chávez comentó que no vio levantarse de la mesa a Juan Carlos I durante la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, y que ese capítulo se lo relataron sus asesores.

"Me dijeron que algunos funcionarios españoles le agarraron del brazo, porque él es fornido, alto. Se puso como un toro bravío… si él se para (levanta), yo no soy torero, pero ¡olé!", dijo. El mandatario venezolano aseguró que tampoco escuchó la intervención de Juan Carlos I.

'Nunca nos callaremos y mucho menos a la voz de un monarca'

Chávez también parafraseó al Rey, ante un grupo de decenas de periodistas que cubrían sus últimas horas en Santiago de Chile, y se preguntó: "¿Por qué no te callas?". "Ante esa pregunta, señor rey, yo le digo lo siguiente: tenemos quinientos años aquí, nunca nos callaremos y mucho menos a la voz de un monarca", dijo el líder bolivariano.

El mandatario venezolano afirmó que "si esto daña las relaciones (entre Venezuela y España), la culpa no es mía. Yo en ningún momento me referí al gobierno de España, pero sí me referí a un ex presidente de España".

El presidente venezolano "espera" que las controversias levantadas con el Rey, no dañe el diálogo entre ambos países porque "cuando se dañan estas relaciones afecta" en otros ámbitos. "España tiene bancos en Venezuela, los hemos respetado. Tienen muchas empresas que compraron durante la época de privatización y muchas inversiones", recordó.

De todas formas, Chávez instruyó al canciller venezolano, Nicolás Maduro, a dialogar con su homólogo español "para evitar una escalada" diplomática.

El presidente venezolano "se sorprendió a la enésima potencia" por la reacción del presidente Zapatero en la última sesión de la Cumbre. "¡Qué inocente, yo!", dilucidó Chávez. "Si es el Rey el que dirige la política exterior de España, y no el presidente del gobierno".

Chávez explicó que después de llamar "fascista" a Aznar al principio de la Cumbre, almorzó esa misma tarde "lado con lado" con Zapatero. Durante la sobremesa de más de dos horas, Chávez explicó que Zapatero "no me dijo malestar ninguno" por los calificativos al ex presidente español ni por su postura en la reunión de Jefes de Estado".

www.hechosdehoy.com /www.elmundo.es


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Manuel Viturro de la Torre es un antiguo matón que formaba parte de los comandos ejemplarizantes del grupo policial franquista Defensa Universitaria. Hijo de diplomático del franquismo, fracasó en todas las pruebas de la Escuela Diplomática, donde entró con el alto apoyo del clan gallego, encabezado por Fraga y Rosón. Al parecer, tiene una foto de Franco en su despacho en Caracas, como lo ha tenido en Madrid y en sus anteriores destinos. Perú, Bolivia (donde Hugo Bánzer le concedió una medalla), Ecuador y, posteriormente, asumió la representación de España en Trinidad y Tobago (nombrado el 26/10/2001), Surinam (nombrado el 30/11/2001) y Guyana (nombrado el 21/12/2001). Manuel Viturro fue nombrado embajador en Venezuela el 23 de febrero de 2002.
(Investigación de IU)

Anónimo dijo...

Dejando a un lado las pasiones y el sentido de pertenencia y tratando de abordar con sensatez y objetividad los hechos sin "descalificaciones personales", lejos de la frivolización y abandonando cualquier comentario "gracioso" y "anecdótico" de lo ocurrido, considero que deben realizarse las siguientes valoraciones:

1.º Que el Gobierno de Aznar apoyara el golpe de estado del 11-04-2002 no es ningún secreto para nadie, pues ya quedó sobradamente claro en la intervención del ministro Moratinos en su comparecencia en el Parlamento Español. Del relato de hechos llevados a cabo por el actual ministro pudieron ser conocidas las acciones emprendidas por nuestro Gobierno tanto desde su posición como tal, como de aquella otra que entonces ocupaba desde la Presidencia de la Unión Europea respecto al reconocimiento del nuevo sistema político que nacería del golpe de estado llevado a cabo en Venezuela por el golpista Pedro Carmona y que el embajador español en Venezuela Manuel Viturro cumpliendo órdenes, acudió raudo a entrevistarse con el mismo para articular y favorecer su reconocimiento internacional; ello a sabiendas de que el futuro gobierno designado en Venezuela no saldría de unas elecciones democráticas, sino de un golpe de estado. En aquel momento, el gobierno de Aznar no instigó dicho golpe de estado, pero sí lo legitimó. Ello puso en "serio entredicho" a nuestro país, nuestro modelo de fomento de democracia parlamentaria, el papel de la Monarquía que no adoptó actitud alguna ni por activa ni por pasiva ante tales hechos y el respeto y tradición de España en su actitud con los países hermanos de Latinoamérica.

