
A tan solo días del final para su recapitalización obligatoria y así cumplir con las normas de Basilea III y la nueva exigencia por el Banco de España de mayores provisiones de la morosidad de origen inmobiliario, los murcianos no sabemos absolutamente nada cierto del futuro de Caja Murcia, hoy en riesgo objetivo y serio de integrar 'manu militari' finalmente un grupo financiero mayor, con el resultado de una pérdida total y absoluta de soberanía para dirigir nuestro propio pasivo a inversiones en nuestro propio territorio.
Todo un drama a la vista, si alguien ha antepuesto intereses personales a los colectivos de esta región y ha impedido así asegurarnos a estas alturas una posición de cierta tranquilidad. Aquello de "tu ahorro para tu pueblo" puede estar a punto de ser malversado por incapacidad y/o egoismo de alguien en concreto al que la Historia, espero, pondrá nombre y apellidos.
Una más que probable mala gestión en los últimos años y negociaciones, poco, supuestamente desastrosas desde nuestra parte parecen, a día de hoy, haber conducido a la entidad murciana a un callejón sin más salida que su inclusión por decreto en alguno de la media docena de grupos financieros que queden en España a partir del próximo 1 de julio, tras la reforma financiera en marcha.
Y en esta ocasión, todo hay que decirlo en aras del rigor histórico, la culpa no será por una vez del presidente Valcárcel, convencido de que la mejor apuesta para no quedar descolgados en la recta final del proceso era una fusión temprana con la no menos murciana Caja del Mediterráneo.
Mientras nos jactamos de no se qué exitoso modelo de gestión propio y no se sabe bien de que ratios de eficiencia para enmascarar realidades nada gratificantes, los demás no se creen nuestro balance y huyen de nosotros como apestados al detectar las cartas marcadas.
¿Cómo vamos a liderar un SIP si Caixa Penedés tiene más recursos propios que Caja Murcia? Nadie se lo cree en la CECA, Cataluña, ni fuera de Murcia. ¿Cómo podremos cambiar el modelo autogestionario e insular de Sa Nostra por otro centralizado, autoritario y de tierra adentro como el de Caja Murcia? Ellos lo van a poner imposible para justificar que se abren.
Y ¿cómo aceptará Caja Granada, tan chauvinista pero para no perder privilegios, pasar a depender de Murcia al huir del poder sevillano? De ninguna manera. Ese SIP para directivos/gestores recalcitrantes es, en si y, por naturaleza, un barril de pólvora en manos de dinamiteros. Además sería el menos potente y carne de cañón fácil en la segunda oleada de fusiones entre cajas de ahorro.
El Banco de España se opuso a nuestra unión con Caja Sur, la Generalitat Valenciana impidió un acuerdo de primavera con la CAM en base a informaciones fidedignas de última hora, y los catalanes trabajan hoy sin descanso para evitarle un error fatal a Caixa Penedés, que seguró ya no cometerá. Hay quien sabe leer el condicional que siempre pone Fitch en todos sus informes de calificación aunque el que paga manda, a lo sumo, una portada equívoca para legos.
Hoy por hoy no está nada claro que Caja Murcia pueda encabezar SIP alguno, sino más bien que produce siempre un efecto centrífugo cuando aparece en cualquier iniciativa. Donde se sientan sus representantes nunca hay acuerdo. Y cuando se levantan, los demás no tardan ni un minuto en lograrlo, si es que no hemos dejado la tierra quemada para cualquier fermento.
Ahora Sa Nostra se lo va a poner imposible con su protocolo para fusiones y Caja Granada acabará engullida, quiera o no, por el proceso general financiero en Andalucía. Si todos están, más o menos de acuerdo, para formar un SIP, ¿por qué las cajas catalana y balear se toman ahora unilateralmente bastantes días para ofrecer una respuesta.?
El silogismo es sencillo: para negociar con cierta ventaja una integración con Caixa Catalunya en el caso de Caixa Penedés y con Bancaja o la anterior, incluso, en el caso de Sa Nostra. Se ha visto claro con Caixa Girona y su sorpresiva integración en La Caixa. O de Caixa Laietana en Caja Madrid. Porque de las supuestas intenciones de Caja Badajoz nunca más se supo. Todo indica tocata y fuga de donde no se ve futuro alguno por un supuesto liderazgo, que no puede ser con resultados sin trucar en la mano. En el sector todo el mundo se conoce y está medido.
