
Toda esta situación, lejos de contribuir a devolver la confianza, en general, en nuestras cajas de ahorro por parte del público, que parece ser lo que se persigue, por el contrario, una cuota añadida de duda se puede haber adueñado de una sociedad murciana ya muy castigada por señuelos de alta rentabilidad cuando el mensaje que se trata de imponer no cuadra dentro de una lógica determinada, por falta de liquidez, y en un contexto dado de fuerte recesión económica.
Parece que, en el caso de Caja Murcia, podemos estar ante una verdad a medias porque, en estos casos, el cliente no le paga a Fitch si el informe no es de su agrado en su redacción final, con independencia de lo que quiera decir en el fondo de su dictámen. Aunque lo cierto es que hace muy pocas fechas ha participado, junto a algunas otras entidades cuestionadas, en un crédito sindicado de 40 millones de euros a una sola empresa promotora.
Según el citado documento cuyas salvedades se desconocen, y eso salvaría en última instancia el papel corporativo de Fitch de cara a ciertas exigencias institucionales si este tema va a más en el Banco de España y el Banco Central Europeo tras el verano, la entidad murciana sería casi la excepción mundial en solvencia financiera en estos momentos de agonía de los bancos más grandes, prestigiosos y profesionalizadas de Europa, América, Australia y Asia, obligados todos a provisionar grandes cantidades para enfrentar créditos fallidos en detrimento de su cuenta de resultados.
El sentido común hace pensar que algún truco del almendruco encierra esta conclusión tras el varapalo de Fitch y Moody´s a la Caja de Ahorros del Mediterráneo, Bancaja y Banco de Valencia, aparte de otras cajas catalanas y andaluzas, pocas horas después, y hace tan sólo semanas a Cajamar. ¿Cómo se puede producir, precisamente en Murcia, una excepción a la regla después de haber seguido las mismas prácticas oportunistas en concesión de créditos sobre un mercado igual o muy parecido?
Tras la emisión a la desesperada de las cuotas participativas de la CAM y su sensible merma de valor quince días después de iniciar su cotización en Bolsa (casi 10.000 murcianos han picado este anzuelo) la desconfianza de los impositores es manifiesta a nivel de calle y explica el rápido crecimiento del negocio bancario en la Región de Murcia por parte de Caja Madrid, La Caixa, Banco Santander y BBVA por la fuga reciente de clientes desde otras entidades que transmiten más incertidumbre a tenor de la pura relación diaria con sus clientes.
Precisamente desde la competencia que tiene enfrente Caja Murcia se ha elaborado una hipótesis probable en función de la información que trasciende a nivel del sector, que explicaría una verdad más que conveniente en estos momentos pero que aplazaría el problema común para que aflorase más adelante, tal vez esperanzada en una mejora de liquidez por una menor exigencia de los mercados internacionales de capital con las entidades españolas, en mayores dificultades hoy por unas perspectivas teóricas emanadas del análisis de centros financieros internacionales.
Esa hipótesis, que da por bueno en la forma el informe de Fitch Ratings, se basaría en actuaciones ortodoxas de Caja Murcia respecto de la transparencia exigida básicamente por el G-8, la Reserva Federal norteamericana y el Banco Central Europeo a las entidades de crédito de todo el mundo y la responsabilidad que carga al respecto sobre las agencias calificadoras.
Según expertos de la competencia, Caja Murcia puede haber hecho cuatro cosas a la vez:
- Titulizar deuda hipotecaria
- Refinanciar créditos antes del vencimiento
- Traspasar deudas a la entidades emisoras de tarjetas de crédito
- Retrasar la afloración contable de la morosidad neta
De esa forma, el balance analizado por Fitch Ratings y otros documentos aportados no reflejarían en toda su dimensión el problema que, como el resto de sus hermanas de Valencia, Alicante, Cataluña y Andalucía, debe tener Caja Murcia.
Teniendo en cuenta que Caja Murcia compite en cierta desventaja de condiciones con otras entidades sobre un mismo mercado de clientes y de que sus riesgos en "Polaris" siguen estando ahí en plena atonía de la segunda residencia o residencia turística, hay que entender la perplejidad de entendidos, y no tanto, ante un informe suscrito por Fitch Ratings en un momento muy delicado para estas sociedades calificadoras por estar en el punto de mira de todos los organismos reguladores del mercado en Estados Unidos, Unión Europea, Japón, Canadá y Australia.
Y como esto es así, cabe suponer que ni Fitch Ratings, ni su delegado en España, se van a jugar su prestigio, y puede que hasta la continuidad de su negocio, por favorecer con falsedades a una pequeña e intrascendente entidad de provincias cuyo futuro es carne de cañón de cualquier fusión por exigencias del mercado, recomendación del Banco de España o sentencia de sus clientes.