Los de Podemos han puesto de moda el término casta
que, por su concisión y contundencia se ha adueñado de las redes y está
omnipresente en los discursos públicos críticos. Palinuro no se vale de
él por considerar que no es concepto nuevo, ni preciso. No es solo que
tenga un uso antiquísimo como sistema de clasificación social en la
India, sino que ahora mismo su difusión comienza a partir del libro de
Sergio Rizzi y Gian Antonio Stella, dos periodistas italianos veteranos
de este tipo de asuntos, La Casta, così i politici Italiani sono diventati Intoccabili (Milán: Rizzoli, 2007) y de su réplica española a cargo de Daniel Montero, La casta. El increíble chollo de ser político en España (Madrid: la esfera de los libros, 2009). Hay que hacerles justicia.
El término es, además, confuso, al menos en español, idioma en el que casta
tiene asimismo una connotación positiva, cuando se dice, por ejemplo,
que "de casta le viene al galgo" o anida en el adjetivo sustantivado castizo, que lleva un timbre de orgullo, sobre todo en Madrid, lo que lo convierte en ambivalente en el resto del país.
Pero,
sobre todo, es impreciso ya que no trae aparejados los parámetros que
permiten aplicarlo en unos casos sí y en otros no. Un ejemplo: los dos
curas infectados de ébola y repatriados a coste millonario para morir
aquí, ¿son casta o no? Muchos se echarán las manos a la cabeza, quizá
incluso algunos de los que usan el término. ¿Cómo van a ser casta dos
hombres que se entregan a los demás y se juegan la vida por ellos?
Parece absurdo, ¿verdad? ¿Cómo va a ponerse en cuestión la nobleza de
intenciones de los dos misioneros? En efecto, ¿cómo?
Y
¿qué sucede con la nobleza de intenciones de la enfermera que,
presentándose voluntaria a cuidar de los infectados, se infectó a su
vez? Esas sí pueden ponerse en duda, pueden cuestionarse. No sabemos si
los curas son o no casta; pero sí sabemos que la enfermera no lo es.
¿Por qué? Porque es plebe, un concepto también muy antiguo pero que, a
diferencia del de casta, es mucho claro y rotundo. ¿Quiénes son plebe?
Todos los que no tienen privilegios, no pillan sobresueldos, ni
comisiones, ni tienen tarjetas negras, ni cobran dietas a porrillo por
no hacer nada, ni tienen pensiones y salarios astronómicos, ni la mano
perpetuamente metida en los dineros públicos mientras predican en contra
de lo público a favor de lo privado y lo privatizado. Todos los que
viven honradamente de su trabajo o languidecen en el paro o ven
reducirse su pensión o sus ayudas. La gran masa de la ciudadanía a la
que se puede robar, estafar, engañar, defraudar, esquilmar, censurar,
apalear, multar. Todos esos que, si tienen la mala suerte de ser
víctimas de alguna calamidad generalmente a causa de la incompetencia de
las autoridades, pasan a ser culpables de su propia desgracia y de la
de los demás.
Plebe
es el maquinista del accidente de Galicia, el del metro de Valencia,
los pilotos del Yak 42, el capitán del Prestige, todos inútiles o quizá
algo peor, y responsables directos de la catástrofe que han sido los
primeros en sufrir. Plebe son las asociaciones de víctimas del
terrorismo, como la de Pilar Manjón, si no van cantando el "Cara al
sol". Plebe los hijos de los asesinados por el franquismo que solo se
preocupan por sus padres si hay subvenciones por medio, según juicio de
un individuo cuya fibra moral es la de un protozoo. Plebe los
dependendientes que se obstinan en consumir recursos públicos y en
prolongar innecesariamente su vida a costa de los demás. Plebe las
periodistas a las que se da un bufido o se les mete un bolígrafo por el
escote. Los chóferes a los que se abronca en público. Los guardias
cuando pretenden cumplir con su deber y multar a una señorita
insoportable que infringe las normas. Los viejos que perdieron sus
ahorros en la estafa de las preferentes. Todos plebe. Merecido tienen lo
que les suceda. ¡Que se jodan!
Plebe son los niños catalanes a los que hay que españolizar
y todos los niños que tienen el morro de querer comer a diario. Plebe
los nacionalistas catalanes que se pasan la vida armando algarabías en
las calles con el cuento de una convocatoria de consulta que es
profundamente antidemocrática, aunque ellos crean lo contrario. Lo creen
porque son plebe, muchedumbre ignara que se expresa en un tosco
dialecto de payeses.
Plebe
son los funcionarios, un enjambre de vagos; los médicos, unos
incompetentes; los profesores, unos cuentistas; los jueces que
investigan las corruptelas del PP, unos prevaricadores; los
desahuciados, unos gorrones; los trabajadores, unos privilegiados; los
parados, unos parásitos; los enfermos, unos maulas. Somos plebe, chusma,
para esta oligarquía nacionalcatólica, admiradora de Franco y seguidora
de sus métodos. Somos lo último, lo más tirado y no nos merecemos ni el
pan que comemos por no entender que esta banda de ladrones se funda
nuestros ahorros, nuestros impuestos, en francachelas, borracheras,
putas o cacerías en el África. Somos inmunda canalla por no aplaudir a
manos llenas y ovacionar hasta quedarnos roncos a esa política Cospedal,
excelso ejemplo de presunta corrupción en todo lo que toca, de embuste,
demagogia y censura, cuando asegura que el PP es el que ha salvado la
educación y la sanidad públicas en nuestro país y que su partido, el partido de los trabajadores, es el más transparente de todos.
Somos
plebe, chusma, se nos puede mentir con absoluto desparpajo, decir
cualquier disparate, contarnos cualquier estupidez, despachar con
desprecio, pues la gente ya tal. Y a callar, que si se nos ocurre
decir algo, la policía nos acorrala, nos identifica y nos cae una
multa, así como un par de porrazos por olvidarnos de que somos plebe,
chusma sin derechos.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
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