miércoles, 12 de enero de 2011

Aterrizaje cultural / Ángel Montiel

En todas las manifestaciones que se se han producido contra los recortes del Gobierno regional, la imagen del presidente Valcárcel aparece acompañada de la del consejero de Cultura y Turismo, Pedro Alberto Cruz, queriendo simbolizar en éste una supuesta política de dispendio del presupuesto público que habría llevado a la situación actual de alto déficit. 

No digo que sea justo, pero sin duda obedece a una percepción generalizada, y en política las percepciones se convierten en ley. Sobre todo cuando la implacable realidad no facilita ofrecer respuestas precisas que permitan modificar la impresión que se da por aceptada. 

Así, a la misma vez que caía el telón de Manifesta8, un empeño costosísimo, superficial, caprichoso y onanista, la Administración cultural se mostraba impotente por falta de recursos para instalar las butacas de la Filmoteca Regional, cerrada por obras y con reincidente incumplimiento de plazos de apertura, cuyo interés cultural, proyección educativa y coste elemental está fuera de toda duda. 

La movilización del pasado lunes en requerimiento de su reapertura es un indicativo de por donde va la demanda real, al margen de los delirios de la cultura espectáculo y de los grandes eventos, una política que no deja más poso que los recortes de prensa —algunos de bochornosa crítica filial—, y desampara el tejido autóctono para el que en tiempos de vacas gordas quedan los restos y en los de vacas flacas, nada, como ahora se constata.

 Porque la Filmoteca es sólo una anécdota. El teatro, la danza, los coros, la restauración artística, la programación de los museos, los festivales consolidados, las galerías de arte, los cineclubs, la pequeña industria cultural, el asociacionismo independiente, la programación de los museos... No hay un euro para la cultura de base, para lo que debiera ser prioritario en toda política cultural antes de emprender otros mesiánicos vuelos. La crisis económica ha desvelado el abandono y la subsidiaridad de lo que primero había que proteger e impulsar.

 Es sorprendente que un consejero que antes de serlo, cuando era otro el que ejercía, organizó varias ediciones de un Foro de la Cultura que pretendía fundamentar la política de la Administración con las ideas y planes que surgieran de los colectivos y personalidades más activos y experimentados del entorno, haya dejado de convocar esos debates para emprender por su cuenta proyectos por completo ajenos a los que en su día recabó. 

Es evidente que su política ha estado impregnada de un cierto adanismo:el año cero de la cultura en Murcia se inicia con Pedro Alberto Cruz, es decir, antes de él no hubo nada. Y aunque esto es dudoso, lo probable es que, en cambio, después de él no quede mucho. Demasiado humo, como esa habitación de Manifesta en la calle de Correos, que curiosamente ha sido desmantelada cuando podría haber sido realmente transgresora si hubiera permanecido tras la aprobación de la ley Antitabaco.

 Pero que nadie se equivoque.Cruz es una pieza valiosa, de las que escasean en la vida política, y dispone además de una baraja de perfiles con la que investirse en cada caso, lo que multiplica sus habilidades políticas mientras ofrece la imagen de que es un extraterrestre en el oficio. Su fragilidad, sin embargo, es también muy acusada, pues es sensible a la adulación, tiene una alta consideración de sí mismo que no permite que la realidad le arrebate y le falta madurez vital para transitar por territorios en que es preciso diferenciar a la persona y sus tormentos íntimos del gestor atinado y eficiente.

 La crisis se ha llevado por delante una política que tenía techo. Ahora toca apencar con una realidad cultural que precisa apoyo por la base, mantenimiento y dinamización de las infraestructuras existentes y desarrollo de proyectos a pequeña escala. Si Cruz tiene claro el camino, estoy convencido de que sabrá reconciliarse con el mundo de la cultura y salir de las pancartas. Y como es inteligente y hábil, lo hará. Empieza la fase de aterrizaje.

Mentiras sobre el Romea

 La concejala de Cultura de Murcia, Fátima Barnuevo, dijo hace unos días que estaban enmoquetanco y poniendo las sillas del Romea. Mentira. Para hacer eso, primero hay que entarimar. Las maderas no están en Murcia. Han de venir de Canadá. En el puerto de Valencia deben permanecer diez días en cuarentena. Y una vez colocadas han de permanecer extendidas a 25 o 27 grados durante treinta días antes de colocar sobre ellas sillas o moquetas, como bien saben los lestores de La Opinión

Es decir, la concejala mintió. Y lo hizo a sabiendas. No es novedad que los políticos mientan, pero no es habitual que metan trolas de manera tan descarada y que ofrezcan de su boca información falsa. Y lo grave es que el resto de portavoces municipales saben que esa información es falsa. Y ahí sigue.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Montiel parece que no se ha tomado hoy la medicación.Hay tantas contradiciones en su artículo como yo observo? Que alguien me ayude,porfaplis

Anónimo dijo...

¿Cómo llegar a leer tan extenso artículo con la pérdida de tiempo que es oro que ello comporta? Con ta sólo leer el primer párrafo uno se da cuenta de que la culpa la tienen... quienes si no: los tomates, que están tranquilos en su mata... ¿Cómo enfrentar percepción y realidad social, siendo ésta la que el artículista alimenta diariamente como sacerdote de la fe del Panochari, y tacharla en el mismo párrafo como falsaria! Es como decir: todo lo que dice un mentiroso es mentira. Juássssssss! Murcia, capital del Disparate y del Morcón Party. Mañana, más pienso, pero no del que habita en el cerebro.

Anónimo dijo...

Sr Montiel: ¿como puede Ud. defender al enchufado del sobrino de Valcarcel? Es un ataque a la inteligencia.
¿no hy nadie del PP que le diga ls verdades a su presidente sobre su sobrino?

Anónimo dijo...

Conocemos muchos más de un soberbio pepero similar a este(que es la palabra que Montiel no quiere utilizar). Si las cosas van bien, yo soy el autor. Si van mal, la culpa es tuya y qué es lo que hicisteis este verano. No es necesario extenderse más en el comentario como no debería haberlo hecho en el artículo. Obras son amores y no buenas razones ni supuesta inteligencia. Cruz ha sucumbido a su propio yo. Esa zafia mediocridad es Cruz, y no lo que supuestamente tenga dentro.