El secretario general del PSOE Pedro Sánchez corre como Forrest Gump
preso de un desconocido e incierto entusiasmo hacia nadie -en su
partido- sabe donde empeñado en: convertirse en presidente del Gobierno
con apoyo de Podemos y de los nacionalistas secesionistas catalanes; o
presentarse ante los suyos y la sociedad española como víctima de su
izquierdismo ‘dialogante’, en caso que el Comité Federal del PSOE decida
apartarlo de la dirección del partido; o gesticulando en el flanco
zurdo de la política ante la eventualidad del posible adelanto
electoral.
En solo cuestión de horas Pedro Sánchez le ha ofrecido al presidente
de Cataluña Carles Puigdemont una reforma federal de la Constitución,
les ha prestado a los partidos independentistas ERC y DiL cuatro de los
senadores del PSOE para que formen Grupo en la Cámara Alta, criticó la
decisión del Rey Felipe VI de no recibir a Carme Forcadell e insistió en
proclamar su deseo de formar Gobierno con el apoyo de Podemos.
El secretario general del PSOE está en su derecho de actuar como bien
le plazca mientras se lo consienta su partido. Aunque da la impresión
de que en esta apresurada fuga hacia delante ha desbordado los limites
del mandato que recibió, hace poco, del Comité Federal del PSOE lo que
anuncia una nueva, y esta puede que mas profunda, crisis interna en el
Partido Socialista y la exigencia de la convocatoria de un Congreso en
el que el propio liderazgo de Sánchez podría ser revocado.
Desde luego todo apunta a que Sánchez ha tomado decisiones de alto
riesgo e imposibles. Entre otras cosas porque ofreció a Puigdemont una
reforma federal de la Constitución que, en primer lugar, no puede llevar
a cabo sin el concurso del PP que tiene mayoría de bloqueo en el
Congreso y el Senado y que además no interesa a los independentistas que
ya están dedicados de la Independencia de Cataluña.
Si todo esto es así como bien parece da la impresión que Sánchez,
como un novillero de la política que es, ha llegado a la plaza de Las
Ventas de Madrid dispuesto a todo y con solo dos alternativas: salir por
la puerta grande, o entrar en la enfermería. Pedro Sánchez corre
alegremente al estilo de Forrest Gump –o como ‘pollo sin cabeza’-
decidido a dar una doble batalla en la política nacional para intentar
ser el presidente del Gobierno, y en el seno del PSOE para imponerse
como líder del flanco izquierdo de su partido frente al empuje de
Podemos.
Los que dan la impresión que están animando a Sánchez a conducir su
maratón por el borde de un precipicio diciéndole unas veces que sí y
otras que no. Al tiempo que pone en riesgo el compromiso del PSOE con la
unidad de España y frente a los independentistas catalanes lo que ya
empieza a provocar un profunda malestar entre los dirigentes y barones
del PSOE -los de Extremadura y Aragón, para empezar- donde por ahora
guarda silencio la presidenta de Andalucía Susana Díaz que a buen seguro
que tarde o temprano y sobre todo esto hablará.
En todo caso llama la atención que Pedro Sánchez, se haya acercado
con semejante entusiasmo a Carles Puigdemont quien, en su toma de
posesión, no ha querido acatar la Constitución y acusó al Estado de
discriminar, humillar y ahogar a los catalanes, al tiempo que prometía
cumplir el mandato de la resolución del Parlamento catalán del 9N en la
que se anuncia la desconexión de Cataluña de España el desprecio de la
Constitución Española y la desobediencia al Tribunal Constitucional.
El secretario general del PSOE cree llegada su hora y su oportunidad y
está jugando fuerte y decidido a entrar en batalla como Forrest Gump
que fue a la guerra de Vietnam de la que regresó convertido en héroe
aunque al final acabó gestionando un negocio de gambas cansado de correr
hacia el infinito y decidido a descansar.
(*) Periodista
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