MADRID.- Vas por la carretera, por mitad del campo, y un olor nauseabundo te
obliga a subir a toda prisa las ventanillas. La escena, común al
circular por Lleida o Huesca a causa de los purines, empieza a ser cada vez más frecuente en Castilla-La Mancha. En algunas provincias hay ya bastantes más cerdos que personas.
En Cuenca concretamente el doble: 400.000 gorrinos frente a 200.000
habitantes censados. El 'boom' de las llamadas 'macrogranjas' de porcino
llevaba años gestándose, pero se ha disparado en el último año, según relata www.elconfidencial.com.
Decenas de pueblos se han puesto en
pie de guerra por los efectos medioambientales y sanitarios
que pueden llegar a tener estas explotaciones. En cuestión de meses se
han creado plataformas ciudadanas que organizan manifestaciones y
concentraciones prácticamente cada semana. Ayuntamientos y particulares
han contratado abogados para librar la 'guerra del cerdo' en los
juzgados, tratando de frenar la llegada de nuevas explotaciones
porcinas, especialmente en las áreas menos pobladas. Las nuevas granjas,
de última generación, están casi totalmente mecanizadas y no necesitan
apenas mano de obra.
Los vecinos acusan directamente al gobierno del socialista
Emiliano García-Page.
Recuerdan que, en junio de 2016, decidió incluir la ganadería intensiva
en los planes de ayuda para la modernización de las estructuras
agrarias, atrayendo las inversiones.
Subrayan, además, las relaciones
del PSOE regional con
Industrias Cárnicas Loriente Piqueras S.A., más
conocida como
Incarlopsa. Se trata de la empresa que más factura de todo Castilla-La Mancha
y uno de los grandes proveedores de Mercadona. En Tarancón —Cuenca—
está su cuartel general y un matadero cuya ampliación se anunció el año
pasado a bombo y platillo. Se invirtieron 40 millones de euros para
crecer 16.520 metros cuadrados. Sacrifican casi 11.000 cerdos al día.
"Antes traían casi todos los animales de Castilla y León", dice Daniel González, ganadero y portavoz de la asociación conquense
Pueblos Vivos.
"Pero pactaron un plan con la Junta para criar en Castilla-La Mancha,
sobre todo alrededor de Tarancón, en Cuenca. Así se ahorran costes de
transporte y controlan su producto con explotaciones en las que son
accionistas".
Desde
Incarlopsa rechazaron responder a las preguntas de
El Confidencial, pero el propio consejero delegado, Clemente Loriente, admitió durante una
entrevista con Radio Tarancón
el verano pasado que su objetivo era tener, a medio plazo, entre un
millón y un millón y medio de cerdos en cien kilómetros a la redonda del
matadero para abastecer sus necesidades.
"No veo cuál es el problema",
dijo, argumentado que crearía puestos de trabajo e incrementaría las
exportaciones a países como China o Rusia.
David Llorente, diputado de Podemos en las Cortes de
Toledo, habla de "una trama de intercambio de favores" entre la Junta y
la empresa cárnica. Se refiere a dos escándalos recientes. En marzo se
supo que Incarlopsa
había donado 400.000 euros a la Fundación
Impulsa, una organización ligada al PSOE castellano-manchego.
Días después trascendía una
sentencia
del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha que condenaba
al gobierno regional por apartar de su puesto en 2016 a dos veterinarios
de la Consejería de Sanidad que habían denunciado reiteradamente el
incumplimiento de la normativa de bienestar animal.
El fallo
concluía que "la Administración parece haber actuado aquí a dictado de
la sociedad inspeccionada por motivos que se nos escapan, y parece haber
utilizado la vía del expediente disciplinario como forma de apartar a dos funcionarios
que la citada empresa consideraba incómodos".
Page salió al paso
pidiendo que "no se hable mal" de una de las actividades que más empleo
genera en la región. "Hay empresas ejemplares que pueden cometer un
error" al igual que "hay funcionarios que pueden cometer un error",
comentó en comparecencias públicas.
Inhalando purines
Para entender por qué muchos vecinos se
levantan contra la llegada de nuevas granjas de cerdos hay que irse
hasta Albacete, a localidades como Bonete o
Balsa de Ves, donde explotaciones ya a pleno rendimiento —destinadas a abastecer los mataderos de Levante— han revolucionado la vida de los vecinos.
Los purines, que hasta la fecha se almacenaban en balsas hasta que se
rociaban en abanico sobre los campos de cultivo, ha generado problemas
respiratorios y ahuyentado el turismo rural, una industria en la que
muchas familias habían invertido sus ahorros. Los vecinos temen que se
estén contaminando las capas freáticas y los suelos en muchos kilómetros
a la redonda. Hablan de fiestas patronales arruinadas por la peste y de
ancianas tomando el fresco con mascarilla.
Natividad Pérez,
alcaldesa socialista de Balsa de Ves, recuerda la expectación que se
generó cuando se anunció la inversión en 2006, que incluía una granja de
2.500 madres reproductoras —con sus respectivas camadas de lechones— y
una planta de biogás.
"En un pleno del Ayuntamiento
apareció el tema. Vino un tipo de traje diciendo que iba a generar
riqueza, trabajo, que el pueblo se iba a llenar de niños otra vez. Era
un charlatán. Lo cierto es que ese día éramos 222 habitantes censados y
ahora somos 136. Nos prometió repoblación y ha sido lo contrario.
Dijo que iban a mejorar los caminos y ahora están destrozados, con
boquetes, por el paso constante de camiones. De los 17 puestos de
trabajo anunciados, se han creado solo cinco y uno de ellos se lo ha
quedado la que entonces era la alcaldesa", dice.
Las granjas están ya tan mecanizadas que muchas —casi todas las de
cebo— se mantienen con un solo empleado que controla todo a través de un
ordenador. "Una sola persona puede estar manejando entre 4.000 y 5.000 cerdos
tranquilamente. Como cada granja de cebo tiene dos ciclos y medio, se
encarga él solo, en un año, de engordar a 12.000 gorrinos", razona
González.
Incarlopsa no tiene granjas propias, pero en enero de 2012 creó una sociedad (
ICPOR)
a medias con una empresa soriana (
Copiso). Actualmente, tienen 200
empleados y en 2017 facturaron 77 millones de euros, un 12% más que el
año anterior. Prometen crear 3.000 empleos "a medio plazo"
en toda Castilla-La Mancha. "Las granjas de última generación que
promovemos dan trabajo a 60 personas entre empleos directos e
indirectos", comentan en la compañía. "Los contratos son fijos
indefinidos y priorizamos la contratación de vecinos. También generamos
riqueza y dinamizamos la economía", abundan.
Inmaculada Lozano
vive en Pozuelo (Albacete), a 1,7 kilómetros de los terrenos donde se
proyecta levantar otra macrogranja. "Van a meter 51 naves en la misma
finca. En total 140.000 gorrinos viviendo a la vez, en un pueblo de 500
habitantes. Lo primero que nos llama la atención es que estén tan cerca
de las casas. El agua del pueblo está ya cerca de no ser potable y
tememos que se contamine para siempre. Van a pasar 164 camiones a la semana
y ya no es solo el olor, sino las partículas que vamos a estar
inhalando y que provocan afecciones para la salud. El proyecto ni
siquiera dice qué esperan hacer con los purines, solo que los van a
repartir entre los agricultores. Estamos a 30 kilómetros de Albacete
capital y muchos vivimos aquí por arraigo o para estar en un entorno. Si
traen la granja, algunos acabarán marchándose".
Los
purines
son una mezcla de heces y orina de los cerdos, paja de la cama de los
animales y restos de pienso. Todo arrastrado por agua y productos de
limpieza. "Esta mezcla se fragmenta y se convierte en un auténtico
aerosol respirable que emanan líquidos y gases como amoniaco o ácido
sulfhídrico, además de la parte solida o materia particulada. Las
partículas también pueden contener virus, bacterias, endotoxinas y
hongos", dice Jesús Martínez Moratalla, un doctor de la zona que lleva tiempo alertando sobre los riesgos.
El
aparato respiratorio, insiste, se convierte en la puerta de entrada de
este aerosol. "Se pueden producir distintas patologías: inflamación de
la vía aérea, alteración de la función pulmonar, asma bronquial,
alveolitis alérgicas extrínsecas, fibrosis pulmonar, neumonías, cáncer…
Hay estudios en los se evalúa la función pulmonar entre los vecinos de
las granjas y se documenta mayor deterioro cuanto más cerca están a
ellas", insiste. Las partículas pasan a la sangre y generan patologías
en otros aparatos y órganos a largo plazo. Por si fuera poco, subraya el
doctor, el uso masivo de antibióticos en estas granjas propicia la
creación de bacterias multirresistentes.
Marcha atrás de la Junta
Desde
la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural de
Castilla-La Mancha son conscientes de que la contestación hace tiempo
que dejó de ser cosa de cuatro ecologistas. De hecho, están empezando a
dar marcha atrás. "Hemos sido sensibles al movimiento que hay y, de
hecho, es inminente la publicación de un decreto donde se duplica la
distancia mínima de granjas y núcleos urbanos: se pasará de uno a dos
kilómetros de las zonas habitadas", dice Agapito Portillo, viceconsejero de Medio Ambiente.
También
van a limitar las subvenciones a las macrogranjas. "Damos preferencia a
la agricultura ecológica, la ganadería extensiva, las pequeñas
explotaciones y el ecoturismo". Portillo en todo caso rebaja la gravedad
y subraya que las sensibilidades son muy distintas según a quién se le
pregunte. "En un pueblo pueden estar en contra y en el de al lado están a
favor porque crea empleo. Los requisitos son cada vez más exigentes
para evitar los olores, que no se filtre nada al terreno, etcétera",
insiste.
En general, la Junta defiende la importancia del sector porcino en la
región y ofrece datos: un tercio de los jamones serranos que se
producen en España proceden de la zona de Tarancón, entre Toledo y
Cuenca. "No es solo Incarlopsa, sino que hay otros tres grandes
mataderos y muchos secaderos. La industria cárnica da muchísimo dinero
y necesita mano de obra. Es una fuente de riqueza tradicional en la
zona", comenta Portillo. En su opinión, lo que está ocurriendo en la
región no es diferente a lo que pasa en otras zonas de España. "Las
granjas de porcino se están trasladando a sitios con menos concentración
por una cuestión sanitaria, de aislamiento. En España está aumentando
la exportación y hay demanda de terrenos para estos usos. La Junta no
las promociona, pero tampoco las puede prohibir".
El cambio de postura de la Junta viene condicionado también por las resoluciones judiciales.
"Hasta ahora están siendo favorables, aunque estamos ante una
avalancha: el número de proyectos en tramitación es elevadísimo y el
camino por los tribunales tarda entre uno y dos años”, dice Pablo Ayerza,
abogado especializado en medio ambiente que actualmente lleva tres
procedimientos contencioso administrativos contra granjas de porcino en
la provincia de Cuenca.
"No se preocupan por los efectos
secundarios", argumenta Ayerza. "Hay casos clamorosos como el de
Almendros, donde quieren hacer una granja pegada a las ruinas de
Segóbriga, uno de los yacimientos más visitados de España. Generalmente
se autorizan las granjas sin que se llegue ni a explicar qué piensan
hacer con los purines. Tampoco hay un estudio global,
del impacto en conjunto. En muchos países europeos se están cerrando
este tipo de industrias por los problemas que han generado: olores,
insectos, enfermedades, contaminación...".
Las plataformas se quejan finalmente de que apenas hay controles, de
que nadie vigila que se cumpla la normativa vigente. "Cuando nos
reunimos con la Junta admiten, en privado, que no tienen recursos
humanos para vigilar cómo se gestionan los purines", asegura Daniel
González. "Lo suyo sería que entrase el Seprona, pero hay tantas
granjas… La Unión Europea desde este año obliga a los agricultores a enterrar los purines a 20 centímetros con
unas púas si quieren cobrar la PAC, pero la maquinaria para hacer eso
es muy cara, de manera que se siguen rociando y nadie lo vigila".
Desde
la Junta insisten en que la administración no está cruzada de brazos.
"Hay un cuerpo de inspectores para las ayudas europeas. Siempre se
podría vigilar más, claro, pero los controles existen". Y los
responsables de ICPOR, por su parte, subrayan que los purines no son un
residuo, sino "un
subproducto ganadero" que tiene un valor como abono orgánico. "Además de aportar minerales a la tierra, le da la estructura que no le aportan los abonos inorgánicos", concluyen.