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domingo, 12 de junio de 2016

De Santa Pola a pescar en Murcia / Juan Redondo *

Cayó por aquí desde el puesto que tiene allí, en un viaje galopante y un sol de justicia, para anunciar que el próximo 26J volverán banderas victoriosas, las banderas del PP. Mariano Rajoy, presidente en funciones, tiene una campaña apretada y un horario ajustado, como les sucede a los candidatos del resto de las fuerzas políticas que compiten en las próximas generales.

A Molina llegó desde Santa Pola, un pueblo pesquero con buenas gambas, donde es titular de la plaza de registrador de la propiedad, aunque desde la toma de posesión hace ya algunos años, apenas ha ejercido por su noble dedicación al servicio de los españoles. Y a Molina sí vino a pescar. El décimo diputado de la provincia juega entre el PP y Ciudadanos según la última encuesta del CIS y Molina, la cuarta ciudad en población de la Región, fue en las pasadas generales un importante nicho de votos del partido de Rivera, ganando incluso en importantes zonas residenciales de tradicionales votantes 'peperos'. Hace apenas dos meses se montó el follón con la dimisión del alcalde popular y gobierno socialista con expulsión de los cinco concejales de Ciudadanos que apoyaron la investidura de Clavero y los posteriores pleitos.

En ese río revuelto quiere pescar el PP en su intento de conseguir que muchas ovejas descarriadas vuelvan a su redil. En ese contexto podría entenderse una frase a la 'gallega' que soltó el presidente en funciones en el anexo del Auditorio Regional: «Yo donde quería hablar era en Molina, pero no me han dejado». Y lo dijo delante de sus responsables de campaña, nacionales y regionales, y del delegado del Gobierno.

Al acto central de su visita no llegó con muchas ganas de hablar, control de tiempo, cuatro lugares comunes, «he hecho lo que he podido» y «tengo fuerzas y energías» para seguir timoneando la nave de un país que está saliendo de la nefasta herencia socialista y no puede caer en manos de populistas, 'bolivarianos', 'griegos', tertulianos o radicales de izquierdas.

A este tipo de actos de campaña para consumo interno es una imprudencia preguntar a los organizadores sobre el número de asistentes porque son siempre más o menos los previstos. Para la crónica social al final queda hablar de las ausencias y de las presencias. El presidente regional del PP, Ramón Luis Valcárcel, no estuvo en el acto por «problemas de agenda», según información oficial. Al margen de historias e investigaciones, no hay que olvidar que es uno de los 16 vicepresidentes del Parlamento Europeo y un sábado de junio tienen muchos cometidos. 

La candidata al Senado y exalcaldesa de Cartagena, Pilar Barreiro, amiga y paisana de Rajoy, tampoco se dejó ver por el recinto. Quizás también problemas de agenda. A Miguel Ángel Cámara, ex secretario general de los populares y exalcalde de Murcia, ni está ni se le espera, lo mismo que al exdelegado del Gobierno, Joaquín Bascuñana. Martínez Pujante, el de los cafelitos, no apareció, porque, según comentaba un asistente, ya su mujer representaba al matrimonio. Tampoco hicieron acto de presencia o no se dejaron ver el expresidente de la Comunidad Alberto Garre o el exalcalde de Molina, Eduardo Contreras. Las agendas personales, son agendas personas.

Otros ex si hicieron un hueco y a pesar del calor y ser sábado estaban arropando al líder. Andrés Ayala, estaba ahí, como las exsenadoras María José Nicolás, o Belén Fernández Delgado, o el farmacéutico de Abanilla, Arsenio Pacheco, por no hablar de los diputados regionales, o de la mayoría de los miembros del Consejo de Gobierno, con una hiperactiva consejera de Cultura, Noelia Arroyo, y su personal de confianza echando una mano en los trabajos de ayuda a los medios de comunicación. Asunción Carreño, la quinta en la lista de los populares, aparentemente no se mostraba preocupada o nerviosa, por las encuestas: «Estoy convencida que vamos a sacar el sexto».

Menos preocupada estaba la exconsejera de Hacienda, Inmaculada García, responsable del Servicio Nacional de Loterías del Estado. «Todo es cuestión de suerte y perseverancia», bromeaba con unas amigas, dejando en el aire si se refería a la política o a los juegos de azar. Ya era la una y media de un calurosos sábado de junio y Rajoy tenía que dejar Murcia para seguir con su campaña electoral.


(*) Periodista


martes, 19 de abril de 2016

Un ala del PP plantará batalla a Santamaría para impedir que logre el control del partido / P. Montesinos

El PP, una vez más, respira intranquilo. Especula. Se mueve al margen de las consignas oficiales en una semana que, en teoría, debe ser clave para evitar otras elecciones. Los últimos giros políticos han puesto en alerta a más de uno de puertas para adentro. Con José Manuel Soria fuera de juego, las distintas familias vuelven a posicionarse, con Soraya Sáenz de Santamaría en el epicentro, mientras Mariano Rajoy vigila en silencio.

Desde el 20 de diciembre, e incluso antes, cualquier movimiento interno que escapa de la dinámica habitual del partido se entiende en clave sucesoria por parte de quienes tienen cierto peso en el PP. Y ello pese a que, públicamente, los portavoces de la formación tratan de cerrar ese debate, tanto a corto como a medio plazo, con contundencia.

Este lunes, fue Fernando Martínez-Maíllo, cada vez más próximo al líder, el que enfatizó que no hay futuro próximo en el PP sin Rajoy. "Es el candidato -en caso de nuevos comicios- porque así lo dicen los estatutos y porque es lo que quiere el PP. Nadie cuestiona su candidatura", afirmó este lunes, al término del Comité de Dirección. Y añadió: "Cuidado con quienes pretendan cuestionar quién es el líder de los demás, eso es erróneo y bastante antidemocrático".

En síntesis, Rajoy será el candidato en junio y no habrá congreso del partido, tal y como enfatizó el vicesecretario de organización del partido. Antes, hasta tres ministros -Alfonso Alonso, Íñigo Méndez de Vigo y José Manuel Soria- mostraron con vehemencia su lealtad al líder. "Garantiza la armonía entre las distintas sensibilidades dentro del PP, que haberlas haylas. Abrir una guerra sucesoria en el PP sería poner en riesgo su estabilidad y eso sería malo para el partido, pero también para España", adujo el titular de Exteriores en las páginas de El País.

El futuro de Casado

El entorno de Rajoy parece tenerlo todo controlado hasta los comicios. Pero, a partir de ahí, empiezan a surgir las dudas. La dirección nacional reconoce que el plan es convocar el congreso nacional poco después, al que le seguirán los regionales. Y las distintas facciones empiezan a tomar posiciones, más aún después de la renuncia de Soria y de las maniobras contra José María Aznar, aún con predicamento en un sector de la formación.

Gane o no Rajoy en junio, se mantenga o no en el poder, barones territoriales y altos cargos de la formación auguran un cónclave muy complicado, en el que los posibles sucesores intentarán posicionarse. Por supuesto, admiten prácticamente todos, "será la guerra" en caso de que el líder del PP no se mantenga en la Moncloa. "Entonces, las lealtades habrán acabado y todos irán a lo suyo", según la tesis más extendida.

Si Rajoy resiste, intentará pilotar el proceso y controlar los tiempos. Algunos creen que baraja, pese a negarlo, la opción de ceder la presidencia del PP mientras él sigue en la Moncloa para que su pupilo lo tenga más fácil. Sea como fuere, un sector importante estará muy pendiente de los pasos que dé Santamaría, y promete dar la batalla. Aznar es uno de los que, en privado, se habría pronunciado en contra de que la hoy vicepresidenta asuma las riendas. "Él tiene otros candidatos", según la versión de un interlocutor directo, que da por descontado que no se callará en caso de que vea el PP a la deriva. Pablo Casado, otrora asesor con el que mantiene el contacto, es su favorito. Además, el vicesecretario de comunicación es uno de los pocos en Génova que da la cara por él en público.

Santamaría también tiene poderosos enemigos en activo. La más importante, María Dolores de Cospedal, que lejos de lo publicado sigue ejerciendo su poder en los despachos como secretaria general de la formación. Y, además, controla con firmeza la estructura de Castilla-La Mancha, que no es un asunto menor. Por otro lado, ella ha sido clave en la designación de importantes líderes territoriales. Por ejemplo, la de Cristina Cifuentes, responsable del todopoderoso PP de Madrid, con la que comparte amistad.

Internamente, se repite con insistencia que Santamaría "no es del partido", y que en consecuencia poco tiene que hacer en un congreso, ya sea con avales o abierto a la militancia. Pero ha sabido mover algunas fichas: Andalucía la controla Juan Manuel Moreno y el País Vasco Alfonso Alonso, ambos próximos a ella. "Hay un dato clarificador: es a la que más piden para ir a los mítines. Otro: en las encuestas, va la primera", en palabras de un defensor de la opción de la vicepresidenta.

En Valencia, con Madrid la otra gran estructura, despierta recelos. Y, en su tierra -Castilla y León- hay debate sobre si Casado, diputado por Ávila, ganaría a Santamaría en caso de un cónclave abierto. "Creo que hay otras opciones. Soraya es buena gestora pero no creo que conozca el partido y el partido lo es todo. Hay que cuidar a la gente del partido y no solo a los medios de comunicación, que también. El problema es que ella cuida más lo segundo que lo primero", en voz de un líder territorial, en conversación informal.

El silencio de Rajoy

La batalla se daría. Callada o públicamente, pero se daría. "Habrá que comprobar en qué posición queda Rajoy pero, por lo que veo, algunos se están preparando desde hace tiempo", en palabras de un veterano. Y, todo ello, teniendo en cuanta la intención -al menos en teoría- de democratizar las estructuras para dar más voz a las bases. Dos vicesecretarios generales recalcaron, en este sentido, que darán su particular ofensiva para que dicha promesa no caiga en saco roto. Y, más aún, tras la enorme demora que sufre el cónclave.

Así las cosas, mientras el PP se posiciona, Rajoy calla. Nada ha dicho aún de la renuncia de Soria, mientras Cristóbal Montoro y Santamaría le despedían con enorme dureza. Tampoco se ha referido al caso Aznar, y ello pese a que su agenda sigue prácticamente vacía. Este lunes, a la vicepresidenta le preguntaron si había crisis en el Gobierno. "En absoluto", respondió antes de asistir a un coloquio protagonizado por Alberto Núñez Feijóo, otro actor clave aunque haya decidido quedarse en Galicia, informa Alicia González.

Quienes conocen a Rajoy recalcan que estará en silencio, pero lo controla todo. Y que, ni mucho menos, se le ha de dar por muerto. "Será el candidato ahora y no creo que tenga muchas ganas de dejar las riendas del PP", según un declarado marianista. Y, con él controlando el partido, auguran, será "muy raro" que alguien le tosa.


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viernes, 15 de abril de 2016

El ministro Soria acusa a Soraya de un acoso mediático por los “papeles de Panamá”


MADRID.- El escándalo por la vinculación de José Manuel Soria con los “papeles de Panamá” ha partido en dos al Gobierno y al PP. Ministros y dirigentes se dividen entre los partidarios de que el ministro en funciones se eche a un lado para evitar perjudicar las aspiraciones de Mariano Rajoy en unas posibles nuevas generales y los que prefieren mantenerse al margen, publica hoy 'El Confidencial Digital'.

El cierre de filas inicial con el titular de Industria se ha ido diluyendo después de sus sucesivas comparecencias esta semana ante la prensa.
Sus contradicciones, dudas, silencios, ocultación de datos han comenzado a ser vistos por algunos miembros del partido y del Ejecutivo como un enorme problema, ante una cada vez más probable repetición de las elecciones el próximo 26 de junio. En un principio, todo parecía un episodio menor para la mayoría. Pero los acontecimientos han dado un vuelco inesperado en las últimas 48 horas.

Terremoto” en Moncloa y en Génova

Ahora, según ha podido saber El Confidencial Digital por fuentes del Gobierno y del PP, la aparición de Soria en los “papeles de Panamá” ha desatado “un terremoto en Moncloa y Génova”.
Coincide además en el tiempo con la declaración de Rita Barbera y Esteban González Pons en el juicio del caso Nóos y el escándalo del alcalde de Granada, José Torres Hurtado, lo que ha provocado una mayor conmoción en el partido “¿Qué será lo próximo?”, se pregunta un veterano diputado del PP.
Hasta ahora, Rajoy destacaba que ninguno de los miembros de su gabinete, al menos de los que él había nombrado directamente, se habían visto salpicados por la corrupción. Pero ese eslogan acaba de ser sepultado y pone también en serios aprietos al presidente.

Soria, implicado en la Operación Monti

En ámbitos próximos al ministro de Industria explican que Soria alude, como trasfondo del ruido mediático generado en torno a su figura, a la batalla por la sucesión que ha comenzado a darse dentro del Ejecutivo y del PP, en la línea de ir perfilando ya la persona que en el futuro sucederá a Mariano Rajoy.
Tal y cómo se contó en ECD, Rajoy tiene conocimiento de que dentro del partido hay personas y sectores que desearían que abandonara el liderazgo,algo que en este momento no está dispuesto a hacer. La información que le ha llegado recientemente al presidente incluye la implicación directa de José Manuel Soria en la Operación Mario Monti.

Señala directamente a Sáenz de Santamaría

Soria apunta a una de las principales candidatas a la sucesión, es decir, a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, como una de las personas que está maniobrando para apartarle de esa carrera.
Le acusa, en concreto, de amplificar su vinculación con este escándalo a través de las buenas relaciones que mantiene en los medios de comunicación.
Soria incluye también en este grupo a Jorge Moragas, jefe de gabinete del presidente; a los hermanos Álvaro y Alberto Nadal, responsable de la oficina económica de Moncloa y número dos del propio ministro de Industria, respectivamente; y a Alfonso Alonso, titular de Sanidad. También cita el nombre de Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda. Algunos de ellos han comenzado a pedir su dimisión en privado.

Tiene identificados también a sus defensores

Mientras, el titular de Industria tiene también identificados a sus partidarios en estas horas bajas, donde destacan la secretaria general, María Dolores de Cospedal. Y también, dentro del Gobierno, el ministro de Economía, Luis de Guindos.
Valora que la numero dos del partido fue una de las primeras en salir en su defensa. Pocos minutos después de aparecer su nombre en los polémicos documentos de Mossack Fonseca, Cospedal afirmó que veía muy convincentes las explicaciones de Soria y defendió que no había mayor transparencia que la que había demostrado.
Este bando se ve apoyado por la mayoría de los ministros del G-8, también conocido como “la congregación mariana”. Destacan entre los principales respaldos, aunque no en público, los del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo; Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior; Ana Pastor, ministra de Fomento; y Rafael Catalá, titular de Justicia.


sábado, 15 de noviembre de 2014

El diputado del PP por Murcia, Jaime García-Legaz, aparece como el mayor padrino del 'pequeño Nicolás'


MADRID.- La declaración que realizó el 'pequeño Nicolás' en comisaría tras ser detenido el 14 de octubre está plagada de nombres de políticos y empresarios. Algunos de ellos ya han aparecido, pero otros permanecen silenciados gracias al secreto de sumario que impuso el actual instructor de la causa, el juez titular del Juzgado número 2 de Madrid, Arturo Zamarriego. Sin embargo, tras cuatro semanas de investigación, El Confidencial ha reunido elementos suficientes para recrear los últimos meses del joven y despejar casi todas las incógnitas que envuelven este mediático caso, según publica hoy este digital líder.

El mayor padrino de Nicolás fue, sin ninguna duda, el ex secretario general de FAES y actual secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz. Ambos se conocieron en el think tank del Partido Popular cuando el miembro del Gobierno ya desempeñaba un cargo de responsabilidad y el joven solo tenía 15 años. A García-Legaz le pareció que Nicolás era un chico dispuesto, resolutivo y con don de gentes. Tenía además una enorme capacidad de convocatoria. Y le había caído bien a José María Aznar, que actuó como ponente principal en una conferencia organizada por el ‘pequeño Nicolás’ para otros jóvenes de su edad.
La relación con García-Legaz duró hasta que a éste último le hicieron llegar ciertos comentarios y le advirtieron de que se distanciara del chico ante la desconfianza que su actitud estaba empezando a generar en otros miembros del partido. Para entonces, el ‘pequeño Nicolás’ ya estaba siendo investigado por el CNI por hacerse pasar supuestamente por uno de sus agentes. El aviso había llegado también a la vicepresidencia del Gobierno, pero el presunto impostor ya había logrado la cobertura necesaria para pasearse por Génova -como demuestran las fotos que hizo el chaval en noviembre de 2011, el día de la victoria electoral del PP-, hacer negocios con empresarios españoles y colarse en el Palco del Bernabéu.

