sábado, 27 de octubre de 2007

Y después del ladrillo, ¿qué? / Manuel Tovar Arce

El reciente premio Nobel de la Paz, Al Gore, que no fue presidente de Estados Unidos por el pucherazo del Estado de Florida perpetrado por el hermano del actual, acaba de publicar un libro, El ataque contra la razón en la Editorial Destino, en el que, entre otros asuntos, caracteriza uno de los más serios problemas de su país ya que afecta al núcleo de la democracia política y económica. Lo formula en estos términos: “Si el dinero y el engaño corrompen el proceso de razonamiento, el consentimiento de los gobernados se basa en premisas falsas, y cualquier poder derivado de esa manera es falso e injusto”.

También hace muy poco, Alan Greespan, que fue Presidente de la Reserva Federal de EE.UU., una de las instituciones financieras más poderosas del planeta; ponía un ejemplo práctico de la teoría de su compatriota Gore. Lo recoge en las Memorias que acaba de publicar, en las que sostiene que la guerra de Irak se hizo por el petróleo: por controlar uno de los yacimientos más importantes de la Tierra, por extraer más y por abaratar el precio. Lo conseguido hasta ahora es justo lo contrario en todos los aspectos y para ello han tenido que morir casi un millón de personas, se ha destrozado un país y hay serios riesgos de guerra generalizada en esa región del mundo.

La derecha que nos ha tocado en desgracia en la Región utiliza un argumentario político similar al de la que puso en marcha esa maquinaria de locura, dentro y fuera de EE.UU, (por cierto, ¿Cuándo van a pedir perdón por lo de Irak?), y unas creencias económicas que están produciendo similares estragos. Una parte de los actuales problemas de las economías más desarrolladas, financieros y reales, tienen su origen en el sector inmobiliario de EE.UU., cuya estrategia de crecimiento ha inspirado a políticos, financieros y especuladores locales, que no han ido más lejos, no por falta de ganas sino porque el marco institucional en el que nos movemos no les ha dejado.

Cabe preguntarse ya qué coste vamos a pagar los murcianos cuando pasen factura algunos de los despropósitos sobre los que se ha orientado la actividad productiva en la Región, deformando deliberadamente la realidad con el único propósito de mantener el poder político.

Si algo deja claro los datos que se detallan más arriba, es que la economía murciana debe su crecimiento de los últimos siete años en buena medida al sector de la construcción y dentro de él a la construcción residencial. El sector ha crecido a una tasa promedio anual de 6,5 puntos porcentuales, muy por encima de cualquiera de los sectores que tienen una evolución positiva, y con ese incremento también han aumentado los costes que lleva asociado el sector, que son bastantes.

Por ejemplo, es un sector demandante de mano de obra de baja cualificación y con una potente tendencia a la descualificación. En el último quinquenio los contratos a trabajadores extranjeros en el sector han pasado del 5% al 35% del total, ejerciendo un potente efecto llamada sobre los inmigrantes. Este es el verdadero efecto llamada: el que habla de la posibilidad de encontrar un empleo en un determinado lugar y una actividad concreta. Como se sabe, los trabajadores extranjeros son más vulnerables que los nacionales y más propensos a aceptar puestos de trabajo por debajo de su cualificación real.

Pero también es un sector en buena medida responsable del estancamiento de la productividad de toda la economía, ya que la suya propia tiende a reducirse en los últimos años. Se crea mucho empleo, pero cada uno genera menos valor de lo que lo hace en la industria o los servicios. Si la estrategia ladrillera se llevase a sus últimas consecuencias podría ser éste un lugar muy atractivo para todos los trabajadores extranjeros y los autóctonos menos cualificados, pero todos seríamos más pobres.

La construcción es el sector en el que las mujeres ocupan el 5% del total de los puestos de trabajo existentes. Es por ello el sector que mejor expresa la segregación laboral y el que más intensamente práctica algunos aspectos de la discriminación laboral entre hombre y mujeres. A todas luces no parece el sector más adecuado para basar en él una estrategia de desarrollo.

A los costes individuales y sociales comentados hay que añadir su alta siniestralidad, su alto porcentaje de temporalidad y su excesiva propensión a manejar dinero negro, en todas las fases del proceso de producción.

Seguramente también tendrá beneficios, pero serán sobre todo privados y adquiridos a un coste social que ya es insoportable. Y tenderá a serlo más.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Felipe González y la esposa de Valcárcel, de lo más impertinentes...

