El filósofo alemán Arthur Shopenhauer
dijo que «toda verdad pasa por tres fases: primero es ridiculizada;
segundo, se le opone violentamente; y tercero, es aceptada como
evidente».
En la Región de Murcia el lobby formado por el Gobierno,
grandes productores hortofrutícolas y organizaciones agrarias, están en
la segunda fase tras intentar ridiculizar las enmiendas de la oposición a
la Ley del Mar Menor diciendo que son caprichos del lobby ecologista e
intentando desprestigiar la capacidad para hablar de agricultura de los
38 integrantes del Comité Científico para el Mar Menor porque no son
ingenieros agrónomos. Con el tiempo descubrirán que la única verdad que
importa es que estamos ante la responsabilidad histórica de recuperar el
Mar Menor.
La tierra es plana. El
Mar Menor merece una oportunidad que estamos obligados a darle sin
dilación. No hay excusas ni aplazamientos que valgan por mucho que los
grandes productores griten ahora de manera victimista que «los políticos
acorralan al campo» porque lo único que está acorralado es el Mar
Menor. Acorralado y abandonado desde hace demasiados años, desde que las
diferentes Administraciones decidieron hacer la vista gorda.
Y debemos
salvarlo con medidas acordes a la magnitud del problema que,
lamentablemente, no está en la agenda política española como sí lo
estuvo el Prestige, aunque es un desastre ambiental de magnitud
internacional porque el Mar Menor es único en el mundo.
Lamentablemente,
las importantes figuras de protección ambiental internacional de que
dispone no han podido salvarle de la especulación, la avaricia, la
desidia, la ilegalidad, la negligencia y la necedad que copa las redes
sociales donde hay gente que niega la contaminación por nitratos como
otros aseguran que la tierra es plana.
La madre del cordero.
Los grupos en la oposición (PSOE, Podemos y C's) intentan hacer lo
correcto en el instante más oscuro debido a las fuertes presiones del
lobby agrícola que, alentado durante años por quien fuera su consejero
de cabecera, Antonio Cerdá, ha incumplido
sistemáticamente la directiva europea de contaminación por nitratos; e
insiste en seguir utilizando nitrato cálcico en el campo de Cartagena
aunque hay fertilizantes alternativos neutros e igualmente efectivos.
La
Asociación Nacional de Fabricantes de Fertilizantes está bombardeado
con correos y llamadas telefónicas a los diputados de la oposición
tratando de impedir que se prohiban determinadas sustancias químicas por
temor a que sus asociados pierdan cuota de mercado y dinero. La presión
es tan asfixiante que la patronal hortofrutícola ha llegado a asociar
cáncer y brócoli para presionar a los grupos parlamentarios advirtiendo
en redes sociales de que se verán obligados a abandonar un cultivo tan
beneficioso contra las células cancerosas como el brócoli «por el lobby
ecologista que está malasesorando a algunos grupos políticos».
Intentan
hacer lo correcto prohibiendo expresamente «la creación de nuevas
superficies de cultivo o ampliación de las existentes» porque si se
eliminase todo el regadío ilegal que oficialmente no existe,
probablemente, habría agua para todo el campo de Cartagena. ¿Han visto
alguna vez a una organización agraria o de regantes quejarse o denunciar
roturaciones ilegales de terreno o regadíos ilegales? Lógico que bramen
ahora contra una ley que les obligará a restituir a sus condiciones
originales (secano o vegetación natural) «toda la superficie fuera del
perímetro del regadío legal sin perjuicio de la aplicación de las
sanciones que pudieran corresponder». Ahí está la auténtica madre del
cordero.
Urgencias sin urgencias. Intentan
hacer lo correcto porque una organización de productores tan 'seria'
como Proexport no puede cuestionar al elenco de expertos que designó el
Gobierno regional para el comité científico al mismo tiempo que manipula
ofreciendo datos falsos. No es verdad que la obligatoriedad de ceder el
5% de la superficie de cada explotación agraria con objeto de reducir
la contaminación difusa vaya a eliminar 6.000 hectáreas de terreno
productivo. No es así porque esa cifra supondría que son 120.000 las
hectáreas en producción actualmente en el campo de Cartagena.
Desde la
comunidad de regantes de Cartagena, su presidente Manuel Martínez,
insiste en que esa medida de plantar setos 'sin ton ni son' en los
linderos de las parcelas perjudica especialmente a los más pequeños y
propone que se paralice la medida hasta que no se haga un estudio
hidrogeológico serio que determine su efectividad. «Es que la tierra
vale dinero y están haciendo que pierdan patrimonio los agricultores
porque pierden superficie productiva con esos setos vegetales», relata
Martínez que le dicen sus asociados.
Intentan
hacer lo correcto porque resulta tan elocuente como inadmisible que
dirigentes agrarios se colasen en la Asamblea Regional de la mano del
Grupo Parlamentario Popular para amenazar desde el mismo Parlamento con
una gran concentración a sus puertas contra una decisión democrática de
sus grupos parlamentarios que, en contra de lo que vociferan, no
responde a criterios políticos sino a criterios técnicos porque las 43
enmiendas aprobadas al proyecto de ley de sostenibilidad ambiental del
Mar Menor emanan de las recomendaciones realizadas por el comité de
asesoramiento científico que lleva meses advirtiendo de que hay que
actuar en origen contra la contaminación por nitratos agrícolas.
El
propio portavoz del comité, Ángel Pérez Ruzafa, considera las medidas «positivas y razonables» porque «es importante aplicar el principio de precaución y actuar con urgencia». Sí, con urgencia
que es lo que no se ha hecho porque el Gobierno regional aprobó un
Decreto Ley de Medidas Urgentes en abril del pasado año que no se está
cumpliendo y contra el que, curiosamente, nadie protestó.
Sin cesiones. Intentan
hacer lo correcto porque cuando todavía resuena la denuncia del fiscal
por contaminación ambiental en el Mar Menor contra 37 personas entre
políticos, técnicos y empresas agrícolas, que aconsejo releer
detenidamente para disipar cualquier atisbo de duda, el lobby agrícola
está exigiendo al Gobierno regional la aprobación de otra ley para que
derogue lo aprobado en la comisión de Política Territorial y poder
seguir haciendo de su capa un sayo mientras de manera hipócrita se
refieren al Mar Menor como «la joya de la corona».
Y subrayo lo de
hipócrita porque algunos (no todos) están demostrando, con una
beligerancia inusitada, que no están dispuestos a ceder ni un ápice de
sus potenciales beneficios. Por no querer, algunos no quieren ni
cultivar siguiendo las curvas de nivel del terreno. Prefieren seguir
haciendo surcos en perpendicular al Mar Menor para que en caso de
lluvias, corra el agua. Si reclamaran el agua que necesitan con la misma
fuerza que están empleando para que no se apruebe la Ley del Mar Menor,
ya habría interconexión de cuencas en España.
En el cajón.
Intentan hacer lo correcto porque el Mar Menor requiere de un cambio de
mentalidad agrícola, urbanística y turística. Pero, por encima de todo,
necesita de un Gobierno regional responsable que se aleje de la
demagogia populista y cumpla con su obligación legal de aprobar de una
vez por todas (lo mandata la UE) el plan de ordenación de recursos
naturales que debe regular todos los usos del Mar Menor. Un plan que
mantiene guardado en un cajón tras haberlo sometido hasta en dos
ocasiones a la presentación de alegaciones y que debe marcar el camino
de la futura Ley Integral del Mar Menor que, por supuesto, es
absolutamente urgente y necesaria porque no basta con ordenar solamente
el sector agrícola. Solo así finalizará el 'y tú más' al que estamos
asistiendo.
A veces me
pregunto si 'otra Región de Murcia es posible' y confieso que me invade
la desesperanza. No, no es posible mientras el cortoplacismo marque la
agenda política y estemos en manos de profesionales de la política de
cuestionable talento que a falta de agua que ofrecer, han optado por
arremeter irresponsablemente contra los grupos en la oposición
acusándoles de poner en riesgo la subsistencia del campo de Cartagena
cuando lo que realmente pende de un hilo es la subsistencia del Mar
Menor.
Causa sonrojo ver al consejero de Agricultura, Francisco Jódar,
convertido en los últimos días en gestor de intereses particulares por
meros intereses electorales, criticando incluso que los grupos
parlamentarios hayan decidido prohibir los fertilizantes de
disolubilidad alta y potencialmente contaminantes. Él sabe que lo
aconsejó el comité científico en un extenso informe de 127 páginas
titulado Informe integral sobre el estado ecológico del Mar Menor que, mucho me temo, muy pocos se han leído en profundidad.
El
comité científico también aconseja extender los setos vegetales a todas
las fincas de regadío del campo de Cartagena para que actúen como
trampas de nutrientes, frenen las escorrentías, fijen el terreno y
ayuden en el control de plagas de insectos y ácaros. Y lo recomiendan
así porque aseguran que está contaminado todo el acuífero cuaternario
que abarca todo el campo de Cartagena y no solo un parte.
Los siete
científicos del comité asesor que han propuesto los setos vegetales son
expertos de la UMU, del CEBAS y de la UPCT tras revisar 150
publicaciones científicas. Saben lo que dicen porque participan en
proyectos de investigación nacionales e internacionales sobre
fertilización y dinámica de cuencas. Jodar, en vez de bramar contra la
oposición, debería estar exigiendo al Ministerio un plan estatal de
inversiones que haga del Mar Menor una causa de interés general.
La versión Del Rivero. Luis del Rivero,
propietario de fincas de naranjos en el campo de Cartagena, se quejaba
amargamente en una asamblea del SCRTS, de que los regantes se han
convertido en Madrid y en Murcia en «unos apestados» y de que han
perdido el apoyo de la opinión pública y de los medios de comunicación.
Desde luego, están dilapidando apoyos a chorro a cuenta del Mar Menor.
Los murcianos saben que el verdadero problema es la falta de agua y les
apoyan.
Lo que no entienden es que si falta agua, se sigan haciendo
roturaciones ilegales de terreno de secano para regadío o que esos
regantes no estén dispuestos a sacrificar parte de sus beneficios para
salvar el Mar Menor dando un espectáculo bochornoso y propio de una
sociedad atrasada e inculta. No se dan cuenta de que con su actitud
están contaminando y dilapidando la marca 'Huerta de Europa'.
La
Ley del Mar Menor, cuya aprobación está prevista para el 1 de febrero
si la oposición no cede a la petición de aplazamiento que plantea el PP,
es solo un punto de partida de un largo camino que nos debe llevar a
hacer lo correcto sin vencedores ni vencidos. Estamos obligados a hacer
compatible el regadío intensivo del campo de Cartagena con el Mar Menor.
Ambos merecen una oportunidad y que todos estemos a la altura de la
responsabilidad histórica a la que nos enfrentamos.
(*) Periodista y Jefa de Informativos en Murcia de
Onda Cero
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2018/01/27/batalla-credibilidad/893241.html