lunes, 15 de enero de 2007

Ya se busca al presunto autor de "esta fechoría"






El PSOE exige a Rajoy que investigue para determinar qué presidente grabó la intervención de Zapatero en la Conferencia

MADRID, 15 (EUROPA PRESS)

La Comisión Permanente de la Ejecutiva Federal del PSOE exigió hoy al presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, que abra una investigación para detérminar "qué presidente ó presidenta" autonómico grabó la intervención del jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, durante la reunión de la Conferencia de Presidentes que se celebró a puerta cerrada el pasado jueves en el Senado.

Los socialistas consideran un "hecho gravísimo" que se grabara "de forma clandestina" la intervención del Presidente del Gobierno. "Se trata --enfatizan-- de un hecho sin precedentes en la historia de nuestra democracia y, lo que es más grave, de una manifiesta deslealtad institucional".

Por ello, el PSOE exige a Rajoy, que abra una investigación interna "para determinar qué presidente o presidenta realizó la grabación". Añaden que el PP debe desmarcarse "con claridad" de este tipo de "comportamientos ilícitos" y debe exigir responsabilidades al autor de esta "fechoría".

(En las ilustraciones, el nuevo edificio y el escudo oficial del Senado de España)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

LA VENDA ANTES DE LA HERIDA

Por si acaso a alguien se le ocurre mirar en dirección sureste, el secretario general de la Presidencia, José Antonio Ruiz Vivo, advirtió ayer de que «quien lance la más mínima sospecha sobre el presidente de la Región de Murcia irá inmediatamente al juzgado con una querella».

Ruiz Vivo, preguntado por La Verdad, afirmó que «Valcárcel es incapaz de hacer algo así» y comentó que «lo importante no es que se grabara sino lo que se dijo», en referencia al lapsus del presidente Rodríguez Zapatero.

Ruiz Vivo achacó esta polémica «al intento de los medios afines del PSOE para desviar la atención del fracaso que supuso la Conferencia de Presidentes».

Anónimo dijo...

Los tiros apuntan supuestamente a Ramón Luis Valcárcel y/o al presidente de La Rioja Pedro Sanz. Sus movimientos parece ser que los delatan y el CNI puede tener la última palabra sobre la autoría. Espero que así sea y que se llegue hasta el final en la investigación caiga quien caiga. Si esta gente merece ganar el sueldazo que ganan, también deben asumir las responabilidades que se deriven de su ejercicio político. Porque los ciudadanos no podemos tolerar que con nuestros impuestos se mantengan en el poder personajes así.

Así pues estimados lectores os pido que no olvideis esta cuestión aunque os parezca banal porque no lo es. Que se oiga entre vuestros familiares y amigos, que corra de boca en boca. Todo tiene un límite y de nosotros depende que estos comportamientos, propios de la KGB, sean desterrados de nuestro sistema.

Ni falta hacer decir que el autor de la fechoría por vergüenza torera debería dimitir y delegar en alguien con un a mínima dignidad política. Los ciudadanos queremos saber y queremos unas disculpas públicas. Porque todos merecemos una explicación, y los propios votantes del PP deberían ser los primeros interesados en que se aclare todo y conozcamos el gañán ejecutor. De autorías intelectuales ni hablo, porque es evidente de dónde viene la idea. Una pena.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

¿Es cierto que una consejera,musa actual y ojo derecho del presidente, es también de las que ya quiere abandonar el barco al saber de primeras manos la que se avecina?
¿La dejará él conocer mañana a PJ en Madrid, en la fiesta de "El Mundo" que paga Cajamurcia, o le pedirá el "sacrificio" de que permanezca en Murcia, por si acaso se la quita para su "causa" este legendario y ahí ve ella la ocasión de zafarse de él?
Tal como están las cosas todo puede suceder. Las trepadoras son así.

Anónimo dijo...

MANUAL DE URBANIDAD


¿Hay aventura más ejemplar que leer, sin necesidad de engorrosos permisos, el correo electrónico de tu pareja? ¿Algo más educado que escuchar subrepticiamente una conversación telefónica desde un aparato supletorio? ¿Existe mayor ejemplo de urbanidad que usar chuletas en un examen o copiar un enojoso libro ajeno y justificarlo luego en el sagrado altar de la intertextualidad? Al parecer, sí lo hay. Una conducta recién inaugurada en este país, de gran provecho democrático e inmarcesible calibre ético, consiste en que uno de los asistentes a una reunión de alto nivel institucional, por ejemplo la Conferencia de Presidentes Autonómicos, introduzca una grabadora para que ninguna palabra se desperdicie.
Inspirado por épicas heroicas, el presidente de La Rioja, el popular Pedro Sanz, abandonó la Sala de los Pasos Perdidos del Senado donde se celebró la reunión dispuesto a que resplandeciera la verdad. Así, a los pocos minutos de haberse producido, toda España conocía ya el entuerto. El subconsciente había traicionado a Zapatero: en lugar de atentado mortal dijo "accidente mortal" al referirse a la bomba de Barajas. La loable diligencia que guió a Sanz fue tal que, en su afán comunicativo por desvelar tal secreto, cedió su turno de intervención a su colega de Murcia, Ramón Luis Valcárcel.
La cita de Sanz fue posible gracias a que un héroe anónimo la grabó. Esa alianza de tecnología y verdad contó con el oportuno apoyo de la emisora de los obispos, que en evangélica misión de transparencia denunció las palabras de Zapatero. Al enfado socialista provocado por la intachable grabación, el presidente riojano respondió diciendo que le importaba "un pimiento" su autoría. "Lo importante es lo que se dice y la gravedad de lo que se dice, que es lo que a mí me afecta. Lo demás que les den por ahí". Gracias al presidente riojano, el lenguaje llano de la calle se encarama sutilmente a las instituciones.

¿Imagina alguien que los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea o del G 8 anden grabándose clandestinamente unos a otros para luego echarse en cara mutuamente las meteduras de pata o las promesas insinuadas y no cumplidas? En este caso ya no se trata de una cuestión que afecta a la confianza recíproca que debe guiar el comportamiento entre instituciones, sino sencillamente de una cuestión de mala educación y de pésimo ejemplo ciudadano que sólo puede producir vergüenza.

Editorial de "El País" 16-01-07