Las previsiones que se formularon a principios de julio sobre el
previsible retroceso adicional en los precios del petróleo se han
confirmado, ya que en mes y medio el precio del crudo ha caído en torno a
un 20%. La cotización internacional ha bajado por debajo de la barrera
de los 50 dólares en los últimos días, lo que significa que en un año el
abaratamiento del crudo ha superado el 53%.
En lo que va de año, los
precios están un 11% por debajo de lo que marcaban con el cierre del año
2014. En los primeros meses hubo una cierta recuperación, pero desde
junio para acá todo ha vuelto a reflejar una tendencia bajista que
diversas circunstancias están favoreciendo. Algunos países productores
incluso están padeciendo caídas superiores, como es el caso de
Venezuela, cuyo precio ha rondado en los últimos días los 43,15 dólares
el barril.
La caída de los precios responde a diversos factores, según señalan
los analistas de este complicado mercado mundial. Uno de ellos es el
exceso de oferta que existe en el mercado y que se sitúa por encima de
los 3 millones de barriles diarios, un volumen excesivo para devolver la
estabilidad a los precios de esta materia prima energética.
La oferta excesiva tiene algo que ver con una cierta debilidad de la
demanda causada, como empieza a ser habitual en los indicadores de los
últimos meses, por el menor ritmo de crecimiento de China, del que se
deriva una menor demanda de crudo en los mercados internacionales. El
impacto de la demanda china se deja notar con especial virulencia debido
a la elevada cuantía de sus importaciones y de los elevados consumos
que requiere la segunda mayor economía del mundo.
Pero en paralelo a la debilidad de la demanda, la oferta de crudo
está creciendo de forma desproporcionada para lo que es el entorno
económico mundial, con pocos países jugando el papel de locomotoras. Los
aumentos de producción están reflejando las dificultades económicas y
políticas de algunas economías así como el desesperado intento de
mantener la cuota de mercado.
Rusia, por ejemplo, se encuentra
produciendo a ritmo de 10,7 millones de barriles diarios, que es una
cifra bastante elevada para su nivel de reservas, pero que refleja el
desesperado intento del país por superar la crisis económica interna.
Estados Unidos está batiendo récords de producción: 9,5 millones de
barriles salen en estos momentos de sus pozos) para mantener y
consolidar su autosuficiencia energética. Arabia Saudí no quiere perder
cuota de mercado y también está en niveles récord de producción, cerca
de 10,5 millones de barriles diarios.
En suma, tras países que lideran
la producción mundial están esforzándose por batir sus récords de
producción en una competición bastante insólita, cuya consecuencia se
deja sentir en los precios del petróleo.
En un plazo de tiempo no muy dilatado, otros tres países pueden
unirse a la hora de reforzar los niveles de oferta, Irán, Irak y Libia,
los tres en condiciones políticas peculiares que no les han permitido en
el pasado aportar a los mercados mundiales de crudo todo el petróleo
que sus condiciones naturales y la situación de su industria petrolera
les permitían, Esta situación puede cambiar de forma más o menos
simultánea, lo que se podría traducir en una aportación adicional de
hasta 3 millones de barriles diarios de petróleo sumando la mejor
posición de los tres, aunque en la más modesta de las hipótesis, su
aportación no sería inferior en conjunto a 2 millones de barriles
diarios de crudo adicional al que ahora ya exportan.
Por lo tanto, un factor más adicional en favor de la prolongación de
los excesos de oferta susceptibles de inducir a la baja en los precios
del crudo. La prolongación en el tiempo de este nuevo equilibrio en el
mundo del petróleo parece garantizar a medio plazo un petróleo barato y
abundante. Que eso sea bueno para el futuro de las economías
consumidoras y para la salud del propio sector petrolero, son cuestiones
de otra dimensión que habría que valorar por separado.
(*) Periodista y economista
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