O publicanos del rey. Publicanos en el sentido más duro de los
Evangelios, esto es, aquellos judíos desalmados y canallas que cobraban
tributos excesivos a su propio pueblo en beneficio de los amos, los
romanos. Aquí igual, la servidumbre de unos supuestos socialistas en
favor del amo coronado y en contra de la gente del pueblo. Socialistas
de pacotilla, cortesanos genuflexos, miserables lacayos dispuestos a
defender con un hilo de voz y temblores en las piernas los privilegios
de los parásitos reales contra la voz democrática y viva de la gente.
Antiguos izquierdistas convertidos en miserables tiralevitas de los
monarcas sin contraprestación alguna, simplemente por su deseo perruno
de ver contento al amo. Gentecilla sin dignidad ni gallardía, siervos
viles con alma de infusorio que sufren de tercianas si ven que alguien
con entereza y valor, como los parlamentarios catalanes
independentistas, mandan al rey a donde le corresponde, esto es, a freír
puñetas. Esclavos agradecidos de que el señor les pase la mano por el
untoso lomo. Basura.
Dice la portavoz socialista, con su aplomo de embustera encallecida, que el gobierno recurrirá la moción del Parlament
porque este no puede ir contra el Jefe del Estado o declararlo un
indeseable, que lo es. Al no tener nada que perder, el Consejo de Estado
-otro órgano franquista repleto de estantiguas e inútiles aprovechados-
ha decidido dictaminar a favor del Parlamento catalán porque entiende
-como entiende cualquier bípedo implume racional del siglo XXI- que el
Parlamento es un lugar en el que se puede y se debe hablar de todo en
todos los tonos. El Parlamento es soberano. Es igual. El gobierno ha
decidido que el Parlament no tiene más derechos y libertades que las que él le asigne.
Debe de ser una doctrina aprendida de mano de la ministra y
vicepresidenta del gobierno, Carmen Calvo, profesora de Derecho
constitucional y persona ignorante del abc de la política
constitucional. Cuando este gobierno de reypublicanos y socialistas de
mentira decidió no tocar la Ley Mordaza, a pesar de sus promesas, porque
le viene bien para su tarea de censura, la tal ministra habló de una
"regulación" de la libertad de expresión. Llegó a decir que en Europa ya
nadie creía en la teoría de que la mejor ley de libertad de expresión
es la que no existe.
Muy felices se las prometía también Sánchez, que
sabe tanto de estas materias como su ministra; es decir, nada. Calvo
ignora que la enmienda 1ª a la vigente Constitución de los Estados
Unidos dice que "El Congreso no aprobará ninguna ley que restrinja la
libertad de expresión ni de prensa". Ninguna ley quiere decir ninguna
ley y es claro que sigue en vigor que la mejor ley de prensa es la que
no existe.
Calvo no se queda aquí y extiende su ignorancia al ámbito parlamentario.
Según ella, el pronunciamiento sobre este insoportable Borbón excede
las competencias del Parlamento catalán. La soberanía parlamentaria no
existe. Solo existe la ignorancia de la ministra. Si el Parlament no
es competente para decidir sobre la Jefatura del Estado, ¿quién lo es?
¿El gobierno? ¿Dios? ¿El propio Jefe del Estado? ¿Esta ministra, cuya
ignorancia es directamente proporcional a su huera suficiencia?
Este gobierno de correveidiles seudoizquierdistas del PSOE, apoyados por
Podemos, que trata de disimular para no aparecer apoyando al rey, decía
oponerse a la política del PP de "judicializar" un conflicto político
como el de Catalunya. Y, para que se vea, lo primero que hace es
judicializarlo, mandándolo al Tribunal Constitucional (TC).
Es cierto
que el TC no es un órgano judicial sino uno político y, en realidad, un
grupo de compinches al servicio del gobierno, pero funciona como
tribunal y hasta como alguacilillo desde la reforma de la LOTC que aquel
genio jurídico de la ratita presumida se sacó del magín y por la cual,
probablemente esté ahora en el Consejo de Estado, cobrando una pasta por
no hacer nada gracias al enchufe del reypublicano Sánchez.
Ayer mismo, el Ayuntamiento de Barcelona siguió los pasos del Parlament
y declaró que la monarquía es una institución caduca y antidemocrática,
con la misma moderación del Parlament porque, como es obvio, la
institución, además de eso, es parasitaria, enemiga de la dignidad de
las personas, estúpida, inhumana y, además, en el caso de España,
corrupta, putera y golfa a extremos increíbles. El gobierno tendrá que
llevar al TC la decisión del consistorio barcelonés y, luego, las que
irán produciéndose en cadena en toda Cataluña.
Es la vía para desobedecer, resistir y echar al Estado español de estas
tierras, ese que, según Margallo, no se irá pacíficamente de Cataluña. Y
por desgracia, puede que tenga razón: no se irá pacíficamente; causará
daño, destrozos, sufrimiento y muerte (como siempre ha hecho), pero se
irá.
Claro que se irá.
Se irá si todos los ayuntamientos declaramos persona (y ya es mucho) non grata al Preparao.
Se irá si todos los que hicimos el 1º de octubre y votaron en él nos
inculpamos por desobediencia. No tienen cárceles para más de dos
millones de demócratas.
Se irá si desobedecemos, aunque Margallo se crea Espartero.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED