martes, 6 de septiembre de 2016

Mentiras de patas cortas acorralan a Rajoy / Fernando G. Urbaneja *

El sapo de Soria se le tendrá que comer el señor De Guindos que es el patrocinador del caso. Lo peor ha sido, como en tantas otras ocasiones, las mentiras, tantas que resultan insoportables, incluso para Rajoy que ha acreditado una resistencia de acero ante ocasiones semejantes. El modelo de mentiras del caso Soria expuestas por cuantos miembros del Gobierno han sido preguntados (Rajoy, Soraya, Guindos, Catalá, Cospedal, Margallo…) se parece mucho, más burdo aún, a las explicaciones sobre la relación de Bárcenas con el PP con el finiquito en diferido.

Soria es víctima de la arrogancia, de su propia arrogancia que es conocida, y de la de sus amigos políticos. Fue arrogante con los “papeles de Panamá”, que pudo haber explicado como un viejo asunto familiar en el que actuó como sujeto pasivo sin relevancia jurídica. Y sus amigos han sido arrogantes tratando de presentar su designación para el Banco Mundial como un concurso de méritos.

Las mentiras de patas cortas han acorralado al gobierno Rajoy desde primera hora. Fue una mentira de patas cortas la explicación para retrasar la presentación de los primeros Presupuestos, los de 2012, hasta después de las elecciones andaluzas. Y desde entonces la lista en larga, especialmente a partir de enero de 2013 cuando el tesorero Bárcenas (los papeles de Bárcenas) cayó sobre Rajoy y el PP como un pesado fardo del que no hay manera de deshacerse.

En cualquier otro país serio, con democracia avanzada, estos casos son inimaginables, no tienen recorrido posible ya que se atajan y amortizan desde el primer momento. Aquí se tratan de esconder con pésimas consecuencias para los que lo intentan.

Lo peor es que no aprenden, que de tanto ir al cántaro a la fuente tendrían que haber advertido que hay que cuidar las decisiones, las formas y las explicaciones. No han aprendido y como señalé en una artículo reciente no asumen ni la contrición ni la atrición.

Un caído colateral, aunque principal, de este caso será el ministro De Guindos, buen amigo de Soria, que ha jugado un papel decisivo en otro caso que puede arruinar sus aspiraciones políticas, incluida su candidatura como alternativa tecnocrática para sustituir a Rajoy sin merma para el PP. En los subterráneos del PP se mueven distintos grupos de presión e interés que acumulan fuerzas para la sucesión de Rajoy. Ninguno da la cara, aunque se nota la guerra sucia para debilitar a los posibles adversarios, ninguno se atreve a animar a Rajoy a irse, pero todos se preparan para cuando llegue ese día.

Mientras, Rajoy sobrevuela a esos grupos, entre los que hay personas cercanas y leales, y no ve motivos para poner punto final a su trayectoria, entre otras razones porque no sabe cómo hacerlo sin poner en riesgo su propio legado, el juicio sobre su etapa de presidente del PP y de España. Una vez más se confirma la tesis de que si llegar a la cumbre es difícil, irse lo es tanto o más, no hay momento adecuado, siempre hay razones para aplazar; se requieren fuerzas mayores para el desahucio. Solo Aznar se fue por propia voluntad y no es seguro que no se arrepintiera pronto.

Aznar dejó claro ante la junta directiva del partido que el resultado de las elecciones de diciembre aconsejaba convocar el Congreso del PP (aplazado sin fecha) y renovar sus cuadros de arriba abajo. No le hicieron ni caso, pero el aviso quedó claro.


(*) Periodista y economista

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