Las declaraciones y posterior dimisión
de Monedero han levantado la consabida polémica. La derecha ya se relame
de gusto, sin saber, como siempre, que es la menos interesada en que
Podemos reviente. En la izquierda también se felicitan sin mucho sentido
común porque pierden un aliado. Y la prensa se llena de yoyas o gente
que ya lo veía venir. De nuevo Palinuro se niega ejercer de tal, pero sí
recuerda su vaticinio de que Podemos no llegaba a las elecciones de
noviembre. Si acaso, ahora empieza a dudar de si llegan a septiembre e,
incluso, a mayo.
El
episodio es un ejemplo de manual del aprendiz de brujo con un par de
matices y novedades. Veámoslas distinguiendo entre cuestiones de forma y
de fondo.
De forma. Podemos
desafió le vieja sabiduría política de que, si uno quiere dejar huella,
debe uno tener mucho trabajo hecho y no sentar plaza de oportunista,
saltando por eso que llaman los estrategas de esta historia la "ventana
de oportunidad". El oportunismo ha tenido siempre el vuelo del zángano.
Había
-y hay- una crisis. Aparentemente, una oportunidad. La gente está
cabreada. No hace falta reflexionar en serio sobre las causas de la
crisis y sus hipotéticos remedios. Basta con cabalgar sobre el cabreo
del personal como si fuera una burra. Puede pasar, y ha pasado, que era
la burra de Balaam.
Venían
elecciones europeas. Adelante. Por todas. Triunfo seguro. De la nada a
la estrella de cinco puntas de cinco eurodiputados. Eran elecciones
europeas, cierto es, de las que no le importan a nadie y en las que
pueden presentarse Ruiz Mateos o el Pato Donald y salen igual, gracias,
además, al colegio único nacional. Pero eran elecciones y pusieron a
todos los doctos analistas del país a hacer extrapolaciones a cada cual
más estúpida.
Había
que tomar el cielo por asalto y, mientras se llegaba al empíreo, se
tomaba lo más cercano y se llevaba la crítica y la bronca a la zahúrda
del enemigo. Había que participar en el espectáculo al coste que
fuera. ¿Que si entras en el espectáculo, o sea, la televisión, eres
parte del espectáculo y que no hay mucha diferencia entre el payaso que
da las bofetadas y el que las recibe porque payasos son los dos? Sí,
pero los dioses de la revolución y el alma sencilla del pueblo pendiente
de salvación sabrán distinguir.
Además,
déjense ustedes de monsergas de letrados: traigan un tipo agraciado,
modoso, original, bien encarado y con carisma y medio país seguirá sus
dulces trémolos. Si estos, además, son lo suficientemente ambiguos para
no molestar a nadie salvo al solitario Polifemo, el otro medio seguirá
el ejemplo.
¿Se entiende ya por qué para esta troupe un minuto de televisión vale más que una lectura de El Capital?
¡Ah!
Pero ¿qué sucede si sale otro más guapo, más carismático y encantador y
doscientas veces más ambiguo, como Rivera? Pues que el personal se va a
la otra carpa o sintoniza otro canal y ahora Polifemo eres tú, contando
tus ovejas, cada vez menos, peor avenidas y a lupinas dentelladas entre
ellas.
De fondo. Todo
lo anterior no sería grave si, junto a los trucos de forma, de camerino
de tercera y clases de declamación los fines de semana, hubiera un
discurso de fondo. Algo de enjundia, propuestas consistentes, en fin, lo
dicho, un trabajo a la espalda del que, como decía Picasso, hace inútil
la inspiración porque la inspiración esta en él. Y, de ese, aquí, en
Podemos, no hay nada.
Lo
que hay está plagiado. Todo plagiado. Palinuro lo ha señalado varias
veces: en Podemos está todo copiado, desde el nombre del fundador hasta
el de la organización, pasando por los círculos, las asambleas, el
tic-tac del capitán Garfio, la crítica al régimen del 78, la
vaciedad de la distinción izquierda/derecha, el cambio por el ascensor
de arriba/abajo, el populismo, etc. Todo. Y el plagio no es como las
burras sino como las mulas: estéril. De donde no hay, no puede salir
nada. De un discurso vacío, de una estructura ausente, solo salen
más vacío y más estructura ausente y mantener como novedad el discurso
huero durante año y medio a pleno escrutinio de los medios es un
imposible metafísico.
El
vacío se ocultaba tras una disimulada hoja de parra. No era que no
tuvieran nada que decir, sino que la prudencia les forzaba a no hacerlo
por no perder votos. Podemos no era de izquierdas (guiño), pero sí lo
era; no era republicano (guiño) pero sí lo era; no era laico (guiño),
pero sí lo era; no era proabortista (guiño) pero sí lo era; no era
centralista (guiño) pero no se sabe lo que es. Resumen condensado:
Podemos no dice nada concreto (guiño) porque no tiene nada que decir ya
que lo único que les importa es ganar y no están para perder votos.
Obviamente,
aquí hace falta un discurso en positivo, de ese que la izquierda lleva
veinte años buscando. No basta con criticar lo existente que se critica
solo: la barbarie del capitalismo neoliberal con la estupidez
nacionalcatólica de estos franquistas insoportables. Eso lo ve todo el
mundo. La corrupción sistémica de la derecha y la ocasional del PSOE, la
inoperancia de este. La estafa de la crisis gestionada con criterios de
corrupción y clasismo. Todo eso es tan obvio que hasta los curas lo han
visto y han tomado prudentes distancias con estos nuevos fascistas de
misa y olla en Suiza. Hace falta algo más. Hace falta elaborar teoría.
Pero
¿no son estos los que venían con un atracón conceptual, cargados de
brillantes interpretaciones provistos de la teoría que, como la
filosofía, se convierte en un arma "cuando encarna en las masas"? No son
los que convierten cada mitin en una clase teórica por la que vuelan
Laclau, Mouffe, Gramsci, Negri, Butler, todos bajo el alma protectora de
Lacan? ¿No eran los que apresaban la complejidad contemporánea en
felices fórmulas capaces de encarnar en el pueblo?
Serán,
pero el resultado está a la vista: pura verborrea neocomunista y
seudomarxista. De masas, poco; de asaltar los cielos, nada y de
capacidad para explicar la crisis y proponer medidas para salir de ella,
menos que nada.
Por
eso, desesperados, tras repetir durante seis meses los incalificables
ergotismos de Laclau, acudieron a la fuente nutricia de la teoría
revolucionaria a la par que ejemplo de integridad revolucionaria,
Anguita, en busca de inspiración... Y Anguita, fiel a sus neurosis
juveniles, aportó su gran hallazgo teórico: la culpa de todo la tiene el
PSOE. Y con Anguita vino, cómo no, la bronca inevitable en toda
organización comunista compuesta por más de dos militantes. Así, el
resultado fue espléndido: Podemos no alcanzó a compensar su indigencia
ideológica y teórica pero sí consiguió hundir sus últimas esperanzas de
constituir una auténtica nueva izquierda, no contaminada de la vieja socialdemocracia y el acartonado comunismo de origen estalinista.
Según parece, Monedero dice sentirse engañado.
Palinuro volverá sobre esto en breve porque, en su opinión, el
engañador es Iglesias y no solamente ha engañado a Monedero, sino a
mucha, mucha más gente y de aquí van a derivarse consecuencias por ahora
imprevisibles.
Podemos
quizá no llegue a noviembre, pero lo interesante ahora es qué haran
todos los tránsfugas y mutantes de la vieja IU que emigraron como las
tribus indias de las praderas en busca de nuevos pastos y se encuentran
ahora que la tierra prometida es puro pedregal, secano, un solar urbano
lleno de basuras, un dumping ground sin perspectiva alguna.
Volver a la casa del padre es humillante. Quedarse con estos
zascandiles, impropio de la seriedad y gravedad de sus convicciones.
Lo dicho, Palinuro volverá en breve. Entre tanto, tengan paciencia los conversos.
Ayer hubo dos bajas sonadas, la de Monedero en la dirección de Podemos, y la de García-Abadillo en la de El Mundo.
Sonadas, pero no con igual intensidad. La de Monedero por dimisión a
petición propia; la de García-Abadillo por destitución, ya veremos si
con despido o no. La de Monedero acaparó primeras, lo hará en las de
hoy, suscitó declaraciones y reacciones; la de García-Abadillo pasó con
pena pero poca gloria. Curioso.
Hace escasas fechas, los mentideros se
hubieran agitado: después de Pedro J., destituido diz que por presiones
del gobierno, la de su sustituto y segundo felón. ¿También por presiones
del gobierno o por cálculos empresariales? El periódico no despega. Ya
veremos si el nuevo lo consigue. En todo caso está claro que, si lo
mediático condiciona lo político, lo político domina lo mediático. La
noticia fue Monedero; no García-Abadillo. Además, si Pedro J. sigue
siendo Pedro J., a lo mejor hasta le ofrece un empleo en El Español.
La
dimisión de Monedero dará lugar a todo tipo de juicios, positivos,
negativos, favorables, desfavorables, propios, ajenos, de los mismos
interesados, todo lo cual será interesante de considerar pero, a la hora
de plantearse su impacto sobre la situación política, es indiferente.
Vamos a la dicha situación:
Para
las próximas elecciones autonómicas y municipales, la derecha se
presenta dividida en dos opciones muy nítidas, PP y Ciudadanos. Al
margen de mil consideraciones que se encuentran por todas partes sobre
si C's es o no es, si al PP se lo come la corrupción o si, etc., etc.,
parece razonable pensar que C's recogerá mucho voto transversal y pondrá
un dique a lo que los politólogos llaman la volatilidad entrebloques a cambio de aumentar la volatilidad intrabloque.
En resumen, el votante de la derecha tiene dos opciones razonables para
votar, distintas, pero no diferentes. Es inteligente. Conviene tener
una alternativa porque, si las cosas se ponen muy ásperas con una sola
opción, la alternativa es la abstención. La derecha presenta algo
parecido a un frente con bastiones compartidos. Por ejemplo, Cataluña.
Posición óptima de despegue de un aparato con dos motores que funcionan
al unísono.
¿Y la izquierda? Posición de despegue pésima para un aparato con tres motores desacompasados.
Al
margen de lo que se decía más arriba, la dimisión de Monedero en uno de
los momentos más duros del partido hace mella. De entrada, el
triunvirato original está mellado. Y el triunviro que se va es el
encargado del programa, nada menos. Así toma cuerpo la idea general de
que en Podemos hay una fractura (las "dos almas"), probablemente más, de
la que la organización, muy celosa en su política comunicativa, apenas
informa. Fractura es crisis. La pésima gestión que se ha hecho de las
candidaturas a las municipales, sin conseguir librarse de las
incomprensibles peleas internas de IU, han mermado mucho su apoyo
electoral. Su peregrinación a la Meca anguitiana en la guerra de los
derviches contra el procaz PSOE está restándole el que le quedaba. Si
votar a Iglesias es votar a Anguita, el elector racional, es de suponer,
votará a Anguita, o sea, de nuevo a IU.
Quizá
de ese modo IU recupere algo del apoyo electoral que empezó a perder a
chorros con el efecto sifón de Podemos. Serían votos migrantes que
acudirían a las siglas IU porque, si empezasen a preguntar de qué
sectores, tendencias o grupos de IU estaba hablándose, a lo mejor se
arrepentían. A lo largo del proceso de precampaña electoral, IU ha
estado escenificando su suicidio. Al gori gori de la presunta defunción
ha venido a añadir un toque romántico el inefable Anguita, que es como
el fantasma de Canterville de IU. Llevaba quince años sin dar un mitin y
reapareció en las elecciones andaluzas a decir a su auditorio que
votara a Podemos pero no al PSOE.
A
su vez, el PSOE parece el negociado de asuntos de trámite. Atacado por
las dos otras izquierdas, equiparado a su adversario que lo ningunea y
lo desprecia a partes iguales, lleva una plácida existencia, presentando
peticiones de comparecencia de auténticos pillastres cogidos con las
manos en la masa que son sistemáticamente rechazadas. Dicen que Pedro
Sánchez va a echarse a esos caminos de España, a participar en multitud
de actos electorales en pro de los candidatos locales y también para
darse a conocer, porque estas elecciones se leerán como signo de su
idoneidad para encabezar al partido en las elecciones generales. Su
liderazgo, vamos. O sea, las elecciones autonómicas y locales son como
un preludio de las primarias. Asuntos domésticos con varios hipotéticos
candidatos velando armas.
Así
pues, un aparato de tres motores que funcionan cada uno a su aire. No
es la posición óptima para el despegue. Por eso, ¿no estaría puesto en
razón tratar de acompasar en algo los motores? Por ejemplo, las tres
fuerzas podrían comprometerse sin desdoro para la pureza de sus
principios a considerar prioritarias todas las posibles alianzas que
puedan hacer las izquierdas tras el resultado electoral. Dicho sea sin
ánimo de ofender a nadie.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED