El PSOE es un partido a la deriva en la
Región de Murcia desde que hace 24 años forzó la dimisión de Carlos
Collado como presidente de la Comunidad Autónoma por el ´caso Casa
Grande´. El 18 de abril de 1993, Collado dimitió cansado de luchar
contra ´el aparato´ de su propio partido que le dio la espalda y llegó
incluso a acusarle de prevaricación y malversación de fondos públicos en
la compra de los terrenos de Casa Grande para su cesión a General
Electric. Dimitió solo dos meses antes de que el juez archivara la
querella presentada por IU contra él al estimar en su resolución que
sólo pudo haber, si acaso, infracciones administrativas.
Carlos Collado
admite: «Me sentí traicionado y apuñalado por mis propios compañeros, y
el PSOE no ha repuesto mi honor». Pero qué honor puede restituir un
partido capaz de devorar a sus propios hijos y que ha hecho de la
intriga su razón de ser. Collado está convencido de que cayó en
desgracia porque no se plegó a los deseos de Alfonso Guerra, quien quiso
acabar con la carrera política de Felipe González.
El PSRM-PSOE
nunca se recuperó de esos años de luchas fratricidas que supusieron que
el electorado murciano les retirara su confianza y, desde entonces,
lleven casi un cuarto de siglo vagando como zombies en la oposición,
mientras el PP no ha dejado de sumar abrumadoras victorias sin apenas
esforzarse incluso con una gestión política bastante cuestionable con la
que no ha conseguido que Murcia salga del pelotón de las regiones más
pobres de España.
María Antonia Martínez, Ramón Ortiz, Francisco
Abellán, Pedro Saura, González Tovar, todos han sido secretarios
generales del PSRM-PSOE y ninguno de ellos ha conseguido sacar al
partido del pozo electoral en el que se hundió en 1995 ni acabar con los
tejemanejes, las mesas camilla, las divisiones, las maquinaciones y los
enredos. Algunos de los que conspiraron para echar a Collado siguen
intentado estar en la pomada de un partido que a finales de este mes de
septiembre se enfrenta a unas primarias decisivas porque las elecciones
de 2019 están a la vuelta de la esquina con un PP, por primera vez en
muchos años, tocado seriamente por los líos judiciales de su líder,
Pedro Antonio Sánchez. Quizá por eso los populares están deseando que
los militantes socialistas se equivoquen.
Diego Conesa, María
González y Francisco Lucas son, de momento, los tres aspirantes al trono
socialista y de ellos el rival más débil es el pedáneo de El Raal -solo
tiene 28 años- y sus apoyos apenas desequilibran la balanza, pero ahí
está promocionado por Ramón Ortiz para, llegado el caso, tener cierta
cota de poder con la que negociar sillones a favor de ´los ramones´.
María
González, a quien su padre Rafael González Tovar aspira a entregar las
llaves de su despacho en la calle Princesa como si los puestos en
política pudiesen ser hereditarios, cuenta con el apoyo del aparato del
partido socialista en la Región y ahora sería su líder indiscutible de
haberse mantenido firme junto a Pedro Sánchez, con quien llegó a sonar
como futura ministra de Ciencia y Tecnología. Estaba con él cuando
pronunció en Murcia su famoso «no es no» a Rajoy. Pero se equivocó
negándole su apoyo cuando más lo necesitaba. María González, que a sus
38 años lleva toda la vida encadenando puestos políticos en el PSOE, se
abstuvo ´por imperativo´ facilitando la investidura de Rajoy y luego
apoyó abiertamente a Patxi López, aunque dicen que bajo cuerda también
hizo guiños a Susana Díaz.
Pese a que la incoherencia se paga
cara en política, María González está convencida de que éste es su
momento y de que ganará las primarias socialistas tras haber conseguido
-dicen- la neutralidad de la Ejecutiva Federal en el proceso y que
enemigos acérrimos de su padre ahora le brinden su apoyo. Tan segura
está de su victoria que rechazó tajantemente integrarse en una
candidatura liderada por el viceportavoz parlamentario, Joaquín López,
como éste le ofreció en repetidas ocasiones, mientras ella intentaba en
Madrid recuperar la confianza perdida por parte de la nueva Ejecutiva
Federal.
María González cree o le han hecho creer
que los militantes no están cansados de ´los tovares´, que su apellido
no es un lastre por la mala gestión del partido que ha hecho su padre y
que puede ganar presentándose como la candidata ideal para arrebatar el
gobierno a la derecha en 2019. Con el lema ´Tú haces el PSOE que la
región necesita´, María González promete acabar con la corrupción del PP
y el déficit de infraestructuras como si ya fuese la candidata
socialista y estuviésemos en campaña electoral, aunque eso no toca
ahora.
Lo que se dirime en septiembre es quién dirige el PSRM-PSOE
durante los próximos cuatro años y cuál debe ser el modelo de
organización del partido. La diputada no termina de explicar qué piensa
hacer para devolver la ilusión a las bases y recomponer un partido que
hace muchos años que dejó de ser fuerte, integrador, relevante y
exigente en la Región de Murcia. Rodeada del mismo equipo político de su
padre (Emilio Ivars, Casalduero, Presen López y David Castillo, entre
otros) promete cercanía, trabajo, empatía e integrar a todos; que es
justamente lo contrario de lo que ha hecho su progenitor. A María
González le sobra ilusión, experiencia política y ambición, pero le
falta credibilidad con ese antecedente familiar tan presente y tan
activo todavía.
Frente a María González está el alcalde de
Alhama, Diego Conesa, que no cuenta con el apoyo del aparato regional ni
de la ayuda logística que eso conlleva; pero Pedro Sánchez ya ha
demostrado que los aparatos no son determinantes y no tienen por qué
torcer la voluntad de los militantes a los que Conesa se ha empeñado en
conocer uno a uno visitando todas y cada una de las casi 60 agrupaciones
socialistas de la Región de Murcia. Ya suma más de 6.000 kilómetros
recorridos desde que decidió dar el paso indignado por la injusticia
cometida con Pedro Sánchez.
Así ganó en 2015 las elecciones al
Ayuntamiento de Alhama después de 16 años de victorias del PP:
explicando su proyecto de puerta en puerta y prometiendo que reduciría
en 160.000 euros al año el coste de la administración municipal para
destinarlo a educación porque, según dice, «nada hay más revolucionario
que la educación para transformar el mundo». También prometió que las
empresas que eligiesen el polígono industrial de Alhama para instalarse
tendrían agilidad administrativa, igualdad de trato, transparencia y
seguridad jurídica. Quizá por eso, en solo dos años al frente de la
alcaldía, ha captado 100 millones de euros de inversión de importantes
empresas que han elegido su pueblo.
«A Diego Conesa lo conocen
en su pueblo y poco más», dicen sus adversarios dentro del propio
partido socialista, y es cierto; pero ese es su punto fuerte porque
significa que, a diferencia de otros, no ha elegido la política como
medio de vida y no tiene nada que perder. Aunque se afilió a Juventudes
Socialistas en 1996 siendo estudiante de Derecho por llevar la contraria
a sus compañeros de curso que dice «eran todos de derechas», no ocupó
un cargo político hasta 2011 como concejal de la oposición en Alhama. Y
no lo hizo porque desde los 19 años -ahora tiene 44- se ha dedicado a
trabajar, dado que proviene de una familia humilde. Primero ayudando con
la tierra y el ganado de la casa y luego poniendo copas en bares
mientras se sacaba la carrera de Derecho. Desde 1998 está al frente de
una sociedad laboral que fundó junto a su mujer y que actualmente emplea
a 17 socios trabajadores.
Diego Conesa, que parte como favorito y
apadrinado por el alcalde de Calasparra, José Vélez, quiere que sean
las bases las que redacten ´el relato´ con el que el PSOE concurrirá a
los comicios de 2019. Es una cara nueva de acreditada solvencia
intelectual dado su curriculum, que desde que decidió dar el paso hace
seis años no ha dejado de ganar elecciones y sueña con un PSRM-PSOE
regenerado «sin componendas ni mesas camilla».
Consciente de que
quiere dirigir el partido que fue capaz de cargarse a un presidente
autonómico del mismo signo político, no cree que haya mejor purgante
para depurar y regenerar una formación política cocida en sus propias
inquinas y ambiciones personales que el trabajo, la transparencia y la
rendición de cuentas que asegura exigirá de todos y a todos los cargos y
militantes si finalmente gana las primarias. En su camino hacia la
secretaría general del PSRM-PSOE se ha topado con el inesperado e
importante apoyo del viceportavoz parlamentario Joaquín López, que
siempre suele apostar a caballo ganador y dice del aspirante «es un
hombre decidido, con sentido común y, ante todo, es buena persona».
«Ahora
o nunca», dice María González. «Resucitamos o morimos», subraya Diego
Conesa. No, no son unas primarias cualquiera porque el principal
adversario del PSRM-PSOE no es el PP sino los propios socialistas, que
han preferido devorarse y mirarse el ombligo a rehacer un partido
menguante y seriamente amenazado ahora por Podemos. Los 6.000 militantes
socialistas no solo deben elegir al secretario general que consideren
más capacitado para transformar un partido perdedor y cainita en uno
ganador, sino a la persona menos vulnerable a los ataques del PP y la
que más confianza inspire o, mejor dicho, que menos rechazo suscite para
llegar a acuerdos de gobierno con otros partidos políticos, porque lo
más probable es que el próximo gobierno regional sea una coalición de
varios partidos políticos siempre y cuando PP y Ciudadanos no sumen
mayoría absoluta.
Ciertamente no son otras primarias, son o
deberían ser las primarias del paso atrás que deben dar muchos de los
que todavía están para que el partido socialista vuelva a ser lo que
antaño fue.
(*) Periodista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/09/02/son-primarias/856839.html