Grandes amistades en el Distrito de Chamartín

Todo ello le sirvió al pequeño Nicolás para hacer carrera en el PP de Madrid. Aprovechando que sus padres son afiliados en el Distrito de Chamartín, el chico empezó a frecuentar la agrupación del PP en esta demarcación de la ciudad. La actual consejera de Educación, Juventud y Deportes, Lucía Figar, era la máxima responsable del PP de Chamartín, pero sus responsabilidades políticas apenas le dejaban tiempo para el barrio. Su segundo en la demarcación, el actual concejal presidente del Distrito, Luis Miguel Boto, y el tercero de a bordo, Emilio García Grande, que es el primer responsable político de la Policía Municipal de Madrid, dedicaban más tiempo al PP. Y, con ellos, el ‘pequeño Nicolás’ hizo una enorme amistad. Comían juntos, quedaban para cenar e incluso salían de fiesta. Testigos de esa relación aseguran que los tres se convirtieron en amigos inseparables, a pesar de la enorme diferencia de edad que existían entre los dos cargos del Ayuntamiento de la capital y el joven que ahora está imputado por falsedad documental, usurpación de funciones públicas y estafa.
La camaradería entre ellos llegó a ser tan intensa que el ‘pequeño Nicolás’ trabó también relación con la mujer de García Grande, Lidia Curto. Este diario ha tenido acceso a varias fotografías en las que el chico y ella aparecen conversando en un clima de confianza en un desayuno informativo al que también había asistido como invitado su marido.

Su paso por Moncloa-Aravaca

El ‘pequeño Nicolás’ también puso un pie en el distrito de Moncloa-Aravaca, presidido por el controvertido Álvaro Ballarín, uno de los concejales más discutidos del Ayuntamiento de Madrid. Al igual que los otros dos cargos del PP municipal, Ballarín no tenía ningún inconveniente en dejarse acompañar por el joven. Su relación también fue muy cercana, como aseguran fuentes de ese distrito consultadas por este diario. Oficialmente, se encargaba de organizar actos, conseguir asistentes y preparar las campañas. Pero el vínculo del chico con estos cargos iba más allá de la labor propia de un partido. Con el respaldo de estos dirigentes, el ‘pequeño Nicolás’ se movía por los pasillos del Palacio de Cibeles como si fuera su casa.
Su ascenso en el PP le facilitó el acercamiento a un órgano que en los últimos años ha sido prácticamente un apéndice del partido, la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM) que aún preside Arturo Fernández, propietario del grupo de restauración Arturo Cantoblanco. El acercamiento al empresario se produjo en uno de los muchos desayunos informativos que frecuentaba el ‘pequeño Nicolás’. Esos actos eran su lugar preferido para engordar la agenda de contactos: nadie controlaba los accesos, podía asumir diferentes papeles y todo el mundo estaba dispuesto a conversar. El chico aprendió a utilizar los eventos para tomarse fotografías con personalidades relevantes y trabar un primer contacto con ellas. La fórmula le agradó tanto que decidió colaborar con el presidente de Executive Forum, César Chiva, en la celebración de ese tipo de encuentros. Así podría tener siempre un sitio reservado en todas las mesas presidenciales.

La entrada en CEIM

A Arturo Fernández le pareció un chaval simpático, e incluso vio en él un salvavidas para la mermada salud financiera de su grupo empresarial. El ‘pequeño Nicolás’ le prometió que su familia disponía de fondos para adquirir su compañía, y al dueño de Cantoblanco le agradó esa idea hasta el punto de que se dedicó a presentarlo como su sobrino.  Para el ‘pequeño Nicolás’, Fernández representaba una nueva vía de acceso al poder económico. Se convirtió en apoderado de la candidatura del empresario a la presidencia de CEIM en las elecciones que celebró la patronal el pasado mes de marzo y rentabilizó esa posición para llegar a otros emprendedores vinculados a esta plataforma.
Su colaboración con la Confederación de Empresarios Madrileña le permitió entablar también amistad con Lourdes Cavero, exconsejera de la patronal y mujer del presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. El día de las elecciones a la presidencia de la institución, las cámaras le captaron protegiendo a la esposa del presidente de las preguntas incómodas de los periodistas. Como prueban otras imágenes publicadas por este diario, el chico también tenía amistad con, al menos, una de las hijas del jefe del Ejecutivo madrileño.
En uno de esos actos de CEIM, Nicolás conoció a José Luis Balbás, jefe de la corriente interna del PSOE Renovadores por la Base y conocido empresario de la capital. Los socialistas lo expulsaron del partido por su relación con el Tamayazo, que costó la presidencia de la Comunidad a Rafael Simancas en 2003 tras dejarlo en minoría y obligarle a convocar de nuevo comicios. La ganadora de la operación fue Esperanza Aguirre.
El chico utilizó de nuevo su don de gentes para trabar relación con Balbás. Con él acudió, por ejemplo, a la conferencia que ofreció en la Casa de América de Madrid el pasado mes de abril el alcalde de Miami, Tomás P. Regalado. El joven se colocó en la puerta del edificio para saludar a todas las personas que entraban. Parecía el organizador del evento. Cuando concluyó la conferencia, Nicolás y los verdaderos organizadores se fueron de tapas con el mandatario estadounidense.

La sede de la CNMV, otro lugar común 

De ese encuentro, aseguran las fuentes consultadas, salió una de sus amistades más recientes y que también había permanecido hasta ahora en el lado oscuro de la historia. El ‘pequeño Nicolás’ conoció a Juan Munguira, vocal asesor de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Ambos llegaron a convertirse en inseparables. Hasta pocas semanas antes de su detención, no era difícil ver al pequeño Nicolás paseándose con toda libertad por la sede de la CNMV.
En realidad, el chico ya tenía otra amistad dentro de ese organismo regulador. Gracias a sus relaciones en el PP de Madrid, el acusado de estafa había conocido a un asesor de Elvira Rodríguez en la etapa de ésta como presidenta de la Asamblea de la Comunidad. Su proximidad a ese asesor continuó cuando Rodríguez desembarcó en la CNMV. Con esta cercanía y también con el soporte de Munguira, el ya célebre imputado estuvo a punto de ser contratado como asesor del supervisor bursátil.
El ‘pequeño Nicolás’ utilizó todas estas amistades para inventarse una biografía y conseguir que fuera creíble. Su padre trabajaba de repartidor pero logró que todo el mundo pensara que era directivo del Banco Santander, que tenía negocios en Sudamérica o que era un gran empresario. Utilizaba diferentes versiones en función de quién fuera su interlocutor, y casi todos le creyeron. Solo tras su detención emergió la verdadera historia de este chico de familia y barrio humilde. Sus padres ya conocían la parte real de sus aventuras, pero el descubrimiento de la parte inventada les provocó una sorpresa de la que aún no se han repuesto.

lunes, 3 de octubre de 2011

El murciano Carlos Egea, ¿virtual ministro de Economía en un Gobierno con Rajoy de presidente?


MADRID.- El PP murciano está que se sale desde que el 22-M obtuviera el mejor resultado de su historia, con un 58% de los votos y barriendo al PSOE. Por eso ahora, en este inicio de curso preelectoral, los populares murcianos están eufóricos, presumiendo del reciente nuevo récord del presidente Ramón Luis Valcárcel y autoprometiéndose lo mejor dadas las perspectivas de que Mariano Rajoy arrase en las generales del 20-N, se dice hoy en www.elconfidencial.com

Confirmando los rumores que venían circulando, el presidente Valcárcel ya se ha dejado caer abiertamente como “ministrable” en una amabilísima entrevista publicada el domingo por ABC, repleta de "mealegroquemehagaesapregunta” por respuestas. Que el panochari aspira a dar el salto a Madrid o, en su caso, a Europa tras su impecable recórd de mayorías absolutas regionales desde 1995 es algo que parece lógico y es ampliamente comentado.
Pero el mandatario regional no está solo en la carrera hacia Madrid, pues en Murcia parece que muchos creen merecerse un Ministerio, una secretaría de Estado o una dirección general, como mínimo, por los méritos contraídos en las urnas regionales.
Junto al presidente regional aparece en primera línea de salida un hombre del poderoso Federico Trillo: el abogado Andrés José Ayala, cartagenero como el máximo jurista del PP aunque no del Opus Dei. Ha sido portavoz del PP en la Comisión de  Infraestructuras del Congreso, donde dicen que se ha desempeñado con brillantez. Aunque, para la mayoría, su mejor aval sigue siendo el que siempre ha sido: el ex ministro, ex presidente del Congreso de los Diputados y director de la maquinaria jurídica estatal popular.
Frente a los casi sesentones Valcárcel y Ayala, algunos miran de reojo a Jaime García-Legaz, joven diputado en Cortes murciano, nacido en los mismos días en que se desarrollaba el Mayo Francés del 68, y que fue designado por el propio Rajoy nuevo secretario general de FAES, el think-tank del PP, en fecha tan reciente como 2007. Hay bastantes que le ven más futuro en Madrid. Y pronto.
La euforia, en cualquier caso, es tal que pareciera que medio partido murciano va a desembarcar en Madrid tras el 20-N. También se habla desde hace tiempo del actual consejero de Cultura y Turismo, “sobrinísimo” de Valcárcel, Pedro Alberto Cruz, quien fue ampliamente elogiado por Mariano Rajoy en una visita realizada la primavera pasada, lo que dio pábulo a todo tipo de rumores como los referidos.
Y puestos a rumorear y a sumar fuerzas propias y ajenas, los dimes y diretes también alcanzan al presidente-director general de Cajamurcia, Carlos Egea Krauel, que pilota con mano decidida la cuádruple fusión fría en Banca Mare Nostrum de su entidad, Caja Granada, Caixa Penèdes y Sa Nostra. Entre sus empleados se dice con insistencia que será ministro de Economía. Si gana Rajoy, claro. Algo que nadie duda en Murcia ¿Hay quien dé mas?, se pregunta hoy www.elconfidencial.com

miércoles, 12 de enero de 2011

Aterrizaje cultural / Ángel Montiel

En todas las manifestaciones que se se han producido contra los recortes del Gobierno regional, la imagen del presidente Valcárcel aparece acompañada de la del consejero de Cultura y Turismo, Pedro Alberto Cruz, queriendo simbolizar en éste una supuesta política de dispendio del presupuesto público que habría llevado a la situación actual de alto déficit. 

No digo que sea justo, pero sin duda obedece a una percepción generalizada, y en política las percepciones se convierten en ley. Sobre todo cuando la implacable realidad no facilita ofrecer respuestas precisas que permitan modificar la impresión que se da por aceptada. 

Así, a la misma vez que caía el telón de Manifesta8, un empeño costosísimo, superficial, caprichoso y onanista, la Administración cultural se mostraba impotente por falta de recursos para instalar las butacas de la Filmoteca Regional, cerrada por obras y con reincidente incumplimiento de plazos de apertura, cuyo interés cultural, proyección educativa y coste elemental está fuera de toda duda. 

La movilización del pasado lunes en requerimiento de su reapertura es un indicativo de por donde va la demanda real, al margen de los delirios de la cultura espectáculo y de los grandes eventos, una política que no deja más poso que los recortes de prensa —algunos de bochornosa crítica filial—, y desampara el tejido autóctono para el que en tiempos de vacas gordas quedan los restos y en los de vacas flacas, nada, como ahora se constata.

 Porque la Filmoteca es sólo una anécdota. El teatro, la danza, los coros, la restauración artística, la programación de los museos, los festivales consolidados, las galerías de arte, los cineclubs, la pequeña industria cultural, el asociacionismo independiente, la programación de los museos... No hay un euro para la cultura de base, para lo que debiera ser prioritario en toda política cultural antes de emprender otros mesiánicos vuelos. La crisis económica ha desvelado el abandono y la subsidiaridad de lo que primero había que proteger e impulsar.

 Es sorprendente que un consejero que antes de serlo, cuando era otro el que ejercía, organizó varias ediciones de un Foro de la Cultura que pretendía fundamentar la política de la Administración con las ideas y planes que surgieran de los colectivos y personalidades más activos y experimentados del entorno, haya dejado de convocar esos debates para emprender por su cuenta proyectos por completo ajenos a los que en su día recabó. 

Es evidente que su política ha estado impregnada de un cierto adanismo:el año cero de la cultura en Murcia se inicia con Pedro Alberto Cruz, es decir, antes de él no hubo nada. Y aunque esto es dudoso, lo probable es que, en cambio, después de él no quede mucho. Demasiado humo, como esa habitación de Manifesta en la calle de Correos, que curiosamente ha sido desmantelada cuando podría haber sido realmente transgresora si hubiera permanecido tras la aprobación de la ley Antitabaco.

 Pero que nadie se equivoque.Cruz es una pieza valiosa, de las que escasean en la vida política, y dispone además de una baraja de perfiles con la que investirse en cada caso, lo que multiplica sus habilidades políticas mientras ofrece la imagen de que es un extraterrestre en el oficio. Su fragilidad, sin embargo, es también muy acusada, pues es sensible a la adulación, tiene una alta consideración de sí mismo que no permite que la realidad le arrebate y le falta madurez vital para transitar por territorios en que es preciso diferenciar a la persona y sus tormentos íntimos del gestor atinado y eficiente.

 La crisis se ha llevado por delante una política que tenía techo. Ahora toca apencar con una realidad cultural que precisa apoyo por la base, mantenimiento y dinamización de las infraestructuras existentes y desarrollo de proyectos a pequeña escala. Si Cruz tiene claro el camino, estoy convencido de que sabrá reconciliarse con el mundo de la cultura y salir de las pancartas. Y como es inteligente y hábil, lo hará. Empieza la fase de aterrizaje.

Mentiras sobre el Romea

 La concejala de Cultura de Murcia, Fátima Barnuevo, dijo hace unos días que estaban enmoquetanco y poniendo las sillas del Romea. Mentira. Para hacer eso, primero hay que entarimar. Las maderas no están en Murcia. Han de venir de Canadá. En el puerto de Valencia deben permanecer diez días en cuarentena. Y una vez colocadas han de permanecer extendidas a 25 o 27 grados durante treinta días antes de colocar sobre ellas sillas o moquetas, como bien saben los lestores de La Opinión

Es decir, la concejala mintió. Y lo hizo a sabiendas. No es novedad que los políticos mientan, pero no es habitual que metan trolas de manera tan descarada y que ofrezcan de su boca información falsa. Y lo grave es que el resto de portavoces municipales saben que esa información es falsa. Y ahí sigue.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Diario de un esquirol / Santos López Giménez

A punto de finalizar el día, no un día cualquiera, sino el día para el cual había convocada una huelga general, me cuesta ir a la cama sin reflexionar sobre la misma. Las primeras ideas que me rondan giran en torno a los sindicatos. Los sindicatos convocaron esta huelga y es lógico que sean ellos los primeros que asalten mi mente. Su presencia es incuestionable, obviedad que deseo dejar patente ante la enorme sarta de improperios que, en los últimos tiempos, les llueven. Cuestionarlos sería igual que cuestionar a los partidos políticos, aunque éstos se lo vienen poniendo fácil a aquellos que suelen hacer tabla rasa cada vez que un turbio asunto de corrupción salta a los medios. Unos y otros, sindicatos y partidos, podrán cambiar de formato, reorganizar su modo de interactuar con la sociedad, que falta les hace, pero sin ellos sería impensable la democracia, al menos del modo que durante los últimos treinta años hemos creído, en España, que se sustentaba. No significa que no hayan otros potenciales modos de organización social en libertad, los hay y sería bueno que fuesen tomando posiciones, y, paralelamente, no estaría mal que entrasen en escena muchas personas cuya valía social está ampliamente demostrada y que, haciendo el juego a los detractores de la política, se parapetan tras halos de insustituibles profesionales. Pero, esta concatenación de ideas preestablecidas, se queda en eso, en una sucinta enumeración de principios básicos que, se supone, garantizan una mínima solidez de las estructuras sociales y políticas.

Hoy, uno ha vivido, ideológicamente, el día más extraño de su vida; por momentos, creía traicionarme a mí mismo. Sin embargo, agrupadas las declaraciones de unos y otros, tanto las que el día ha generado, como las que se venían vertiendo días pasados; escuchadas las sandeces televisivas que, sobre el desarrollo del día, se iban sucediendo; y, sobre todo, considerando mi particular análisis sobre quienes, realmente, precisan de una masiva solidaridad social, si nos ceñimos a España y nos circunscribimos al ámbito laboral, es decir, parados e inmigrantes, llegaba uno a la conclusión de que su posición, por difusa e indefinida que fuese, frente a esta convocatoria, era una más de las posibles ante las verdaderas injusticias que asolan nuestra sociedad.

