El sonido es
más nítido, tal como se pudo comprobar en directo en la sesión del pasado
jueves del juicio en el que Zaplana es el principal acusado en el
banquillo, celebrado en la sala Tirant de la Ciudad de la Justicia ante
la sección cuarta de la Audiencia Provincial de Valencia.
Pequeñas
traiciones, piques, chanzas, insultos, comentarios crípticos, lenguaje
en clave, tacos, e incluso temores y miedos. La fase de la prueba
documental incluyó, a petición de las defensas, la reproducción de los
audios de las llamadas telefónicas intervenidas por la Unidad Central
Operativa (UCO) de la Guardia Civil durante las pesquisas secretas a la
presunta trama liderada por el ex ministro del PP. Unas conversaciones
muy poco honorables para todo un expresidente de la Generalitat
Valenciana que retratan más bien una “organización criminal” comandada
por Eduardo Zaplana, tal como mantiene la Fiscalía Anticorrupción.
Al
presidente del tribunal, el magistrado Pedro Castellano, le tocó leer de
viva voz algunos de los diálogos, incluyendo algún taco. Sin embargo,
con el tono formal y poco dramatizado del juez, se perdió la viveza de
los diálogos en contraste con los audios originales.
Se perdía, por
ejemplo, el tono de voz de Joaquín Barceló 'Pachano', testaferro confeso de Zaplana, cuando le testimoniaba al abogado Nino Suanzes, también acusado, que estaba “cagao en los pantalones” porque se
había publicado una lista de empresas pantalla con cuentas en la Banca
Privada d'Andorra (BPA) que le podía salpicar gravemente.
“Tú
pasabas por allí”, trataba de tranquilizarlo Suanzes, hermano de una
ex diputada del PP que también se sienta en el banquillo de los acusados.
Las conversaciones más incriminatorias fueron intervenidas por
la UCO en 2018, durante los meses previos a las detenciones. Los
diálogos telefónicos que mantenía Pachano resultaron ser los más
comprometedores.
El 20 de marzo de 2018, a las 18.07, el ex ministro del
PP conferenciaba con “Pachanito” usando un lenguaje críptico que, según
los investigadores, se refería a testaferros de la trama: “He hablado
con estas tías con las que tenemos que quedar”, dice Zaplana.
“Estaba la
tía relajadísima, que le había venido la regla y estaba todo en orden”,
agregaba en otro momento del diálogo, en el que Zaplana descartaba que
la tercera persona, a la que se referían en lenguaje velado, hubiera
quedado “preñada”. Se trata, según la UCO, de un “lenguaje convenido”
que aludía a los supuestos testaferros.
En el banquillo de los acusados no estaba sentado en su sitio el
testaferro confeso. Estaban Zaplana, su secretaria, Mitsouko Henríquez,
y Elvira Suanzes. Los tres han acudido a todas las sesiones del juicio.
A la derecha del trío, con dos sillas de separación, se sentaba Juan
Francisco García, ex jefe de gabinete de Zaplana que, al igual de
Pachano, aceptó un pacto de conformidad con la Fiscalía Anticorrupción para reconocer los hechos y rebajar la condena.
Con las conversaciones entre el testaferro y el abogado Nino Suanzes, la UCO pudo vincularlos a las cuentas de la trama en la BPA.
Suanzes ejerce su propia defensa y se sienta en la zona lateral de la
sala reservada para los letrados.
“Me acojona por lo que tú ya sabes”,
le dice Pachano al abogado en una de las conversaciones.
“A ver qué nos
dice el de arriba, que sabrá más que nosotros”, contesta Suanzes. En la
llamada más extensa entre ambos, acaecida el 13 de marzo de 2018, el
tono de voz de Pachano delata inquietud y miedo. El testaferro reconoce
que está “muy preocupado”.
En otra conversación, una semana después, Pachano insiste en que
le daba “pavor” que su mujer acabara salpicada. “La tranquilidad
absoluta es que sabemos que no hemos tenido nada que ver a ciencia
cierta”, contesta Nino Suanzes.
El letrado mantenía un semblante serio
en la sala mientras escuchaba el audio y comprobaba la transcripción de
la conversación. “El problema es que el nombre de Fernando está saliendo
en todos lados”, afirma Suanzes.
Se refería a Fernando
Belhot, el fiduciario uruguayo que también confesó los hechos y entregó
a la justicia española casi siete millones de euros (pertenecientes a Zaplana, según declaró).
“Está en la lista Falciani”, recuerda Pachano. Nino Suanzes también le anuncia en el mismo diálogo que el gestor en Barcelona de la BPA que había movido los fondos en metálico de la presunta trama, el excanterano de Barça Lluís Majó, había sido imputado en la Audiencia Nacional. “Tiene un pollo montado del carajo”, dice a modo de resumen.
“Pelagatos”, “hijo de puta” o “gilipollas”
Esa conversación entre ambos acusados fue una mina para
apuntalar la acusación. Un Pachano deslenguado acabó reconociendo por
teléfono que Paco Grau, el asesor fiscal de Zaplana,
fue el “artífice de toda esta ingeniería”, en referencia al tinglado
financiero para ocultar las presuntas mordidas en el extranjero de la
trama.
“Tiene los huevos como el caballo de Espartero”, contesta Nino
en referencia a Grau. Éste último, con autorización del tribunal, se ha
venido sentando en los asientos de la sala reservados para el público
durante casi todas las sesiones, para seguir trabajando con su ordenador
portátil mientras avanzaba el juicio. Sin embargo, esta semana Paco
Grau se acomodó en una mesa detrás de las defensas, al fondo de la sala,
desde donde escuchó el audio.
Pachano y Grau se llevaban fatal. De hecho, tal como informó elDiario.es,
Zaplana tuvo que mediar entre ambos en una serie de conversaciones
telefónicas que también fueron intervenidas por la UCO.
En la fase de
prueba documental en el juicio se escucharon algunos de los epítetos que
le dedicaba el testaferro al asesor fiscal: “pelagatos”, “hijo de puta”
o “gilipollas”.
Más allá de los entresijos de la trama, la fonoteca del
'caso Erial' vino a retratar unos diálogos inconfesables de una presunta organización criminal que llegó a mover una 'cifra de negocio' de 20,6 millones de euros.