Hasta hace unas semanas, la empresa
pública de construcción de buques militares y civiles mantenía en su
página web que era “ingeniero naval por la Escuela Técnica Superior de
Ingenieros Navales de la Politécnica de Madrid". Sin embargo, Álvarez
Blanco carece de dicha titulación universitaria.
Recientemente, la compañía modificó el curriculum vitae de Álvarez Blanco que aparece en
Navantia.es.
El director del astillero murciano es también miembro del comité de
dirección de la empresa a nivel nacional. Ahora, en el apartado que hace
mención a su formación académica sólo aparece que tiene “estudios en ingeniería naval” cursados en dicha universidad madrileña.
Según confirman fuentes oficiales de
Navantia a preguntas de El Español, la modificación del currículo
académico del director del astillero de Cartagena se produjo después de
que un “anónimo” denunciara de forma interna que Álvarez Blanco no es ingeniero naval.
Desde la empresa pública explican a
este periódico que inmediatamente se pusieron en contacto con él y que
éste reconoció que carece del Trabajo de Final de Carrera (TFE), por lo
que no acabó la licenciatura y carece de la titulación oficial.
Dicha fuente añade que, tras conocer
los hechos, la unidad de cumplimiento ético de Navantia analizó la
formación académica de Álvarez Blanco.
La Universidad Politécnica de
Madrid confirmó a la compañía mediante un certificado que dicho
directivo aprobó los seis cursos de Ingeniería Naval bajo el plan de
estudios de 1964, pero que no presentó el trabajo de final de carrera.
La compañía pública también ha verificado que no ha falseado ningún documento.
"En ningún caso ha afectado ni tenido
consecuencias directas sobre el cometido que ha venido desempeñando
hasta ahora dicho directivo", sostienen desde Navantia. "En todo caso,
como consecuencia del informe elaborado por esta unidad de cumplimiento,
la dirección ha decidido iniciar los trámites para buscar un sustituto para Agustín Álvarez".
No es requisito para acceder al puesto
En Navantia argumentan que la
titulación universitaria en ingeniería naval no es un requisito
imprescindible para acceder a un cargo de alta dirección dentro de la
empresa. Navantia pertenece a la Sociedad Estatal de Participaciones
Industriales (SEPI), dependiente del Ministerio de Industria. Nació en
marzo de 2005, tras la fusión de la Empresa Nacional Bazán y la Sociedad
Española de Construcción Naval.
El actual director de Navantia en
Cartagena mantiene en su CV que estudió un Máster en Dirección del
programa de desarrollo de directivos de Bazán y un curso en Gestión de
Proyectos en la escuela de negocios IESE de Madrid. Dicha formación sí
sigue apareciendo en la web de Navantia.
Los orígenes laborales de Álvarez
Blanco, hijo de militar de la Armada, están en la Empresa Nacional
Bazán, germen de la hoy Navantia, a la que se incorporó en 1989, con 26 años. En ella ocupó distintos cargos, como jefe del Departamento de Ingeniería y Sistemas de la Oficina Técnica de Ferrol.
Más tarde, entre 2005 y 2012, ya
bajo las siglas de Navantia, fue jefe de Ingeniería del astillero
ferrolano. Entre 2013 y 2014 ocupó el cargo de director de Diseño de
Detalle de Navantia, por lo que coordinó las tres oficinas técnicas de
la compañía en Ferrol (La Coruña), Puerto Real (Cádiz) y Cartagena
(Murcia).
Álvarez Blanco siguió escalando en
el organigrama de la empresa estatal, en la que actualmente forma parte
del comité de dirección de la compañía de construcción de buques. En
julio de 2016, tras siete meses como director adjunto, pasó a ocupar la
jefatura del astillero y desde entonces dirige el ruinoso programa de
submarinos S-80. Se trata de un megaproyecto cuyo millonario presupuesto ha habido que corregir al alza en varias ocasiones
por los retrasos en la construcción y los fallos de diseño.
El S-80: de no flotar a no caber en el muelle
Uno de los quebraderos de cabeza de
los últimos años de Álvarez Blanco es el submarino S-80 que Navantia
construye en Cartagena, donde él es el responsable máximo. Se trata de un proyecto que arrancó a principios de siglo de la mano del exministro del PP Federico Trillo.
La idea era construir cuatro
unidades del S-80 con un presupuesto inicial de 1.800 millones que luego
se amplió hasta los 2.135. Se presumía un negocio redondo: hasta 2020,
los ejércitos del mundo adquirirían 140 submarinos, de los que el 10%
serían encargos del batiscafo construido en el astillero murciano. El
empleo en la Región no escasearía.
Pero pasados los años, la realidad ha sido bien distinta.
Las primeras pruebas de flotabilidad, allá por 2012, fueron un fracaso:
el submarino se sumergía, pero no lograba flotar por un exceso de 75
toneladas. Una empresa estadounidense realizó una auditoría a toda la
ingeniería para detectar el origen del problema. La solución pasó por ampliar en 10 metros la eslora del submarino.
Este no es el único contratiempo reciente con el que se ha topado Navantia. Según desveló El País
a mediados de julio de 2018, el problema reside ahora en que, con sus
nuevas dimensiones, el S-80 Plus no cabe en el muelle de atraque de
Cartagena.
Este nuevo traspiés en el camino
del submarino de sello español ha obligado al Ministerio de Defensa a
dragar y ampliar el muelle de la base militar murciana. Las obras
tendrán un coste de 16 milllones de euros.
Hasta la fecha, la construcción de los cuatro S-80 es un pozo sin fondo. El Consejo de Ministros del 25 de julio de este año amplió el presupuesto del proyecto en 1.772 millones, por lo que el erario público español va a desembolsar finalmente 3.907 millones, el doble de lo presupuestado en su día. Y eso siempre y cuando no exista ninguna contrariedad más.