La decisión del nuevo ministro de Economía griego, Euclides
Tsakalotos, de acudir a la reunión del eurogrupo sin una nueva
propuesta ha sido interpretada por una mayoría de sus colegas como
otra tomadura de pelo de Grecia. La reacción ha sido inusual. Por
primera vez desde el inicio de la crisis el presidente de la Comisión
Europea, Jean Claude Juncker, ha dicho abiertamente que la Comisión
tiene todo preparado para la salida de Grecia del Euro.
Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald
Tusk, ha remarcado que de la Cumbre del próximo domingo no se puede
descartar nada. Y de forma similar a lo que decían los editoriales del
New York Times y del Financial Times de los últimos días, ha comentado
en la rueda de prensa posterior al Consejo extraordinario, que estamos
en el momento más crítico de nuestra historia.
Entre las escasas opiniones optimistas recogidas tras la reunión del
Consejo de este jueves está la del presidente del Gobierno español,
Mariano Rajoy, quien ha expresado su confianza en que se cierre un
acuerdo sobre un nuevo rescate en la cumbre extraordinaria convocada
para el próximo domingo.
Tiene razón Rajoy al expresar su deseo de que se acabe con esta
situación de interinidad en el ámbito de la Unión Europea, pero
sorprende que sea uno de los pocos líderes que todavía ve posible el
acuerdo.
Porque el presidente del Banco Central Europeo ha sido más cauto al
expresar textualmente que “no es exageradamente optimista” sobre lo
que pueda pasar el domingo. Como muestra de que existe la mejor
voluntad por parte de los socios de Grecia Mario Draghi ha garantizado
que los bancos griegos tendrán la liquidez que necesiten hasta al
menos la cumbre del día 12.
¿Por qué había planteado de nuevo Grecia una cumbre para no llevar
nuevas propuestas?
Desde el entorno de la delegación española interpretan que Grecia
buscaba una victoria de imagen y política para el primer ministro
griego, Alexis Tsipras. Si el eurogrupo hubiera dado el visto bueno a
la propuesta de Euclides Tsakalotos, hubiera sido el nuevo ministro el
que se hubiera hecho con el mérito ante la opinión pública griega de
la victoria.
Es una teoría similar a la que defiende el corresponsal de La Tribune
en Bruselas. Según Romaric Godin, el Gobierno griego ha querido
imponer sus propias prioridades al resto de socios euoropeos. Frente a
los acreedores que querían imponer el calendario de la lógica
financiera, Grecia ha querido imponer la lógica política.
Tsipras no quería firmar un acuerdo que hubieran alcanzado por los
ministros técnicos hasta que no hubiera logrado previamente un
compromiso sobre la deuda y ese compromiso solo puede conseguirse a
nivel político.
La incógnita ahora es saber si en los próximos días Grecia va a actuar
igual o finalmente va a presentar los detalles del programa el
ministro de Economía. Si Tsakalotos no presenta el plan no habrá
cumbre, no habrá acuerdo. La mujer más poderosa de la Unión Europea,
Angela Merkel, ha aclarado tras la reunión del Consejo que no habrá
una quita de la deuda griega ahora, aunque está abierta a tratar sobre
su sostenibilidad siempre que Grecia se comprometa a cumplir con sus
obligaciones.
Ahora ya están todas las cartas sobre la mesa. A partir del próximo
domingo no habrá otra oportunidad. Grecia sabrá por qué ha querido
acercarse tanto al precipicio.
(*) Periodista
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