En Informe Semanal Felipe González arremete contra ZP cuestionando la ley de memoria histórica y diciendo que "Maragall no se hubiera atrevido a presentarle a él el nuevo Estatuto catalán"... ¡Qué torpeza expresidente!

Por eso me ha divertido mucho más leer la entrevista Impertinente a Charo Cruz, la esposa de Valcárcel

«No es el laúd lo que me toca mi marido, sino la guitarra. Y lo hace muy bien»
Charo Cruz, funcionaria y esposa de Valcárcel, respondió en Punto Radio a las impertinencias de García Martínez «Yo no parto el bacalao en mi casa» «Nunca he pensado en ir por ahí en plan de primera dama» Ha dibujado un croquis para poder encontrar los zapatos
27.10.2007 -
LA VERDAD

«No es el laúd lo que me toca mi marido, sino la guitarra. Y lo hace muy bien»

BAILAR. A Charo le hacía ilusión ser bailarina de ballet, pero clásico, no de la compañía de Colsada. MARTÍNEZ BUESO

-Usted dice que don Carlos, su suegro, es estupendo.

-¿Hombre! Es maravilloso.

-Y usted desea imitar la cosas buenas que hace, ¿no?

-Sí. Más que imitarlo, me gustaría ser como él.

-Cuando él estuvo aquí, nos atizamos la botella de vino entera entre los dos.

-Bueno, pues lo podemos intentar.

-Me han dicho que la pasión de su vida es Ramón Luis.

-Sí, mi marido es mi pasión. Lo quiero muchísimo. Nos conocimos de niños, hemos convivido y participado en todo en esta vida. Y seguimos así, con mucha ilusión. Salimos juntos incluso para comprar una sartén. [El caso es que se le nota sincera]

-¿Y no está ya hasta el gorro de que su marido ande en política tantos años?

-A mí me gustaría tenerlo más conmigo y disfutar más de él. Pero pienso que esta es una época de nuestra vida que tenemos que llevarla como mejor se pueda. Y creo que está haciendo su labor muy bien.

-¿Y no sabe cuándo va a disfrutarlo más? Porque, si diera aquí ese dato, imagine la que se liaba en Murcia.

-¿Madre mía! ¿Ya quisiera yo saberlo!

-¿Qué es lo que más le agrada y lo que menos de ser primera dama?

-Yo es que nunca he pensado en ir como primera dama. Yo voy como mujer de Ramón Luis. Por eso no me he planteado lo que me gusta y lo que no me gusta.

-¿Hay algo que le gustaría hacer y que no puede por ser su marido quien es?

-[Lo piensa unos segundos] Pues no. Yo no soy de nadie. Soy mía. Nosotros lo que hemos intentado, al llevar esta vida tan complicada, es tener también vida privada. Al tener menos tiempo, nuestro disfrute es como más concentrado.

-¿Y por qué sus padres pidieron permiso al Papa para casarse ?

-¿Ah! Porque mis padres eran primos hermanos.

-Su marido y usted no se tocan nada, ¿verdad?

-Nada, nada. En absoluto.

-Bueno. Él a usted le toca el laúd, no me diga que no.

-[Se ríe de muy buena gana] Digo que no nos tocamos de parentesco. Pero no es el laúd, sino la guitarra. Y lo hace muy bien.

-Joder. Siempre me equivoco de instrumento. Otra vez le adjudiqué la mandolina.

-[Con paciencia] ¿Noooo! La guitarra. Toca con suavidad para no molestar al vecino.

-¿Y le toca a usted sola o están los chiquillos allí?

-[Con cachondeo] ¿Estamos todos!

-Su madre, Paquita, partía el bacalao en su casa. Y usted, en la suya, lo mismo.

-No. Nos repartimos el trabajo. [Se le nota que quiere dar una explicación más o menos así, pero García no le deja]

-Bueno, bueno. Usted sabrá. En los actos oficiales parece una mosquita muerta.

-A mí es que no me gusta destacar. Yo soy la mujer del Presidente, pero no la Presidenta.

-¿No le aburren los actos oficiales?

-A veces te cansan, claro.

-Usted se chupa, cada cuatro años, el discurso de investidura, que es tremendo...

-Me lo chupo, sí. Entero. Y, además, me encanta.

-¿Y el día antes también se lo recita en casa?

-[Con cara de susto] ¿Ay, no!

