Lo sabemos todos, hasta los interesados:
- En cualquier democracia del mundo un tipo como el Sobresueldos estaría fuera del gobierno hace más de cuatro años.
- En cualquier democracia del mundo un tipo como el Sobresueldos ya habría declarado ante un juez.
- En cualquier democracia del mundo, una asociación de malhechores como el PP estaría ya ilegalizada.
- En cualquier democracia del mundo, unos mangantes como los peperos procesados estarían entre rejas.
Lo
sabemos todos. Pero aquí no sucede nada. La banda de ladrones quiere
seguir haciéndose pasar por un partido político, aunque está procesada
por obstruir a la justicia. El sobresueldos acaba de aceptar el encargo
del Rey de formar gobierno a pesar de que no cuenta con un solo voto por
encima de los de sus incondicionales y palmeros.
Esto
es una farsa, a la par que una tomadura de pelo a la ciudadanía y una
muestra más del carácter chulesco de unos gobernantes que de democracia
saben tanto como Franco, cuyas enseñanzas siguen al pie de la letra.
Hay
quien dice que estos pájaros están donde están porque los han puesto
los españoles con su voto. Cierto, ocho millones de españoles han votado
por el sobresueldos y su banda de apandadores de lo público. Y lo han
hecho con pleno conocimiento de causa. Pero son ocho millones y más de
quince millones han votado en contra. Como partido más votado,
corresponde al Sobresueldos intentar construir gobierno y, si no lo
consigue, marcharse de una vez en lugar de intentar chantajear al país,
remolonear en el cargo, mentir, embarullar, engañar y prolongar una
situación de incertidumbre que solo perjuicios trae a todos.
Cuando
el sobresueldos fracase (y es de esperar que acuda pronto a la sesión
de investidura en lugar de boicotear el funcionamiento de las
instituciones) corresponderá a la izquierda intentarlo. Corresponderá a
Pedro Sánchez, si consigue sobrevivir a la presión que hacen los
carcamales de su propio partido, reaccionarios como Rubalcaba, meapilas
como Bono, conservadores como González, submarinos peperos como Leguina o
broncos autoritarios como Corcuera. De disponer de la libertad
necesaria y mantenerse en la dignidad del NO es NO a esta banda de
ladrones, Sánchez tiene dos opciones y en las dos tendrá que contar con
Podemos.
Este
asunto de Podemos y la gobernación de España requiere glosa aparte.
Cuando apareció, daba la impresión de ir a comerse el mundo, asaltar los
cielos, destrozar el régimen del 78. Algo más de dos años después ya
está claro que lo que, en principio, pareció ser una fagotización de IU
por Podemos ha sido a la inversa: IU ha devorado a Podemos que no es ya
otra cosa que el viejo discurso comunista de la revancha anguitiana con
unas gotas de seudomarxismo populista de raíz latinomericana.
Todo
en Podemos es ambiguo y ambivalente. Basta mirar el comportamiento de
su sucursal catalana, CSQEP, que solo es clara cuando vota en contra de
la independencia. O su escurridiza actitud hacia las cuestiones
espinosas en asuntos de votos: la República, la separación de la iglesia
y el Estado o el aborto. Su desesperada necesidad de respaldo electoral
hace que nadie sepa a ciencia cierta qué propone en concreto.
En
Podemos es ambiguo hasta el juicio que merece. Cualquiera que considere
lo que ha conseguido y lo que pretendía conseguir, hablará de fracaso.
Pero, si se mira desde otro punto de vista, el juicio será distinto. En
realidad, fiel al mandato de Anguita y los comunistas de IU que son
quienes mandan en Podemos, se trata de un triunfo porque su objetivo era
dividir a la izquierda (ellos lo llaman sorpasso del PSOE) y
asegurar que gobierne el PP. A este respecto, Podemos es un éxito.
Gobierna la derecha y la izquierda no puede hacer nada porque depende de
un aliado felón, tramposo y embustero como Podemos, de quien es
imposible saber qué apoyará o dejará de apoyar en cualquier momento,
según le dé el capricho al líder carismático.
No
obstante, cuando el sobresueldos fracase, Sánchez tiene que intentarlo
inexcusablemente. Si en Podemos queda un adarme de inteligencia y no
está obnubilado con la quimera del sorpasso, tendrá que ver que
en unas terceras elecciones, lo más probable es que se sitúe en el 10%
como mucho. En consecuencia, tendrá que encontrar acomodo con el PSOE
como fuerza hegemónica, Pero eso tampoco es seguro. Entre estos
neocomunistas puede más el odio al PSOE que el deseo de resolver los
problemas de los ciudadanos. Sánchez tiene que buscar un acuerdo con los
morados, pero debe estar preparado por si tratan de engañarlo con
alguno de esos pretextos jesuíticos que se inventan.
En cuyo caso, terceras elecciones, mientras España se cae a trozos.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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