jueves, 17 de marzo de 2016

La conspiración contra Iglesias y Rajoy existió y fracasó / Marcello *

¿Ha existido una conspiración para intentar que Mariano Rajoy dejase gobernar a Pedro Sánchez en compañía de Albert Rivera? Creemos que sí, pero fracasó. Y, una vez fallida la intentona de doblegar al PP con su abstención en la sesión de investidura de Sánchez que se hundió el 4 de marzo en el Congreso de los Diputados, los mismos urdidores de la caza de Rajoy, ¿intentaron doblegar a Iglesias y a Podemos para que se abstuvieran en el último momento de la votación del día 4 a favor de la presidencia de Sánchez? Creemos que sí, pero también fracasó.

Después del diabólico resultado de las elecciones del 20-D algunos poderosos, que gustan disfrazarse de aprendices de brujo y de cuyos nombres prefiero no acordarme, diseñaron en la pizarra del poder un gobierno del PSOE presidido por Pedro Sánchez y acompañado por Albert Rivera (éste en el rol de encantador escudero) que debía contar con la aritmética abstención del PP o de Podemos para cumplir la suma necesaria en segunda votación ‘por mayoría simple’ en el Congreso de los Diputados.

El golpe de mano -los golpes siempre empiezan en algún Palacio sea de invierno o de verano- echó a andar cuando Mariano Rajoy, alertado de extraños movimientos en su contra detectados en el plano económico, ‘declinó’ la oferta envenenada del Rey Felipe VI para que se sometiera a la investidura donde recibiría una soberana paliza de toda la Cámara y se fuera del Hemiciclo derrotado y apaleado camino de la depresión.

Pero alguien avisó a Rajoy quien, ayudado ‘in extremis’ por la oferta del Gobierno de Coalición que Pablo Iglesias le hizo a Pedro Sánchez vio venir la embestida, ‘tomó el olivo’ y declino la invitación del Rey, lo que se convirtió en un contratiempo para los conspiradores que una y otra vez insistían, por boca del PSOE, en que Mariano debía subirse al potro de tortura de la investidura. Pero el gallego no tragó.

Luego Sánchez, sabedor que su presente político dependía de si llegaba o no a La Moncloa, e informado de las poderosas ayudas que tendría en su intento de investidura, pidió y aceptó durante la segunda ronda de consultas reales la nominación de candidato a presidente del Gobierno, a pesar de que Rajoy le había pedido al Rey que dejara pasar un tiempo de ‘reflexión’ en una reunión muy tensa en Palacio en la que se le llegó a insinuar a Rajoy que quizás era la hora de su retirada y que debería facilitar el gobierno de Sánchez.

‘No impedir que otro gobierne’ que decía Felipe González, uno de los encartados en la trama, a caballo entre la Bolsa, El País y el PSOE. La reunión de Zarzuela pudo ser tan tensa que Rajoy -según los espías infiltrados- le pudo recordar al monarca lo mucho que hizo por él y su familia, alusión a la Infanta Cristina y al ‘Compi Yogui’ López Madrid.

Pero a partir de ese momento y de las llamadas y presiones en cadena de ciertos poderosos de la economía y las finanzas, Rajoy entendió que iban a por él. Y declaró su ‘independencia’ inexpugnable avisando que no daría su brazo a torcer. Y así quedó que el PP no regalaría a Pedro Sánchez su abstención para colocarlo en La Moncloa.

Y entonces, y mientras Sánchez engatusaba a Rivera diciéndole a todo que sí -‘reformas urgentes de la Constitución’, que solo puede aprobar el PP- para firmar el Pacto Reformista y Progresista que Mariano tildó de Los toros de Guisando, comenzó el cerco a Podemos para que Pablo Iglesias le regalara a Sánchez la abstención en la investidura, algo que el PSOE debía vestir con el llamado ‘plan de choque social’.