Cuando, a lo largo del día, algunas cadenas se regodeaban con las gamberradas de unos delincuentes disfrazados de manifestantes, y les llamaban antisistema, me recordaba a la época pepera cuando altos dirigentes del PP utilizaban el término radical como arma arrojadiza. En ambos casos, los dos términos, aplicados correctamente, no designan a nadie que no se conduzca con civismo: sólo desde la radicalidad, o sea, desde el análisis de raíz, y desde una posición fuera del actual escenario, o sea, antisistema, hemos de intentar seguir avanzando. El asunto no se reduce a interpretar si han ganado los sindicatos o el gobierno, el asunto sería analizar el grado de pedagogía solidaria que desde las estructuras políticas y sindicales se es capaz de otorgar a la sociedad, y ése, me temo, no es que sea mínimo, estamos en retroceso.

Entre tanto, mañana, hoy ya, Carmen, parada en estos momentos, seguirá acudiendo, como ayer, 29 S, a sus actividades de cara a preparar un nuevo curso con sus chicos y chicas de Iniciación Profesional; continuará atendiendo a todas las personas que suelen pedirle ayuda, a las que acompaña de aquí para allá, intentando resolver múltiples asuntos, de toda índole, en ocasiones insalvables y lamentables; por mi parte, mañana, 1 de octubre, iniciaré una nueva singladura con el Taller de Apoyo al Estudio, por sexto año consecutivo, cuya remuneración sigue un recorrido tipo Guadiana: el pasado año no tocó, éste, está muy difícil, pero el Taller seguirá adelante, eso si lo puedo asegurar; mientras que mis horas de la mañana, seguirán ocupadas en otra actividad, con la cual puedo aportar una pequeña cantidad mensual a la maltrecha economía familiar.

Por todo ello, incluido el último e íntimo párrafo, uno seguirá confiando y apostando por un gran valor social, la solidaridad, que hace tiempo se esfumó y que algunos creen poseer por dar migajas de la mucha calderilla que les estorba.

Ahora sí, toca descansar.

Piquetero en Murcia con la ‘amable’ Policía Nacional / José Luis Vidal Coy

¿Tú, qué?
- ¿Yo? Periodista.
- Como me vuelvas a hacer una foto, te llevo p’alante…
- Que soy periodista.
- Que como me vuelvas a hacer una foto, te llevo p’alante.
- No se preocupe; tengo suficiente.
 
Diálogo a las doce menos diez del mediodía en la puerta principal de El Corte Inglés, en Murcia. Instantes antes, los huelguistas coreaban “¡Huelga general! ¡Huelga general!” Al tiempo y apenas a un metro, el que parecía ser y era el jefe uniformado de los policías nacionales que protegían la entrada se elevaba rítmicamente, sonriendo irónicamente. Como aquello de “aborote, aborote…”.

Desde la primera línea del piquete, alzo la cámara y hago clic dos veces; a la primera, el tipo se viene hacia mí y se produce el diálogo anterior. Retratado queda. Naturalmente, prefiero no averiguar cuál es en este caso el significado exacto de “p’alante”.

La anécdota resume a la perfección, a los ojos de un infiltrado en un piquete huelguista, la actitud prepotente y chulesca que la Policía Nacional adoptó ayer en Murcia. A pesar de todo, al final, diez minutos después del mediodía, El Corte Inglés echó la persiana de su puerta principal, tras dos horas de “resistencia”. Y volvió a abrir un rato después, como de costumbre.

A las ocho de la mañana, el delegado del Gobierno, el socialista Rafael González Tovar, ya había hecho pública una relación de grandes empresas –prácticamente todas– que habían parado en la Región  y de polígonos industriales casi sin actividad por la huelga. La nota mencionaba la normalidad de la situación.

Pero ese texto no concordaba con los hechos. Al menos con algunos de los que hasta ese momento se habían producido y con otros que se producirían después.

Bastante antes de amanecer, sobre las cinco de la mañana, la Policía Nacional había cortado al tráfico los alrededores de las cocheras de la empresa de autobuses de la ciudad de Murcia, Latbus, en la carretera de El Palmar. Se trataba, obviamente, de impedir que los piquetes se acercaran a las cocheras y pudieran comprobar si se cumplían los servicios mínimos o se superaban ampliamente, como sucedió. Forcejeos, empujones, discusiones e insultos, pero no hubo concesión policial: salieron a prestar servicio los autobuses que la empresa estimó conveniente, sin control sindical alguno y con algunos piqueteros con más de un palo en sus espaldas a pesar de que no pudieron acercarse a las cocheras.

Allí, como durante todo el día, la chulería policial hizo al delegado del Gobierno, Rafael González Tovar, acreedor de la misma petición que los huelguistas dirigieron reiteradamente y con rotundidad a José Luis Rodríguez Zapatero: ¡Dimisión!

Apenas cuatro horas después ya había terminado un incidente similar en la entrada al campus universitario de Espinardo, de la Universidad (pública) de Murcia. Los piqueteros fueron contenidos con dureza por la Policía Nacional a la entrada. Pero no pudieron evitar que jóvenes huelguistas que ya se encontraban dentro del recinto cumplieran su misión de piquete informativo. Más forcejeos y empujones, seguidos de un intento de atropello de unos huelguistas por un coche que pretendía obviar su presencia física y que acabó con el parabrisas apedreado. Poco más dio de sí la madrugada piquetera: algún contenedor de basura y alguna hoguera callejera.

Después, durante toda la mañana, un macropiquete de unas dos mil personas ––la mitad de la cifra tentativa anunciada por los sindicatos–– recorrió las calles más céntricas y comerciales del centro de Murcia. Sin incidentes reseñables, salvo el “tradicional” de todas las huelgas en la puerta principal de El Corte Inglés, y la especial dedicación y rudeza con que la Policía Nacional protegió los centros oficiales de la Administración ante los que los componentes del Gran Piquete coreó consignas, ondeó banderas, cantó y hasta tiró algún petardo que otro. La jornada matutina terminó sobre las 13 horas ante el Banco de España, en plena Gran Vía murciana. Pero allí no hubo nada. El centro comercial estaba muerto y los huelguistas habían conseguido su objetivo: paralizar la actividad.

Meta más que satisfactoria para las centrales sindicales y organizaciones convocantes en una ciudad que otorga más del 60 por ciento de sus votos emitidos al PP, elección tras elección desde hace más de quince años, y en la que a los ciudadanos lo único que parece importarles son las fiestas religiosas de todo tipo y las folclórico-tradicionales, reales o “recuperadas”, es decir, inventadas.

El seguimiento de la huelga fue del 70 por ciento según “las centrales convocantes”. En la manifestación de las seis de la tarde, unas 20.000, que recorrieron punta a punta la Gran Vía para girar visita de cortesía a la Delegación del Gobierno, doscientos metros más allá. Y, al paso de la manifestación, todo cerrado. La Policía Local, la misma que hace dos semanas cifró la asistencia a la romería de la patrona en 600.000 personas –en una ciudad con censo oficial de 450.000– dijo que sólo asistieron cinco mil.

lunes, 1 de marzo de 2010

Las tres cruces del juez Garzón / Jesús Cacho

“Más que la crisis en sí, me preocupan los síntomas de descomposición que se advierten por todas partes”. La frase no pertenece a un moralista al uso, ni a un político con ansias redentoras. Fue pronunciada esta semana por un presidente de empresa del Ibex, asustado por las cosas que estaba viendo desfilar por su despacho. Sobre el fango de una crisis económica que va camino de los 5 millones de parados empiezan a emerger situaciones de escandalosa corrupción típicas de sistemas en fase de desguace, de momentos de “sálvese quien pueda”, o de irónicas despedidas tipo “el último, que apague la luz”.

Dos casos de ahora mismo para ilustrar la profunda crisis política y de valores que está en la base de la decadencia económica de España: Los estertores en la carrera judicial del dizque juez Baltasar Garzón, defendido a capa y espada por el Gobierno y su imponente aparato mediático, con Prisa a la cabeza, a pesar de las tres querellas tres admitidas a trámite por el Tribunal Supremo (TS).

Y la operación de lobby sobre Moncloa puesta en marcha por Florentino Pérez (ACS, los March), para meter la mano en la caja de Iberdrola -como muy bien relata hoy aquí Escudier- so capa de acabar con las limitaciones de voto en los Consejos, un tren al que se ha subido Luis del Rivero (Sacyr), que aspira a lo mismo en Repsol. “Esto lo lleva directamente Zapatero, y está sobre su mesa de trabajo”. Hedor inconfundible de corrupción al por mayor.

Tiempo habrá para abordar este asunto, cuyo análisis remite por derecho a algunos de los más sonoros escándalos del felipismo. Centrémonos en el inmarcesible juez Garzón, a quien el TS ha aplicado aquello de “si no quieres caldo, toma tres tazas”. Tres querellas tres. Es lo que tiene echarle un pulso al Poder, aunque sea el judicial.

Mucho tiempo lleva echándoselo el juez campeador a través de su abogado, Martínez Fresneda, y de su íntimo amigo el también letrado Gómez Benítez –incurso en el caso Faisán, que el propio Garzón guardó en un cajón durante meses-, con la ayuda de sus amigos mediáticos de la izquierda, incluida TVE, y el respaldo total del Gobierno, con la Fiscalía General del Estado y el ministro Rubalcaba en primera línea de fuego. Una ofensiva formidable contra quienes claman por una regeneración del Justicia, que trata de enmascarar los desmanes del Campeador y salvarlo del trance, con prácticas que se acercan a la más pura y dura mafia. Parece, sin embargo, que la estrategia de intimación no ha funcionado esta vez. ¿Por qué?

La línea Maginot se ha fundido porque al juez le han pillado in fraganti en el lugar más inadecuado y en el instante más inoportuno. Justo en el cruce de caminos de varias corrientes de aire que, simultáneas en el tiempo, han provocado la tormenta perfecta capaz de expulsarle de ese planetario jurídico del que siempre soñó ser considerado astro rey. Una ha sido el caso Gürtel, cuyo damnificado es el PP. Otra, el caso Faisán, cuyo beneficiario es el PSOE, partido al que el damnificado sirve ahora con ejemplar dedicación. Una tercera, el llamado caso Pretoria, que ha puesto contra las cuerdas a ilustres catalanes sacando los colores a CiU.

Y, en medio, un frente frío llamado causa abierta contra el franquismo, que choca abruptamente con el cálido de los 300.000 euros que el juez bonito pidió al Banco Santander, Querido Emilio, para sufragarse unos meses sabáticos en Washington. La confluencia de tanto meteoro jurídico ha surtido el efecto del barril de pólvora presto a explotar de forma inmisericorde en las partes pudendas del “Príncipe de la Magistratura”, como en su día lo calificara el director de El Mundo (“Baltasar Garzón ha guiado con destreza la relampagueante trayectoria del arma justiciera, dibujando en la pizarra de la Historia uno de los más memorables guiones torcidos de Dios”), en los días en que ambos compartían vino y rosas.

Un juez con muchos padrinos

Lo que parecía imposible, lo que no consiguieran tantas querellas interpuestas durante tantos años, lo ha logrado ahora la tenacidad de dos abogados, Mazón y Panea, enzarzados con Emilio Botín por el caso de las cesiones de crédito; un ex fiscal de la Audiencia Nacional cabreado hasta la médula tras haber sido espiado, Ignacio Peláez, y una asociación que se creyó lo de la ley de punto final sobre la guerra civil. En El Profeta, la película de Audiard de reciente estreno, el protagonista, un joven magrebí analfabeto y frágil que acaba de ingresar en la cárcel, es acogido en el clan de los corsos que controla la prisión después de superar la prueba que le impone el capo del grupo: asesinar a otro recluso. “A partir de ahora estás bajo la protección de Luciani”.

Garzón también pasó a estar bajo la protección de Polanco (“que me lo meten en la cárcel, José María [Aznar], que me lo meten…”) después de que el juez bonito le salvara del trance Sogecable, matando a su mejor amigo, el también juez Liaño. Garzón pasó a ser Uno de los nuestros. El padrino de Prisa resolvió su futuro y lo blindó de toda acechanza. Nada ni nadie podría contra él. Desde entonces, muchos han sido los cadáveres insepultos dejados en su camino hacia el poder y la gloria. Pero, con Polanco muerto y Prisa al borde de la tumba, Garzón ha cometido un error capital de última hora, solo explicable por su infinita soberbia: se ha atrevido a arremeter cual toro embolado contra sus propios compañeros de carrera, incluidos los magistrados del Tribunal Supremo. Y no hay peor cuña que la de la propia madera.

La frase que un día dirigiera Miquel Roca a Alfonso Guerra, “es que a usted le tenían ganas…”, se ha vuelto a reproducir aquí y ahora. A cuenta de su condición de aforado, Garzón se ha encontrado con una Sala Segunda del TS presidida por un Juan Saavedra, candidato outsider en su día al cargo, que se cree su función. Se la cree y la ejerce sin notoriedad, con eficacia y rigor, porque es un judicial de los de toda la vida, sin tentaciones políticas ni ambición de cargos.

Y con él, un conjunto de magistrados de impecable trayectoria profesional –Colmenero, Maza, Monterde, Andrés Ibáñez, Barreiro, Varela, etc.-, que con él han decidido pasar página de una de las épocas más oscuras de la Justicia española, la representada por Bacigalupos, Villarejos, Ancos y algún otro de la misma especie, y restituir a la suprema instancia penal el prestigio perdido. Hasta 14 magistrados han visto en el TS las tres querellas interpuestas contra el Campeador, y las tres han sido aceptadas por unanimidad, y ello a pesar de que entre esos 14 hay gente, como el citado Andrés Ibáñez, muy cercana a Prisa.

Garzón ha arremetido contra los dos frentes de los que hoy por hoy depende su estatus de inmune ante la Ley: El CGPJ, en la persona de Margarita Robles, impulsora principal de su inmediata suspensión de funciones, y contra los Magistrados de la Sala Segunda, amenazados por El País con salir en portada cualquier día de estos. “Nunca se nos ha ofendido tanto”, aseguraba días atrás un juez del TS. “Estamos ante un tipo disparatado, un bárbaro que cada día que pasa hace más insostenible la situación. Así no podemos seguir trabajando”. Para recuperar ese prestigio, cualquier tribunal –mucho más el Supremo- está obligado a hacer gala de una imparcialidad exquisita.

El error de la acorazada mediática que en las últimas semanas trata de amedrentar a los magistrados mediante una campaña frontal de apoyo de Garzón ha tenido, por eso, un efecto boomerang. Cualquier gesto realizado por la Sala Segunda en beneficio del juez hubiera sido interpretado por la ciudadanía como señal de que los Magistrados del TS son bizcochables -exactamente lo que piensan de la Fiscalía-, en feliz expresión del fallecido Joaquín Navarro, una de las personas que más hubiese disfrutado viendo la estrella del campeador acercándose a su ocaso.

Un Gobierno decidido a rescatarlo del trance a toda costa

Los casos Gürtel, Faisán, franquismo y Pretoria son arquetípicos del mal hacer, en lo que a prepotencia y sectarismo se refiere, del juez de marras. El caso del Banco Santander, Querido Emilio, evidencia, por lo demás, su ánimo de lucro. Todos son episodios salpicados de trampas.

Trampa es grabar las conversaciones que en la cárcel mantienen los imputados con sus abogados sin conocimiento de los afectados, una de las más graves tropelías que, desde el punto de vista de un Estado de Derecho, se pueden cometer en el ámbito judicial.

Trampa es sobreseer y archivar precipitadamente un procedimiento porque de él se pueden desprender gravísimas responsabilidades jurídicas para el presidente del Gobierno y su ministro del Interior.

Trampa es eludir el deber de cumplimiento de la legalidad -Ley de Amnistía de 1977-, sin instar la cuestión de inconstitucionalidad de la misma antes de iniciar cualquier tipo de procedimiento, dispuesto como estaba el juez bonito a abrir heridas que la gran mayoría de la sociedad española consideraban cerradas, todo ello ad maiorem gloriam suam.

Y trampa es usar fraudulentamente de la técnica de las piezas separadas para arrogarse la competencia -sin pasar por reparto- de asuntos que ni siquiera son materia de la Audiencia Nacional, ello para aflorarlos cuando al libre albedrío del narcisista juez interese.

Dando por sentado el cabreo supino de una mayoría en el CGPJ y TS, el deseable final de la anomalía Garzón no hubiera sido posible, con todo, sin el hartazgo de unos ciudadanos cada vez más escandalizados con la situación de una Justicia sumida en el mayor de los descréditos por casos como el comentado.

Es cierto que la estrella del campeador parece a punto de apagarse. “Está muerto”, dicen en el despacho de Rubalcaba. Es cierto, también, que el susodicho ha pretendido jugar a tantas cartas que, al final, su castillo se ha derrumbado. Y es cierto, en fin, que nadie está por encima de la ley, aunque ese nadie viva adosado al Poder, identificado en el Ministro de la policía de turno. Pero no lancemos las campanas al vuelo.

A Garzón no lo salvará Prisa, tan arruinada como desacreditada, pero sí podría rescatarlo del barro un Gobierno dispuesto a poner en jaque toda la maquinaria del Estado para mantener vivo a un juez que, por encima de todo, es útil al Poder, tanto para tener a la oposición permanentemente en jaque como para solventar de un plumazo –firma y rúbrica, nunca mejor dicho- el trabajo sucio de Policía y Guardia Civil en la lucha antiterrorista.

La pelota, en mi modesta opinión, sigue en el tejado. Si finalmente se estampara contra el suelo, sería un motivo de gran alegría porque, a pesar de los pesares, habría margen para pensar que la regeneración democrática aún es posible en España.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Blanco y Zapatero / José María Carrascal

Ha causado sorpresa el ascenso de José Blanco en el escalafón ministerial, donde, tras desplazar a la vicepresidenta primera, según unos, ocupa ya la posición de valido, según otros. Se quedan cortos. José Blanco no es una invención de Zapatero. Zapatero es la invención de José Blanco.

No pueden darse dos personalidades más distintas, física, humana e intelectualmente. Zapatero es un señorito de Valladolid que se buscó un pedigrí republicano-obrero en León para lograr un escaño socialista en el Congreso, donde iba a eternizarse, hasta que Blanco lo descubrió y convirtió en príncipe de las Españas.

A diferencia de Zapatero, a Pepe Blanco nada le ha sido regalado en la vida. Nacido en el corazón de la Galicia rural, tierra de políticos, dejó los estudios de Derecho para hacer carrera en el PSOE desde el último peldaño, e irlos subiendo uno a uno hasta la Secretaría General. Nadie conoce mejor su partido que él; puede que Alfonso Guerra, pero Guerra es ya historia. Mientras Blanco es el presente.

Un «apparatchik» en el más estricto sentido de la palabra, ha hecho favores a todos y todos se los deben. Sin él, que muñó la coalición entre descontentos con el viejo aparato y guerristas, Zapatero nunca hubiera sido candidato a la presidencia en 2004. Aunque también es verdad que sin el 11-M, tampoco Zapatero hubiera ganado las elecciones. Pero la suerte es de quien la busca, y Pepe Blanco sabe buscarla como pocos.

De su maestría en el manejo de tiempos, personas y lugares habla que no quisiera ocupar un cargo de relumbrón en la primera legislatura de Zapatero, contentándose con seguir al frente del partido. Su aparición en la segunda, como ministro de Fomento, desde donde se distribuyen las mercedes, y, ahora, como «primer ministro» en la sombra, advierte de la emergencia que vislumbra, a la que intenta atajar.

Su principal problema no es el PP, paralizado por sus luchas internas, ni siquiera la crisis, con ser gravísima. Es su criatura, que ha empezado a actuar por su cuenta y riesgo, y en vez de seguir las pautas cautelosas de su creador, da bandazos, como esos muñecos a los que se les ha saltado la cuerda y tanto van en un sentido como en otro, contradiciéndose cada día, alarmando a los mercados, espantando a los suyos y dando munición a los rivales.

Al frente de ese gabinete de crisis que es la comisión triministerial, José Blanco va a tratar de que los sindicatos no se desmanden, los inversores no huyan, los banqueros obedezcan y el PP siga siendo la casa de tócame Roque o como te llames. Pero su tarea más urgente es controlar a su pupilo, que ha terminado creyéndose un estadista capaz de solucionar los problemas seculares de España, aliar las más enfrentadas civilizaciones y resolver las mayores crisis, cuando es la simple creación de un chico listo de Palas de Rey.

http://www.abc.es/20100224/opinion-firmas/blanco-zapatero-20100224.html

domingo, 19 de julio de 2009

Cesáreo Alierta y Javier de Paz / Jesús Cacho

“Fallamos: debemos absolver y absolvemos a Cesáreo Alierta Izuel y a Luis Javier Placer Mendoza, por haber prescrito, del delito de uso de información privilegiada de los artículos 285 y 286. 3º del Código Penal por el que venían siendo acusados, así como del resto de pretensiones deducidas en su contra, debiendo declarar de oficio las costas procesales causadas”. Es la cita textual del fallo, página 70 de 71, por el que la jueza Manuela Carmena absuelve al presidente de Telefónica del delito de utilización de información privilegiada. “Por haber prescrito”. Tres palabras malditas que convierten en hiel el néctar de ese “debemos absolver y absolvemos”. El ambiente en Telefónica retrataba ayer ese doble sentimiento: “Sentencia cojonuda de puertas afuera, pero cuando uno se encerraba en el despacho, joder qué putada de sentencia…!” Ante Cesáreo Alierta se abre un periodo de inevitable reflexión en torno a su continuidad en el cargo.

Las señales de humo no habían sido positivas. La negativa de la jueza a aceptar la tesis del sobreseimiento en los lances previos a la vista oral, no hacía presagiar nada bueno. Su comunicado del 20 de mayo, anunciando que se tomaba “otros 40 días para decidir”, solo sirvió para aumentar las dudas, y la posterior prórroga “hasta finales de julio” ratificó la sospecha de que las cosas no le iban a ir bien al de Zaragoza. En contra de lo ocurrido con algunos altos prebostes de las finanzas hispanas, caso de Emilio Botín, que contó primero con el aval de Rodrigo Rato y después –tras el 14 de abril de 2004- de Pedro Solbes, el Gobierno Zapatero parece haber mantenido algo más que un simple principio de neutralidad: se ha lavado las manos –tan sucias por tantos casos que tienen que ver con la Justicia a la carta de los poderosos- cual Pilatos, en espera de poder recoger los frutos de un eventual traspié judicial del de Telefónica.

Es verdad que ha evitado la condena, y que por lo tanto las cosas podían haberle ido peor, pero la sentencia es muy dura, porque el relato de hechos probados, cuya contundencia queda realzada por la ausencia de adjetivos propia de la prosa judicial, deja poco espacio a la duda. En 1997 y siendo presidente de Tabacalera, Alierta “ideo la forma de aprovechar el conocimiento de determinados hechos sustanciales relativos al mercado bursátil, a las operaciones que se iban a realizar y a la repercusión que tales hechos fueran a tener en el desenvolvimiento del mercado de valores para obtener una ventaja patrimonial considerable (…) Entendiendo que la noticia de la adquisición de esa tabaquera [Havatampa] iba a tener repercusión en el precio de las acciones de la sociedad, se puso de acuerdo con Luis Javier Placer Mendoza para que, apareciendo éste último como único interviniente de la operación, pareciera que fuese él quien llevara a cabo determinada inversión respecto de la que se sabía, que por el conocimiento de las vicisitudes de la negociación, que iba a ser manifiestamente rentable”.

Se vuelve a repetir, calcada, la historia de los Albertos, Cortina y Alcocer, con el famoso caso Urbanor. El 2 de enero de 2001, La Audiencia Provincial de Madrid consideró probado que los famosos primos cometieron delito de estafa, apropiación indebida y falsedad documental en la venta al Grupo KIO de unos terrenos de la plaza de Castilla de Madrid, pero determinó absolverlos al considerar prescrito el delito.

Tras el pertinente recurso del fiscal, el 14 de marzo de 2003 el Supremo revocó la sentencia de la Audiencia condenándoles a 3 años y 4 meses de cárcel al considerar que los delitos no habían prescrito. Ambos recurrieron en amparo ante el Constitucional, pero solo la intervención del Rey y la posterior actuación de una Sala Segunda del TC digna de toda sospecha -que para la ocasión dio a luz una nueva doctrina sobre la prescripción-, impidió que los primos fueran a parar a la cárcel (sentencia de 20 de febrero de 2008).

La intrahistoria política de una sentencia

Si el fiscal optara por recurrir esta sentencia ante el Supremo, como parece probable, el maño podría verse obligado a repetir el viacrucis de los Albertos camino del Constitucional, teniendo en cuenta que la doctrina del pleno del Supremo sobre la prescripción, contraria a la del TC, sigue viva. La solución final, con todo, no se conocería antes de 6 o 7 años, dado el estado comatoso de la Justicia española. Para entonces Alierta ya no estaría en Telefónica, pero el proceso amargaría su despedida, empañando los magníficos registros alcanzados al frente de la operadora. “Más que otra cosa, me interesa la intrahistoria política de esta sentencia”, aseguraba ayer un notable madrileño. “Es evidente que el Gobierno, a través del FGE, ha tenido muy fácil el archivo de la causa. Podían haberlo hecho, y hay que preguntarse por qué no lo han hecho. La sentencia absuelve a Alierta, pero mancilla su honor. Le salva la cara, pero no lo suficiente, de modo que el Gobierno tiene ahora la oportunidad de felicitarle efusivamente, al tiempo que, con una palmadita en el hombro, le dice que ya va siendo hora de pensar en el relevo, para que vaya haciendo hueco a otros. Ahora nos toca a nosotros. De hecho me consta que ya se lo han dicho”.