-Es tan ordenada, que ha hecho un croquis para encontrar los zapatos en casa?

-Sí. Me gusta todo muy ordenado. Yo voy anotando: los de color negro, los de color blanco... [Se parte de risa] Y hago un índice. [García sospecha que se está quedando con él]

-Usted no tendrá más zapatos que la Imelda Marcos...

-No. ¿Ya quisiera yo!

-¿Le da consejos políticos a su Ramón Luis?

-Más que consejos, a veces, en las cosas que surgen, doy mi opinión.

-Las malas lenguas dicen que quita y pone consejeros.

-¿No, por Dios! ¿Qué cosas!

-Si digo la palabra Saura, ¿qué es lo primero que se le viene a cabeza?

-Que es un político de la oposición.

-Usted fue secretaria de Hernández Ros y de Collado. ¿Cómo es Andrés?

-Yo lo aprecio mucho. Es una buena persona. Y muy humano. Teníamos muy buen trato.

[García le advierte: "Como siga usted bebiendo el mismo vino que hasta ahora, la botella nos va a durar hasta el Juicio Final"]

-Venga, brindemos.

-Usted era muy bailona y animada en los guateques. ¿Y su entonces novio?

-No. A él no le gusta nada el baile.

-¿Y qué hacía el tío en el guateque?

-Pues estar sentado.

-Pero no era lo que se dice un soso sexual...

-¿No, hombre, no! Soso sexual, no. Sólo en el baile.

[Ahora le entra la risa tonta]

-¿Qué es lo mejor y lo peor de Ramón Luis?

-Lo mejor, que es una buena persona. ¿Y lo peor? El pronto que tiene, cuando le sale el genio.

-¿Y usted no teme que, cuando viaja a eso que llaman la Europa de las Regiones, se vaya con mujeres malas?

-¿Pero madre mía! Eso nunca se me ha ocurrido pensarlo. Tienes unas cosas. ¿Cómo voy a pensar yo eso? Y mujeres malas...

-Quiero decir puticas...

-A mí no me preocupa eso.

-Lo digo sólo porque, como Ruiz Vivo le ayudaba en todo.

-¿Pero él no siempre iba con Ruiz Vivo!

- Lo dejemos. ¿Y se despierta por las noches, bañado en un sudor frío?

-No, nunca. Él cae redondo y duerme tranquilo.

-¿Qué vio usted en él?

-Me gustó porque era una persona seria, culta... A mí es que me va la gente seria.

-¿Y cómo se le declaró?

-Esto fue que un día, como yo no sabía si éramos novios o no, tuve que decirle algo así: "Bueno, ¿qué? ¿Entro o salgo?". Y me contestó: "Lo que se sabe no se dice". Y digo: ¿Anda! Me dejó muerta.

-Usted es muy coqueta. Le gusta ponerse trapos...

-Sí, sí. Desde siempre. Más que coqueta, de detalle.

-Y presume de buen cutis y de que la cara sólo se la lava con agua y jabón.

-Y con cepillo.

[Comoquiera que la entrevistada tiene aversión a las moscas y demás insectos, García le regala, envuelto en papel de colores, un bonito matamoscas de esos de rabo, pagado de su bolsillo y todo]

Anónimo dijo...

El presidente de los promotores madrileños, José Manuel Galindo, prefiere ser cauto a la hora de analizar el momento actual del mercado inmobiliario. En cualquier caso, piensa que no va a haber una rebaja de precios de los pisos nuevos. Galindo, que tiene una larga trayectoria en el sector, no descarta que más promotoras entren en suspensión de pagos, como ha ocurrido con Llanera, y cree que desaparecerán empresas que “surgieron al calor del dinero”, lo que es incluso “saludable” porque no pertenecen al “tejido industrial”.

Anónimo dijo...

El presidente de los promotores madrileños, José Manuel Galindo, prefiere ser cauto a la hora de analizar el momento actual del mercado inmobiliario. En cualquier caso, piensa que no va a haber una rebaja de precios de los pisos nuevos. Galindo, que tiene una larga trayectoria en el sector, no descarta que más promotoras entren en suspensión de pagos, como ha ocurrido con Llanera, y cree que desaparecerán empresas que “surgieron al calor del dinero”, lo que es incluso “saludable” porque no pertenecen al “tejido industrial”.