2.º Que esta cuestión ya fue en su momento planteada por el Presidente Chávez en su visita a España en noviembre-2.004 y en la que afirmó textualmente que ello "fue un gravísimo error del anterior gobierno" y que "estaba seguro de que el pueblo español, las instituciones democráticas y el Rey son buenos amigos de Venezuela", restando importancia al tema al señalar que "se trata de algo del pasado" y de que "estamos en un nuevo momento de amistad y cooperación en el presente y vamos a un futuro de integración y compromiso". Fue en ese momento el Presidente Chávez quien dió por zanjada la cuestión tras la atención dispensada a su persona por el Presidente Zapatero y el nuevo gobierno español, quienes dieron sobradas muestras de rectificación.

3.º Que la actitud del Presidente Chaves de “volver sobre el tema” cuando ello ya había quedado resuelto, no constituye sino un gran error diplomático, máxime si ha de ser asimismo tenido en cuenta que la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile no es precisamente el escenario adecuado para resolver este tipo de cuestiones y puede resultar perjudicial en la contribución española al escenario económico de Latinoamérica.

4.º Respecto a la actitud del Rey, ésta no puede ser aprobada en modo alguno porque su intervención no contribuyó precisamente a la concordia de las relaciones que han de primar entre los países reunidos en la Cumbre, ni adecuada su actitud de mandar callar al presidente Chaves, ni su posterior actitud de abandonar la reunión en el transcurso de la intervención del presidente Ortega de Nicaragua. Si la presencia del Rey de España podría haber resultado de gran utilidad para la imagen de España en su relación con estos países, finalmente ha resultado todo lo contrario al propiciar con su actitud un debate sobre el papel de nuestro país que nada nos beneficia.

5.º Que resulta anecdótico y gracioso, sí es verdad; pero si tenemos que tomar verdaderamente en serio lo que ello conllevará para España en las semanas y meses venideros; la verdad, maldita la gracia que tiene.

Anónimo dijo...

Esta mañana en la 7:

Inmaculada García, fiel reflejo del estado de ánimo del Presidente del ejecutivo murciano, adolece de un "cansino optimismo plagado de victimismo". Es decir, las previsiones son buenas, este es el discurso, hay que seguir vendiendo crecimiento; pero si vivimos una etapa de recesión económica y la economía doméstica es cada vez más morosa, la culpa la tiene ZP y/o Chávez. Este último sería el responsable no sólo de que las empresas españolas pierdan tantos beneficios, sino de que abandonen dichos países. La amenaza siempre está ahí. "El dinero es muy miedoso", repite una y otra vez.

No ha podido resolver la gran contradicción entre la bonanza económica y la crisis que afecta a tantas familias murcianas por la subida de los tipos de interés en las hipotecas, el alza desmesurada de los precios de productos básicos o los bajos salarios en la Región. En los debates de la 7 aseguraba esta mañana que Valcárcel acabará la legislatura...

Sin proyecto de futuro y credibilidad para el PPRM, la única esperanza es un cambio de gobierno en Madrid. Rajoy es la receta mágica.

Elena

Anónimo dijo...

Querido Aznar: Quien siembra vientos, con su irresponsabilidad, recoge tempestades!!

Anónimo dijo...

¿No será todo un montaje para neutralizar a Aznar en su beligerancia de los últimos meses contra la Monarquía y el Rey?
Peores escenificaciones he visto de espontaneidad calculada. No creamos todo lo que vemos. En política cabe todo.Todo.

Anónimo dijo...