En el horizonte de la primera multinacional española se dibuja un futuro no exento de incertidumbre. “The mixed verdict raises questions about Mr. Alierta's future at Europe's largest telecom company”, afirmaba ayer la edición digital del WSJ. Como ocurriera tras la llegada al Gobierno de José María Aznar, que significó la entronización de su compañero de pupitre Juan Villalonga en la dirección de la compañía, ahora parece llegado el turno de José Luis Rodríguez y el PSOE. Telefónica no es una empresa privada, o no lo es en el sentido anglosajón del término. Además de una gran empresa, es un gigantesco conglomerado de intereses en el que abrevan todo tipo de iniciativas culturales, deportivas o de simple caridad. Casi 1.500 millones de euros destinados a patrocinios de todo tipo –tal que dar acomodo en Washington al yerno de Su Majestad–, incluida la publicidad y las relaciones públicas.

Mucho dinero a ganar, en un horizonte político que para el señor Rodríguez se presenta más bien problemático por culpa de la crisis en curso, y sin hucha de ningún tipo, al menos que se sepa. Es el momento de colocar a un amigo. La descripción puede parecer exagerada, brutal incluso, pero así es como funcionan las cosas en la “democracia” española. Y el presidente del Gobierno tiene un amigo muy querido en el Consejo de Telefónica. Se llama Javier de Paz Mancho, 51, y tras esta sentencia (y la espantada de Manolo Pizarro en enero de 2008, abandonando la operadora incorporarse a las listas del PP) muchos ojos se volverán ansiosos hacia su discreta figura. Ex secretario general de las Juventudes Socialistas, ex miembro de la ejecutiva confederal de UGT, ex presidente de la pública Mercasa y más recientemente de la privada Panrico, De Paz procede de una familia vallisoletana muy humilde que, tras emigrar a Alemania en los sesenta, se vio forzada a dejar al hijo al cuidado de los abuelos, modestos jubilados en el no menos modesto barrio palentino de El Cristo, cuando en el Cristo todavía no había agua corriente.

Un año por delante para Alierta

Tímido, afable, discreto a más no poder, De Paz camina con pies de plomo tratando de evitar las trampas para elefantes que pueblan Telefónica, huyendo como alma en pena del acecho de quienes le señalan con el dedo como heredero. Desde las filas de la derecha se llevan las manos a la cabeza asegurando que “no da la talla”, afirmación un tanto exagerada si reparamos en las capacidades de la persona que hoy ocupa la presidencia del Gobierno. Para aumentar esa talla, o limar carencias, De Paz, que en junio invirtió 100.000 euros en la compra de 6.600 acciones de la operadora, ha pasado los últimos meses en Inglaterra aprendiendo el idioma a marchas forzadas. Y lleva muchos más por los pasillos de la monumental nueva sede de Las Tablas preguntando, visitando, estudiando su gran asignatura de futuro. Y sin mover un dedo que pueda ser interpretado por el jefe como señal de traición.

“Para Alierta era muy importante no terminar su carrera con una condena”, señalan en la operadora, “pero no está contento. Dice que su honra ha quedado manchada y que el tribunal no ha tenido en cuenta sus argumentos ni las pruebas presentadas por sus abogados”. Es evidente que el relevo no se producirá mañana, pero nadie cree que Moncloa deje pasar esta oportunidad para pillar cacho. Una fecha importante en lontananza: el 5 de mayo de 2010. Ese día Alierta cumplirá 65 años. “Hasta que no cumpla los 65 no me jubilo”. Cumpleaños en mayo y Junta General en junio. Casi un año por delante, el tiempo que resta para que De Paz pueda ser elegible. Habrá que ver lo qué dice y hace Isidro Fainé, un hombre con magníficas conexiones con todas las instancias terrenales, que tan importante papel jugó en la defenestración de Villalonga de Gran Vía 28.

Y una referencia final al tempo de esta sentencia. En Estados Unidos, un caso tan complejo como el Madoff ha sido juzgado y sentenciado en siete meses (la estafa estalló el 11 de diciembre pasado). El malandrín está en la cárcel para toda su vida. En España, los hechos ahora fallados tuvieron lugar en febrero de 1998, y la querella fue admitida a trámite en septiembre de 2003. La sentencia ha tardado, pues, 11 y 6 años, respectivamente. Con un tipo de Justicia como esta es imposible concebir no ya una democracia digna de tal nombre, sino siquiera una economía moderna, dotada de las imprescindibles garantías jurídicas, una de las cuales, y de las más importantes, es la rapidez a la hora de obtener una sentencia justa. ¿Hará alguna vez algo nuestra clase política para acabar con esta vergüenza?

www.elconfidencial.com

miércoles, 13 de mayo de 2009

El 'zulo' de Ochoa y la bandera de Trillo dividen Cartagena

MADRID.- Si la lucha contra el terrorismo y el homenaje a sus víctimas es motivo de consenso inamovible en España, en Cartagena no parece serlo tanto. Así que… O Cartagena no es España o el resto es tierra conquistada, que diría un asturiano y se escribe en 'El Confidencial'.

La instalación de la escultura El Zulo de Víctor Ochoa en la explanada principal del puerto al módico precio de 740.000 euros, junto a la bandera española ideada por el cartagenero Federico Trillo en sus tiempos de ministro de Defensa a imitación de la que ondea en la madrileña Plaza de Colón, divide a tirios y troyanos en la ciudad portuaria. Esta vez, sin embargo, la polémica no afecta a californios y marrajos semanasanteros, sino al interior mismo del Partido Popular dominante.


Una escultura y una bandera de proporciones gigantescas (ocho por diez metros) sobre un mástil de 25 metros de altura, inauguradas a bombo y platillo en la plaza portuaria de los Héroes de Cavite el pasado 4 de abril, ha causado una polémica primaveral que ha afectado al seno mismo de la cúpula del PP, además de a la propia ciudad. Los bordesicos cartageneros se han apresurado a rebautizar El Zulo como El Cagón, una estatua que se ha paseado por media España (Salamanca, Madrid, Ávila, Granada, etc) sin que ningún ayuntamiento del PP la comprara.


Mientras algunos cartageneros están mosqueados porque su ayuntamiento se gastara 740.000 euros -Boletín Oficial de la Región de Murcia número 301 del martes 30 de diciembre de 2008, pg. 41191- en tiempos de crisis y en tan polémica pieza, el mismísimo presidente de la Autoridad Portuaria, Adrián Ángel Viudes, que goza del mayor sueldo público de la región desde 1996 y designado por el presidente regional Ramón Luis Valcárcel, ha atizado más fuego a la polémica. Todo porque Pilar Barreiro, alcaldesa desde 1995 y diputada en el Congreso desde hace un año, no ha puesto las decoraciones en el centro de la ciudad sino sobre unas baldosas que están bajo jurisdicción de la Autoridad Portuaria, es decir, de Adrián Angel Viudes y no de la corporación municipal.


Al acto de inauguración de la ‘cosa’ asistieron, además de todos los concejales populares del Consistorio, el cartagenero Federico Trillo, venido expresamente desde Madrid acompañado por su fiel escudero, el diputado también cartagenero Andrés José Ayala, y demás fanfarria uniformada o no al uso. El presidente de la Autoridad Portuaria no asistió. Estaba de viaje -no se sabe si marítimo- ese día 4 de abril y, obviamente, no pudo estar presente.


Los bordesicos cartageneros hicieron correr inmediatamente el rumor de que el autor de la escultura era artista de la cuadra de María Porto, afamada marchante de arte en su día ligada sentimentalmente al socialismo beautiful y ahora esposa de Francisco Álvarez Cascos, compañero de fatigas políticas y ministeriales del cartagenero Trillo.


La alcaldesa de Cartagena, Pilar Barreiro, se apresuró a desmentir al mismo avispado cronista que soltó la especie haciéndose eco de la polémica. Y así, hasta que llegue el verano, salen a colación detalles añadidos como que el autor ya vendió a Cartagena hace un par de años otra escultura homenaje a Severo Ochoa, insigne científico del que, por si nadie se había dado cuenta, es sobrino-nieto, dicen. Más madera, esto es la guerra, dijo Groucho Marx.