jueves, 8 de junio de 2017

El Gobierno traslada a los accionistas toda la carga del rescate del 'Popular' / José Hervás *

La de­ci­sión del Banco Santander de ha­cerse con el Banco Popular es una de­ci­sión de Estado. Como ha dicho la pre­si­denta de la en­ti­dad, Ana Patricia Botín, es una compra que dará cer­ti­dumbre y es­ta­bi­lidad al sis­tema fi­nan­ciero es­pañol y eso es bueno para España, para Europa y para el cre­ci­miento de la eco­nomía es­pañola. Pero hay unos grandes per­de­do­res: los apro­xi­ma­da­mente 300.000 ac­cio­nistas que pierden toda su in­ver­sión y a los que el Gobierno no pa­rece haber pro­te­gido de los errores de ges­tión y de su­per­vi­sión. 

Cómo podrán mantener su confianza en el ministro de Economía, Luis de Guindos, cuando recuerden que hace solo unos días, el 19 de abril, con ocasión de un encuentro con el sector financiero con presencia de los medios de comunicación aseguraba que "Popular no tiene problemas de solvencia ni de liquidez" y que "es un banco solvente y su futuro lo decidirán sus accionistas".

No va a ser el caso. Tanto los accionistas como los tenedores de bonos, salvo los seniors, perderán toda su inversión. Parece lógica la propuesta de Organización de Consumidores y Usuarios que ha pedido al Ministerio de Economía y al Banco de España que promuevan un arbitraje o un mecanismo extrajudicial inmediato que aporte una solución lo más rápida y económica posible a estos más de 300.000 accionistas del Banco Popular.

La operación diseñada por el equipo ejecutivo del Banco Santander debe asumir compromisos que no pongan en riesgo su propia viabilidad. A falta de la comprobación a fondo de la verdad de las cuentas del Popular, las ‘due diligence’ habituales, la entidad realizará una ampliación de capital de 7.000 para poder tener una mayor cobertura de los riesgos inmobiliarios.

La entidad prevé un aumento de la rentabilidad del orden del 14 %, pero el beneficio por acción no crecerá hasta el año 2018. Pese a que va a destinar 7.900 millones para ampliar la cobertura de los riesgos inmobiliarios, que pasará del 45 al 65 %, estima que en 18 meses se habrá desprendido como mínimo de la mitad de esa cartera.

De ser así, estas ventas generarán nuevos recursos y se reducirán las necesidades de provisiones. Todo ello lleva a comprender el malestar de los accionistas y de las organizaciones de defensa de los consumidores que consideran que el Gobierno debería haber tenido en cuenta como mínimo el valor que el mercado estaba dando al Popular al cierre de la bolsa el martes por la tarde.

No se puede decir que el Ejecutivo no tuviera margen de actuación. Es la primera operación que se hace en el Marco de Resolución Europeo. Desde que se aprobó esta directiva en el 2014, expertos y observadores habían pensado que la primera entidad en pasar por el nuevo sistema de recuperación de la Unión Bancaria seria la italiana Monte Dei Paschi Di Siena.

Pero primero el Gobierno de Renzi, y desde el año pasado el ejecutivo liderado por Paolo Gentiloni, se han resistido a que los accionistas perdieran todo su capital y, con el apoyo del Gobierno, tratan de sacar adelante la entidad sin el menoscabo de los intereses de quienes han apostado su capital confiados en lo que le habían dicho hasta ahora los supervisores y el Gobierno.

Como han insistido Gobierno y el propio banco no habrá ayudas públicas. En este sentido no va a tener un coste para el contribuyente, pero no se puede obviar que tendrá un coste para accionistas y bonistas.

Resulta lógico que la oposición quiera la inmediata comparecencia del ministro de Economía, Luis de Guindos, que él mismo había pedido para comparecer a petición propia. Al ser a petición propia tendrá la ventaja de no tener que responder nada más que en una ocasión a las preguntas de la oposición.

Lástima. Sería una oportunidad para tratar de aclarar al máximo posible todo lo que ha sucedido en los últimos meses para que el Popular se haya convertido en una entidad inviable.

No se debe olvidar que fue la entidad financiera más rentable del mundo junto al Banc One, ahora también absorbido, en este caso por el JPMorgan, durante ocho años consecutivos en los años noventa.

Seguro que con ocasión de la constitución de la Comisión de Investigación de la Crisis Financiera, el caso Popular va a ocupar un lugar destacado. Una primera explicación la podemos encontrar en términos intelectuales en el libro de Aristóbulo de Juan, ‘De buenos banqueros a malos banqueros’. Pero nos hace falta conocer los detalles. ¿Por qué el Popular no quiso utilizar nunca ayudas públicas para afrontar la crisis y el Gobierno se lo permitió si hoy hemos sabido que estaba en quiebra?


(*) Periodista

No hay comentarios: