martes, 12 de septiembre de 2006

Por qué escribí "Mafia nostra"


Publicado por Francisco Poveda en Vega Media Press/Ed. Valle de Ricote

En pocas ocasiones de la vida profesional de un periodista surge la inaplazable necesidad de tener que decir aquello de lo que una determinada sociedad obvia hablar públicamente para no reconocer las abdicaciones de casi todos ante la presión de una minoría nada respetuosa con los intereses de la mayoría. Este era el caso, a finales de 2003, cuando un fiscal madrileño investigaba una trama mafiosa lejana dedicada a traficar con aguas de riego del río Segura y no entendía muy bien cómo podía existir algo así en el seno de una Comunidad Autónoma teóricamente democrática, avanzada y libre. Hube, pues, de ilustrarlo con un artículo en extremo realista, aún a riesgo de un ataque frontal posterior para desplazarme definitivamente como director de una publicación entonces nada dependiente, “La Economía” que, en poco más de un lustro y por primera vez, había logrado inquietar en serio al núcleo más duro de la particular mafia murciana.

El impacto, tal como yo preveía, fue considerable pero silenciosa y radical la reacción lógica de los capos aludidos ante la impunidad de la que creía gozar con Aznar en La Moncloa esta hidra devenida del tardofranquismo y bien desarrollada bajo gobiernos regionales, desnaturalizados, cercanos y serviles, del PSRM y PP. Sin embargo, la reedición de este artículo dos años después en “Economía Avanzada” (la publicación que tuvimos que fundar muy de prisa los redactores del anterior experimento mediático, tras ser inmediatamente comprada a su editor la cabecera por gentes próximas a los afectados) y ya con Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno, alarmó mucho más a los integrantes de nuestra pirámide criminal y evidenció su categoría menor respecto a otras mafias de cuello blanco de nuestro país, como la gallega o la balear, aunque también con el entramado social que necesita y la define para subsistir sin sobresaltos de entidad.

Fenómeno mediterráneo por excelencia, la organización mafiosa se nutre del temor a destacar y ser uno mismo en el seno del encefalograma plano de una sociedad generalmente muy gris, cerrada, observada y endogámica. El clientelismo y los favores son el sistema y la hipoteca que, respectivamente, perpetúan una vergonzosa situación, totalmente incompatible con la democracia y la libre competencia, hasta reducir la vida local a una apariencia de legalidad y normalidad, que esconde obediencias y claudicaciones inconfesables ante la discrecionalidad y exigencias de unos capos que desvirtúan las esencias de una convivencia basada en la igualdad de oportunidades para todos. Y eso pasaba, y pasa todavía, entre nosotros para mayor desgracia de nuestra imagen externa y no menor tragedia de nuestras posibilidades de evolución a mejor como pueblo singular y diferenciado entre españoles y europeos.

Después de varios años de ausencia por estudios y trabajo, y pese a ser nacido en la Trapería en el seno de una familia con pedigrí e histórico más que suficiente en la ciudad, llegué a notar muy pronto cómo desde "mafia nostra" se me consideraba alguien al que se negaba certificado de origen (por ajeno genético a las disciplinas imperantes) para circular con un mínimo de solvencia ante quienes se consideraban los únicos dueños de la finca; algo que también percibí, desde el principio, durante mi paso como profesor asociado en la Universidad de Murcia, en la que yo, afortunadamente para mi independencia social y profesional veo ahora, no me había formado gracias a la gran visión y generosidad de mis padres, y su profundo conocimiento, personal y directo, de algunas de nuestras gentes de mentalidad y práctica caciquil crónica.

Como yo no estaba, ni estoy, por tanto en la conspiración mafiosa contra el grueso de nuestras buenas gentes, gozaba de libertad suficiente como para denunciar una situación así, que denota una mentalidad atrasada y mucha falta de coraje colectivo para enfrentar un fenómeno que rebaja nuestra cualidad de ciudadanos de la Unión Europea y deja el control de nuestra suerte, y la no casual situación de escaso desarrollo intencionado, en manos de la violencia moral de una capilla ademocrática, que nadie ha elegido pero bajo la cual muchos viven sometidos con la anestesia que busca la cómoda inconsciencia por eximir de toda responsabilidad individual y esconder una cobardía que posibilita esta triste excepcionalidad, nada coyuntural, de región criminalizada en sus estructuras y silenciada con complicidades.

No dudé nunca un solo instante, ni sentí miedo a nada ni a nadie, una vez redactado y corregido el artículo. Me animaba, fundamentalmente, el deseo de ser útil a esas nuevas generaciones de murcianos, ya nacidos y que necesitan creer vivir en una democracia auténtica. De ellos debería ser un futuro liberado de oligarquías retardatarias e intereses espurios ajenos a sus metas. Era necesario que supiesen que no todo es lo que parece y que sus problemas de empleo y vivienda tenían demasiado que ver con el control social por parte de unos pocos murcianos indeseables, en cuyas manos mafiosas permanecían desde 1972 todas las palancas de poder político y económico, gobernase quien gobernase, elegido por las urnas, en San Esteban.

La obligación moral con mi tierra, en definitiva, y el cálculo del riesgo como siempre, fueron suficientes elementos de motivación y reflexión personal como para poder armar un argumentario irrebatible, aún con el paso del tiempo, y plasmarlo en un artículo minimamente expreso para ser entendido por los comunes y, a la vez, inatacable desde los juzgados por la estructura defensiva de estos “padrinos” de poca monta. Hoy, a mediados de 2006, “mafia nostra” se ha replanteado alguna táctica pero mantiene prácticamente intacta su estrategia pese a la decisión irrevocable del Estado de no dejarse retar por clanes al margen de la libertad y combatirla con la Ley desde la Fiscalía. En ese empeño, profesionalmente sigo y seguiré beligerante porque los únicos anti murcianos son los que nos traicionan.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Por favor, un artículo sobre La Paz.

Anónimo dijo...

soy votante del PP...y aunque creo que hay las mismas mafias, de idéntico signo en lugares como andalucía, aragón, castilla y león etc...me dan la misma vergüenza. Desde el fin de la dictadura, las mafias se repartieron territorios y sectores, todas amparadas por las poderosas mafias financieras o bancarias.......ahora hemos llegado al punto donde sus intereses chocan, y empiezan a tirar de la manta....unos de otros, y los otros de aquellos...
Estoy con Poveda en todo, y me da asco la mediocridad de la clase política, no sólo regional, sino nacional, aunque la regional especialmente (sólo de ver a Ruiz Vivo, clon del nazi de indiana Jones en su primera saga) y la mediocridad de muchos murcianos que no ven lo "que han dejado de hacer, pudiendo haberlo hecho"....en fin, pero también me da asco las mafias socialistas....que es la parte que obvia Poveda en su artículo.
Un saludo.

Alita dijo...

Soy un desencantadísimo estudiante de económicas, mi padre trabaja para Alfonso García (pan de higo) es director administrativo en la oficina de cartagena o algo asi... bueno, ánimo desde aqui....

Anónimo dijo...

Mata el Ebro y vete a Murcia.

Anónimo dijo...

Sr. Poveda,
Gracias por publicar mi comentario.
Fdo.Gustoso de la política.

Anónimo dijo...

¿Qué te ha hecho el Ebro?.. Por qué no lo dejas tranquilo, y metes tus narices en como se gestiona tu agua de aquí: quién se la lleva, quién y para qué la vende, quién la compra, cuánta se roba, cuánto se gana y se blanquea, a dónde se invierten los beneficios, quienes son los agraciados ese mercadeo ilegal?. Mira aquí dentro.. No hagas como Saura. No caigas en su trampa..

Anónimo dijo...

Tiene usted un par de cojones bien puestos. Siga así para que nuestra mafia de guante blanco sepa que su impunidad no pasa desapercibida a los murcianos.
Con usted he redescubierto un periodismo comprometido que echaba en falta desde el principio de la Transición. Colabore con la Justicia para hacernos un servicio completo.Le sigo en su periódico y ahora lo haré aquí porque reproducen artículos que no publica allí. Ánimo y adelante Poveda.