La campaña
electoral que arranca la madrugada que va del jueves al viernes 10 de
junio se presenta como la más incierta de todas las celebradas desde que
el 15 de junio de 1977 los españoles hayamos sido convocados a
depositar nuestro voto para elegir a quienes hayan de dirigir el país
los próximos cuatro años.
Sociólogos
históricos, como Juan Díez Nicolás, han advertido que los sondeos
actuales, con las encuestas telefónicas al uso no son
suficientemente fiables para poder garantizar que el resultado
de las elecciones coincidirá con las previsiones.
En su
época como Director General del Instituto de la Opinión Pública, origen
del posterior Centro de Investigaciones Sociológicas, los sondeos
para realizar las estimaciones que calcaron los resultados de las
elecciones del 15 de junio de 1977, fueron con una muestra de más de
10.000 en cada una de las varias oleadas sucesivas que se
realizaron.
Tampoco resulta muy fiable el sondeo del CIS. El
último dado a conocer 17 días antes de las elecciones del 20D, se
equivocó de forma rotunda. Atribuyó 20 escaños más a Ciudadanos de
los que obtuvo finalmente, situándole como tercera fuerza
política.
Mientras que a Podemos y sus confluencias les otorgó
una veintena de escaños menos de los que obtuvieron, situándoles
como cuarta fuerza política cuando quedaron de forma clara y
destacada como la tercera.
El error fue gravísimo. No solo
por la equivocación en la predicción entre Podemos y las
confluencias y Ciudadanos. El error más grave fue que la suma de los
resultados estimados para el PP y Ciudadanos daba una mayoría
absoluta de hasta 188 escaños en el mejor de los casos y los
resultados lo rebajaron a 163, muy lejos de los 176 necesarios
para poder formar Gobierno.
Por eso resultan lógicas las
actuales reticencias de los partidos políticos a la hora de
aceptar las previsiones de los sondeos. Incluso la desconfianza es
absoluta respecto de las predicciones del CIS que en los días
venideros debe dar a conocer su sondeo electoral.
Si nos
atenemos a lo sucedido en las elecciones del 20-D, cuando publicó
su sondeo electoral con 17 días de antelación, esta semana será la
fecha límite para que dé a conocer las previsiones de su último
trabajo de campo.
Al margen de las predicciones sociológicas
que dan por hecho el adelantamiento de la confluencia Unidos
Podemos al PSOE, lo que sí estuvo claro fueron los resultados del
20-D. Aunque cuando se celebren las elecciones ya habrán pasado seis
meses, los especialistas demoscópicos consideran en cambio que
no se han producido grandes cambios en la vida política nacional.
Por
una parte, la iniciativa tomada por Pedro Sánchez para poder formar
gobierno una vez que Mariano Rajoy explicó al Rey que no tenía
garantizada la investidura y por otra, el apoyo de Ciudadanos al
líder socialista no parece haberles aportado ninguna
rentabilidad electoral.
Son los dos partidos que aparecen
como más castigados en los sondeos. Pero si nos fiamos de sus
resultados en conjunto, lo que evidencian es que la división
entre la izquierda y la derecha podrá facilitar la conformación
de Gobierno, pero difícilmente se podrán aprobar reformas
significativas.
Sin los 123 diputados del Partido Popular y
sin 40 de Ciudadanos es imposible hacer ninguna reforma importante
que exija los 210 votos cuando son necesarias las tres quintas
partes de la Cámara, ni qué decir cuando la reforma constitucional,
como en el caso que afecta a las reformas que afecta a la Casa Real,
exige los 233 votos de los dos tercios de la Cámara.
Lógico es
que los expertos hablen de las elecciones más inciertas de toda
nuestra historia democrática. Añaden además que, ante lo incierto
del resultado, a medida que entremos en campaña a partir de la
madrugada del jueves al viernes, la batalla va a ser más ácida.
(*) Periodista
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