¿Cree que estamos viviendo un ‘crash’ inmobiliario?
Absolutamente no. Si se produce alguna situación de insolvencia va a estar muy acotada a actuaciones tal vez de desmesura en un plazo muy corto. No afectan al tejido industrial que se ha creado. No es un crash ni tampoco una situación generalizable.


¿Podemos esperar más casos como el de Llanera?
Puede haberlos, pero puntuales. Eso es excepcional.


¿Pero no daña la imagen del sector?
No es una lectura positiva para el sector porque contamina la crisis de confianza. Pero hay miles de empresas solventes y éstos son ejemplos aislados. El sector inmobiliario tiene una base industrial sólida.


El 75% de las inmobiliarias desapareció en la crisis de 1992-93 ¿Puede pasar lo mismo?
En 2000, había 18.000 empresas en el sector y en 2005 llegaron a ser 43.000. O sea, más del doble. Pero empresas con tres o cuatro años de vida no forman parte de la estructura del sector; las que nos deben preocupar son las 18.000 que ya había. Las otras aparecen al calor del dinero. Es incluso sano que el tejido no industrial desaparezca y que se normalicen las cosas. No es una enfermedad que desaparezcan estas empresas, sino un signo saludable.


Pero las empresas sanas pueden verse afectadas porque la banca ha cerrado el grifo de la financiación.
Estamos viviendo una crisis de liquidez en los mercados financieros que es generalizada porque se ha producido por desconfianza entre los propios bancos. Esto tiene dos consecuencias: no hay liquidez en el mercado y se encarece el dinero. Y ello evidentemente tiene efectos tanto en la capacidad de financiación de las operaciones como en su coste.


¿Los precios de los pisos pueden bajar por la desaceleración del sector?
No vamos a encontrar rebajas de precios en vivienda nueva en el futuro. ¿Por qué? Los precios actuales se han determinado hace un año o año y medio y vienen estigmatizados por el precio pagado por el suelo. Y se pagaron caros porque no había oferta para dar respuesta a una demanda fuerte. Ahora, los tipos de interés han subido dos puntos en los últimos años y eso hace que las condiciones para comprar una vivienda sean más complicadas. Se produce una rigidez porque bajan los precios de vivienda de segunda mano, pero, por otro lado, nadie quiere vender perdiendo dinero.


Entonces, ¿qué va a ocurrir?
Yo creo que esta situación puede retardar el plazo que se dan los que necesitan comprar piso, como los que se emancipan, los que se separan, los inmigrantes, pero no eternamente.

Entonces, como la gente verá que no se hace realidad una bajada de precios de la vivienda, si la necesitan tendrán que comprar o alquilar. Y en esos momentos, se reactivará el sector inmobiliario. A medio plazo, lo que hoy es crisis de confianza genera una ecuación que no es lógica, que es la expectativa de que los precios bajen. Cambiará cuando se empiecen a comprar de nuevo las viviendas.


¿Nunca han bajado los precios de la vivienda?
En los años de peor crisis, entre 1991 y 1995, con tipos de interés al 15%, construyendo unas 250.000 viviendas al año y en un entorno claramente recesivo, el precio llegó a caer un 1,16% en 1992 y un 0,4% el siguiente año. Es decir, un descenso próximo a cero, con lo que se puede decir que la vivienda prácticamente no bajó.


¿Qué le parecen las medidas de fomento del alquiler del Gobierno y, en general, las propuestas de vivienda de los partidos?
La reforma de la Ley de Enjuiciamiento Civil, por ejemplo, es absolutamente necesaria, como también los avances para garantizar el cobro del alquiler de los pisos. Todas las medidas que dinamicen la oferta son positivas, pero hay un riesgo de subida de precios del alquiler y hay que tener cuidado.

Por otra parte, para que el mercado funcione es preciso que haya disponibilidad de suelo a precios acotados, capacidad financiera para llevar adelante los proyectos y también un plazo más corto para los trámites. En cualquier caso, tanto en el PSOE como en el PP falta que nos enseñen las cartas para ver cómo elaboran sus propuestas.


Ahora que baja el ritmo de construcción, ¿cuántas viviendas se van a edificar en los próximos años?
En 2007, se van a iniciar unas 800.000 viviendas y se terminarán unas 600.000. En los próximos cinco años, estaremos en una media de 500.000. Es decir, en diez años puede haber en el mercado unos cinco millones de viviendas más, dependiendo de los factores económicos. A largo plazo, la demanda de vivienda es inelástica.

(De "Público")