Viendo las reacciones en contra por la victoria electoral en Grecia de
Siryza, utilizando calificativos durísimos y apocalípticos, creo que
estamos en un mundo que se quiere consolidar de una manera definitiva el
pisotear al ser humano y destruir todo aquello que suponga garantizar
una existencia donde cada persona pueda vivir en paz, armonía y en
justicia.
Hemos escuchado una y otra vez relacionar a esta formación con
palabras como ´radical´, ´peligro´, ´inestabilidad"´, ´amenaza para la
Unión Europea´ y algunos calificativos más. Éstos se han extendido tanto
ahora como en el pasado a movimientos sociales, Podemos, IU,
movimientos ecologistas, etc. Hay un intento planificado y orquestado de
que la opinión pública identifique estos movimientos sociales y
políticos a escenarios desastrosos y de un futuro tenebroso.
Reflexionando
sobre todo esto, en el fondo estos calificativos se aplican a quienes
quieren otro mundo posible y necesario. Vamos a reflejar quienes son.
Si usted quiere hacer políticas que no impliquen que la gente pase hambre o muera de hambre es un radical peligroso.
Si
usted quiere que la vivienda sea un espacio inviolable, sin desalojos
ni desahucios por los bancos, es un radical peligroso. Si usted quiere
que la gente tenga un trabajo estable, digno y seguro, es un radical
peligroso. Si usted quiere una sanidad universal, pública y accesible a
toda la ciudadanía, en cualquier rincón del mundo, es un radical
peligroso.
Si usted quiere que la persona que se encuentra en una
situación de pobreza y exclusión tenga unos servicios sociales que desde
el acompañamiento les permita la dignificación es un radical peligroso.
Si
usted quiere que el planeta no se destruya por el cambio climático, el
consumismo y el productivismo, es un radical peligroso. Si usted quiere
pensiones dignas para que nuestros mayores puedan disfrutar de sus
últimos años y puedan despedirse de esta vida con calidad, es un radical
peligroso.
Si usted quiere que la deuda entre banqueros
(españoles, alemanes, franceses, chinos, norteamericanos) la paguen
ellos y no los ciudadanos en recortes sociales y laborales y
privatizaciones, es un radical peligroso.
Si usted quiere una democracia participativa, directa y sin corrupción, es un radical peligroso.
Si
usted quiere que las transacciones financieras se regulen, entre otras
medidas con la tasa Tobin, y desaparezcan los paraísos fiscales, es un
radical peligroso.
Si usted quiere impedir que el 1% de la
población (élites económicas y financieras) acumulen el 99% de la
riqueza mundial y el 99% disponga sólo del 1%, es un radical peligroso.
Si
usted quiere que la gente viva con dignidad, que los políticos estén al
servicio de la gente, de toda la gente sin excepción alguna, es un
radical peligroso.
Si usted quiere la libertad y no la represión y
que el acceso a la Justicia sea posible independientemente de la
situación económica, es un radical peligroso.
Si usted quiere que la vida no se mercantilice y todo se convierta en negocio para los enriquecidos, es un radical peligroso.
En
definitiva, si usted quiere una humanidad de todos y con todos, una
humanidad basada en la justicia, la igualdad, la redistribución de la
riqueza, el amor, la fraternidad, la paz y el perdón, es un radical
peligroso. Los defensores de los derechos humanos son un peligro.
¿Quién
dice esto de una manera muy orquestada y que vaya calando en nuestra
cabeza? Son los capitalistas, los que han provocan el hambre, la falta
de agua potable, el no acceso a los medicamentos, los desalojos, los
desahucios, el trabajo precario y esclavo, los que recortan la vida
digna. Además, tienen como cómplices a Gobiernos y organismos
internacionales.
Los que provocan tanto sufrimiento y dolor humano
quieren aparecer como la gente buena, equilibrada, razonable y decente.
Son unos miserables sin conciencia, sin escrúpulos y sin ética.
El
mundo al revés. A la buena gente que quiere vivir y dejar vivir la
definen como personas destructivas y la tachan de antisistema; la gente
mala, utilizando todos su medios, que son innumerables, aparecen como
los defensores de la prosperidad y el bienestar, utilizando la mentira,
la manipulación y el miedo como estrategias.
Seguiremos siendo
radicales y peligrosos porque nos gusta que la gente pueda vivir
tranquila y sin amenazas, que pueda saborear la vida y ser feliz.
(*) Sacerdote