Por eso desde Caja Murcia no dan ahora muestras de victoria y la prudencia (no sé si la humildad, no creo) apareció, por fín, en la tercera planta, entre tilas y diazepán a mansalva. La confianza en el mando ha comenzado a resquebrajarse con el elocuente silencio público - que no en privado- de sus dos vicepresidentes valcarcelistas.
Si el final es un fiasco, tendrán que rodar cabezas muy concretas para evitar un gran escándalo y un inevitable desgaste de toda la clase política regional ante un silencio que se entenderá - aunque no lo sea- cómplice.
Los primeros contactos otoñales con la CAM dejaron estupefacta a toda su cúpula. Descubrieron que Caja Murcia no tenía en realidad un director general como tal, que las cuentas presentadas en el Banco de España no eran muy ortodoxas a los ojos de un verdadero experto y que el respeto negociador a la ley valenciana de cajas de ahorro era poco menos de nulo.
Humillaciones personales aparte con Modesto Crespo, desde Murcia se hizo humanamente inviable cualquier acuerdo además de que Valcárcel no supo imponerse en ese preciso instante a quien debía, por la debilidad política de Camps y hasta de Rajoy. Todo un despropósito que condicionó fatalmente esa probabilidad.
Si era un clamor el sueño de una CAM unida a Caja Murcia, desde San Esteban, el PSRM, las Cámaras de Comercio, la CROEM, Murcia, Cartagena, Lorca... ¿por qué no ha sido posible? Tal vez porque entonces sobraban contratados en Caja Murcia, tal vez porque el coste social en la CAM también era considerable, tal vez porque desde Caja Murcia alguien calculó muy mal (como siempre) los apuros y las urgencias de la CAM y sobrestimó la posición propia de 1 a 4, o tal vez alguien en Caja Murcia desea evitar, o al menos demorar, que de fuera alguien meta el hocico en los tres últimos círculos concéntricos de su contabilidad, incluso de acceso restringido interno.
La CAM tiene unos cuadros directivos (comparativamente sin color) mucho más cualificados que Caja Murcia; en 2009 ha sido líder española en eficiencia, lo que revela alguna mejor gestión, y en expansión constante frente a una Caja Murcia estancada de años en cuanto a cuota de mercado dentro de la Región de Murcia e históricamente siempre por debajo de la CAM, que ha resistido mucho mejor el fuerte impacto de la aparición de Cajamar por un error personal de Carlos Egea en su día, al infravalorar la potencialidad del personal que le llegaba de la absorbida Caja Rural Provincial de Murcia.
No se entiende bien, al menos que el propio Pedro Saura quiera impedirlo, que el PSRM no llame a comparecer en la Asamblea Regional a la consejera Inmaculada García, o mejor al propio presidente ejecutivo de Caja Murcia, Carlos Egea, para que expliquen (a puerta cerrada si es menester) a dónde están llevando el futuro de la entidad con tanto fracaso secuencial negociador ante la exigencia última del Banco Central Europeo y lo apremiante del proceso.
Ni los sindicatos (UGT, CC OO Y CGT) dicen esta boca es mía en asunto de tanta trascendencia para la Región de Murcia como es la pérdida absoluta de soberanía financiera aunque, sin dimensión, representemos un insignificante 0,6% en el mundo español de las finanzas pese a tanta alharaca y afán desmedido de protagonismo, que resulta hasta ridículo.
Veremos cómo acaba la fiesta de la reforma financiera para la Región de Murcia y ojalá nos equivoquemos, una vez más, y sea sólo un espejismo, un mal sueño, toda una pesadilla pasajera, que personalismos y miedo escénico estén primando sobre lo que más conviene a las empresas murcianas y al empleo en este momento, que esa falta de explicaciones a quien se debe, incluido el Consejo de Administración de Caja Murcia con mayoría muy clara del PP, no son para ocultar fracaso tras fracaso o algo mucho más grave, y que todo ésto no obligue al Banco de España a una inspección en toda regla para ordenar a continuación entrar por la puerta de atrás y sin garantías para nadie a las cloacas de cualquier nuevo coloso financiero.
He oído que manejando bien dos conceptos (morosidad y valoración de activos) ninguna entidad, por muy gallito que parezca su primer ejecutivo, resiste un análisis riguroso del Banco de España. Parece que Caja Murcia es muy condescendiente y generosa con sus morosos y los activos que toma en prenda y enajena.
Y las cosas son como son, más ahora, y nunca como nos conviene que sean. De ahí la primera pregunta de esta larga reflexión: ¿Quo vadis Caja Murcia? Al final, como alguien dijo en estas mismas páginas hace pocos meses, no va a tener quien la quiera. Aunque sí quien le meta mano.