lunes, 7 de mayo de 2007

La burbuja inmobiliaria es producto de la ‘exuberancia irracional’ de los españoles, según 'The Financial Times'


LONDRES.- Los españoles no estamos locos, pero somos muy malos tomando decisiones. Así lo asegura John Authers, prestigioso columnista del Financial Times, en un artículo sobre la interpretación de las burbujas inmobiliarias en distintos países a la luz de las nuevas teorías basadas en el “conductismo financiero” (behavioural finance).

Según esta teoría, los norteamericanos han creado una burbuja inmobiliaria similar a la de Internet, al igual que otros países, como Reino Unido, Irlanda y, sobre todo, España, donde la subida de la vivienda ha duplicado la de EEUU entre 1997 y 2005.

“¿Están locos? Puede que no. Los economistas del comportamiento dirían simplemente que los irlandeses, británicos y españoles son pésimos tomando decisiones”, asegura Authers.

Componentes irracionales

El conductismo financiero se opone a la clásica teoría de los mercados eficientes, que parte de la base de que las personas tomamos decisiones racionales, lo que hace que los precios reflejen adecuadamente el valor de los activos. Por el contrario, la nueva visión sostiene que hay un componente irracional muy importante en la toma de decisiones que conduce a numerosos errores y a burbujas en los mercados.

El padre de esta teoría es el economista de la Universidad de Yale Robert Shiller, cuyo libro ‘Exhuberancia irracional’ diagnosticó la burbuja de Internet justo antes de que estallara. Ahora identifica una burbuja similar en el mercado inmobiliario de EEUU. Después de décadas en las que el precio de la vivienda se movía al unísono con el del alquiler, en los últimos 10 años los precios de venta se han disparado el 182% mientras que los alquileres apenas han variado.

‘Wishful thinking’

La razón, a juicio de Shiller, es que los compradores de vivienda son propensos a graves defectos en la forma de tomar decisiones. Para empezar, la capacidad de ilusionarse (wishful thinking): igual que los seguidores de un equipo de fútbol sobre estiman las posibilidades de éste, los propietarios de casas creen que la suya es una ganadora, y la subida del mercado infla sus expectativas. “Una vez el mercado ha empezado a subir, todo el mundo conoce a alguien que ha hecho el ridículo vendiendo su casa antes de tiempo”, explica Authers.

El segundo gran defecto es la ilusión monetaria. En el caso de la vivienda, recordamos los precios a los que hemos comprado y vendido, y la diferencia entre ellos, sin considerar la rentabilidad anual. Es decir, pensamos en términos de grandes beneficios nominales, y nos olvidamos de la inflación, de los costes de las reparaciones y mejoras de la casa, y hasta de los intereses pagados en la hipoteca. Por comparación, las ganancias en Bolsa se miden en términos de rentabilidad anual y ésta se compara con la de un índice de referencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La diferencia principal entre la burbuja inmobiliaria y la burbuja web, y esto siempre se olvida, es que la vivienda es un bien de primera necesidad. No estamos hablando de nuevas tecnologías, sino de cuevas, de techos, de resguardarse.

Anónimo dijo...

“En la construcción vale todo si se hace con sentido común”. Con estas palabras, José Martínez de Luko abría la presentación de su libro En la construcción vale todo…?, en un evento patrocinado por Mitsubishi Electric y que ha tenido lugar esta mañana en el Colegio de Arquitectos de Catalunya. El libro presentado tiene en cuenta la complejidad y la singularidad de cada proyecto, cuya planificación y solución siempre son diferentes. Un ejemplo y gran exponente de la singularidad de la construcción es la reciente ampliación de la T-4 del Aeropuerto de Barajas.



El arquitecto Antonio Lamela, premio Rey Jaime I en Urbanismo, Paisaje y Sostenibilidad 2006 y encargado de la ampliación del Aeropuerto de Barajas (la denominada T4) junto al arquitecto Richard Rogers, participó en este acto abogando por la lectura de este libro, que es “objeto de meditación” en el ámbito de la construcción y la edificación en España.



“Estamos en un momento de crisis y cambio”, ha afirmado Lamela, quien ha justificado el por qué del título: “Muy pocas veces reparamos en las instalaciones y las cualidades. Sólo valoramos dos datos: los metros cuadrados y la ubicación”. En esta misma línea, Lamela ha denunciado que ejercer “la figura del promotor y constructor de manera simultánea debería estar prohibido por ley, especialmente si se ocupa además el cargo de arquitecto. Es la forma más sencilla de saltarse el arbitraje de los técnicos”. Ante esta situación, el prestigioso arquitecto ha declarado que la solución pasa por “un mercado que cada día es más culto y sensible, y que debería estar más informado”.



Antonio Lamela ha lanzado una baza a favor del sector y, jugando con el título de la obra, ha reconocido que “espero que a partir de ahora no valga casi todo. Es una situación penosa para la sociedad, para los agentes que intervienen en el sector y para los propios técnicos que intervenimos en el proyecto”.



A continuación, ha tomado la palabra Andrés Mir Figuerola, Ingeniero de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ICAI) y Delegado del Colegio de Ingenieros del ICAI en Cataluña, quien ha puesto en el punto de mira del auditorio el eterno conflicto entre arquitectos e ingenieros. En este sentido, Mir Figuerola ha apuntado que “el arquitecto considera y define el marco ideal en el que se deben realizar las actividades; no sólo busca la estética, sino el ambiente amable para que se puedan desarrollar con eficacia dichas actividades. Los ingenieros somos maestros en desarrollar sistemas idóneos en cada caso si nos indican claramente lo que se quiere. Sólo de esta conjunción se conseguirá un proyecto que cumpla los objetivos deseados”. En este sentido, ha constatado que “el ingeniero nunca puede ni debe sustituir al arquitecto: no se trata de encontrar una solución puramente técnica sino también satisfactoria”.



Además, Mir Figuerola ha ironizado sobre el hecho de que si bien la obra civil “aguanta todo lo que se eche ya que las construcciones tienden a no caerse nunca, no sucede lo mismo con los sistemas que les metemos dentro”. Por ello, Andrés Mir Figuerola ha instado al sector a tener en cuenta estas cuestiones porque la sociedad requiere de una mayor coordinación entre fabricantes, arquitectos e ingenieros.