De esa manera los conspiradores volvieron a la carga y metieron sus largas manos en la Organización -y nunca mejor dicho- de Podemos para sembrar dudas y la ‘cizaña’ entre los de Iglesias y los de Errejón. Hasta el punto que el día 3 de marzo, víspera de la investidura, en los altos salones del verdadero poder oligárquico, se dio por hecho que Podemos daría la sorpresa en la votación del día 4 con su abstención y que Sánchez saldría a hombros del Hemiciclo al grito de ‘torero, torero’ camino de La Moncloa.

Pablo Iglesias que es el político que mejor disimula de España- Rajoy no tiene paciencia para ello- descubrió el golpe de mano y durante su discurso ‘del beso’ en la investidura no solo le dijo a Sánchez que ‘no’ sino que, sabedor de la larga mano de González en la intriga, puso un manto de cal viva sobre el PSOE, dinamitando los puentes ante la cara de asombro de Errejón que recogieron las cámaras de televisión. En ese instante corría el rumor en la tribuna de prensa del Congreso de que Podemos daría a sus diputados libertad para abstenerse a favor de Sánchez. Pero el implacable alegato de Iglesias en contra del pacto de PSOE-C’s y la cal viva derrumbaron la segunda fase de la conspiración.

Sonrisas en el banco azul de Rajoy, desconcierto en el banco naranja de Rivera (a quien le habían dicho que podría haber sorpresas) y salida desencajada de Sánchez con una derrota sonora de 131 votos a favor y 219 en contra. Y a otra cosa mariposa.

Luego vino la resaca y los urdidores del golpe de mano dijeron: si no queréis taza pues taza y media. Y empezaron a aparecer los sumarios de Rita Barberá para asustar a Rajoy -a quien por otra parte le habían acusado de filtrar los SMS del Compi Yogui-, y por la otra los contratos de ‘La Tuerca’ con Irán. Y El País se lanzó en tromba en contra de Podemos, donde Iglesias ya estaba investigando el núcleo duro de la traición interna en favor de Sánchez y el contacto -¿quién era el topo?- con los poderes económicos y mediáticos, en una semana que fue muy dura para Podemos.

Pero el domingo Iglesias retomó las riendas y lanzó su contraataque -siempre entre sonrisas y manos tendidas a Pedro Sánchez- y retuiteó el articulo publicado en Público por Luis Juberias y Pedro A. Honrrubia Hurtado, titulado: '¿Por qué temen a Pablo Iglesias?. La restauración y su gran centro’. Donde se rechazaba otra vez el pacto de Podemos con el PSOE y Ciudadanos.

Y donde también se denunciaban la agresión de la ‘vieja guardia’ del PSOE y El País a Podemos, recordando lo que hace años le hicieron a Julio Anguita. Pero sin entender los autores algo que hoy es esencial para el Grupo Prisa: que el pago y renegociación anual de su gigantesca deuda, de más de 2.000 millones de euros, depende de que Juan Luis Cebrián tenga influencia sobre un PSOE que pueda llegar al Gobierno. Lo que dejaría de ser así si se convierte en tercer partido nacional, por detrás de Podemos, en caso de que Iglesias y Garzón lleguen a un pacto electoral.

Y a partir de ahí estalló la crisis en Podemos y rodó la cabeza de Sergio Pascual. E Iglesias asumió el control de la Organización al tiempo que publicó una carta a sus militantes titulada ‘Defender la belleza’ donde volvió a rechazar el apoyo de Podemos al pacto del PSOE y C’s, a la vez que advertía a merodeadores de las arenas movedizas del poder que él, como Rajoy, tampoco dará su brazo a torcer y que las nuevas elecciones seguían siendo una seria opción.

Y ¿ahora qué? Pues quedan 45 días de alta tensión antes del Dos de Mayo de la convocatoria electoral. Un mes y medio muy largo donde nada se puede descartar y donde se cree que regresarán las presiones sobre Iglesias y Rajoy. Aunque ahora ya están advertidos y atentos ante cualquier movimiento ajeno e interior.


(*) Pseudónimo de un veterano periodista cordobés


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