Editorial, LA JORNADA MEXICO
España: injerencias no explicadas

Tras la agitación en la clausura de la Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile, en la que el rey de España, Juan Carlos de Borbón, intentó callar con malas maneras al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, es preciso ir más allá de los encontronazos verbales y ver que detrás de ellos hay un redimensionamiento inexorable de la presencia española –política, diplomática y económica– en nuestro hemisferio.

Por principio de cuentas, sería necio desconocer que, tras la muerte de Franco, la antigua metrópoli desempeñó un papel positivo en América Latina, asolada entonces por sangrientas dictaduras militares alentadas desde Washington. Durante los años 80 del siglo pasado, España fue, junto con Francia, un contrapeso –pequeño y a veces tímido, pero siempre reconfortante– a los intereses hegemónicos de Estados Unidos en la región y tierra de asilo para opositores perseguidos.

En la década siguiente, conforme se colapsaban los regímenes militares en este lado del Atlántico y las nacientes democracias enfrentaban los saldos de desastre, se produjo una notable expansión de las inversiones peninsulares en América Latina. El flujo de capitales correspondiente resultó importante para la recuperación de economías devastadas por la crisis de la deuda externa.

El avance de la integración española a la Europa comunitaria y la llegada de los posfranquistas del Partido Popular (PP) a La Moncloa implicó un realineamiento de la percepción de Latinoamérica en los órganos del Estado español. Desaparecieron los matices que diferenciaban a Madrid de Washington y los países de este hemisferio dejaron de ser vistos como parte de un universo idiomático y cultural común para ser considerados mercados, en los cuales era preciso aplicar las normas de rapiña y depredación características del modelo globalizador en curso. A medida que las economías salían del amargo trance de fin de siglo, de este lado del mar se cayó en la cuenta que las trasnacionales españolas, ya por entonces con fuerte presencia regional, no eran menos voraces ni menos implacables que las estadunidenses.

La rapacidad de las grandes corporaciones peninsulares –especialmente las que tienen intereses en los sectores hídricos y energéticos– les ha generado conflictos de diversos grados con gobiernos de Argentina, Bolivia y con las sociedades de casi todos los países en los que tienen presencia.

Ante el surgimiento de gobiernos latinoamericanos con propuestas económicas alternativas al Consenso de Washington y con políticas exteriores independientes, el gobierno que encabezaba José María Aznar emprendió una política de abierta injerencia para favorecer a las fuerzas derechistas de este lado del Atlántico. En el encuentro de anteayer, el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, dio cuenta de cómo, ya en tiempos de Rodríguez Zapatero, en la embajada de España en Managua se conspiró para impedir el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional, lo que generó por segunda vez la ira del jefe del Estado español, quien abandonó con rudeza la sesión.

Ayer Chávez recordó que el gobierno de Aznar participó en la conjura que desembocó en el fallido golpe de Estado de 2002, que por un par de días alejó al presidente venezolano del poder. El ex jefe del gobierno español buscó, además, inducir a varios países latinoamericanos –con especial énfasis México y Chile– a la catastrófica y criminal aventura bélica de Estados Unidos en Irak (y antes en Afganistán), faltando con ello al elemental respeto a las soberanías nacionales y a las facultades exclusivas de cada país de fijar su política exterior.

No hay que equivocarse: no es que Chávez u Ortega le hayan colmado la paciencia al rey de España, es que algunos gobiernos de este hemisferio han sido demasiado pacientes ante el intervencionismo español.

Ahora resulta fácil imputar al cavernario Aznar las responsabilidades por estos actos hostiles, inadmisibles y contrarios a la legalidad internacional; sin embargo, el ahora destemplado Juan Carlos de Borbón, en su calidad de jefe de Estado y responsable máximo de la política exterior de su país, no puede eludir su responsabilidad en las tropelías cometidas por el gobernante defenestrado luego de los atentados del 11 de marzo de 2004 en los trenes de Madrid.

Las autoridades españolas le deben una explicación a los gobiernos y pueblos de Venezuela y Nicaragua, deuda que posiblemente se quedará pendiente por tiempo indefinido, habida cuenta de la arrogancia y el desdén hacia América Latina que imperan en las altas esferas políticas de Madrid.