murciaconfidencial@gmail.com / "La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio" (Cicerón) "Toda verdad pasa por tres fases: primero, es ridiculizada. Segundo, se le oponen violentamente. Y tercero, es aceptada como auto-evidente." (Schopenhauer) * Newsletter de opinión e influencia, sin ánimo de lucro ni subvencionado con dinero público o privado, fundado en enero del año 1984 por Francisco Poveda, periodista profesional licenciado en la U. Complutense desde 1976.
lunes, 1 de julio de 2024
Finiquitado El Gorguel por el Estado, se subleva el Cantón de los logreros / Pedro Costa Morata *
Solo la Historia y los ecologistas murcianos (que somos principalísimos protagonistas del combate con las diversas, sucesivas y cada vez más degradadas versiones del Cantón murciano), sabíamos que el proyecto de un nuevo puerto en El Gorguel era una estupidez de libro, y que no iría a ninguna parte, por más que la élite mandamás murciana (que es generadora infatigable de ocurrencias disparatadas) se auto atribuyera necesidades y hasta méritos para lograr tamaño chollo por parte del Estado.
Este cronista ya se las había tenido tiesas con esta panda de incompetentes y logreros en más ocasiones de las deseadas, siendo las últimas y más recientes la del aeropuerto de Corvera, un majestuoso y ridículo derroche, la autopista Cartagena-Vera, ruinosa tras haber sido así anunciado por activa y por pasiva, y la mega urbanización Marina de Cope, necia y blasfema, lo del Gorguel era más de lo mismo, con una agravante digna de tenerse en cuenta, que es la insoportable arrogancia de su imaginero.
No puedo ocultar que lo primero que me sublevó, de ese proyecto era su autor “intelectual”, Adrián Viudes Viudes, cacique murciano de rancio abolengo que pretendía rematar con esta obra y la placa con su nombre, toda una vida de privilegiado de la historia más derechosa de la Región y de España, y finalizarla con este florón del valcarcelato: esa singular etapa del Cantón, con un líder que se paseaba entre los murcianos llamándonos tontos y marcando felonías, dejando un rastro de carnaza delicuescente para votantes impasibles de las que se ha ido escapando hasta el momento.
De Viudes me llamaba la atención su estilo chulesco y autoritario, su analfabetismo ambiental, y sobre todo su actuación como presidente de la Autoridad Portuaria de Cartagena (APC), con abusos sin medida hacia los trabajadores y sus derechos, su exhibición de cifras, resultados y beneficios en un puerto facilón, cuyas cifras están dopadas por el petróleo, villano del planeta, y sobre todo, ya digo, su estilo de personaje de la aristocracia murciana, rancia y cansina, pese a sus ínfulas de moderna y pretenciosa.
Todo eso me indicaba un vicio de principio de ese nuevo puerto, que esta figura de la taifa pepera quería añadir a los dos (o tres) puertos ya existentes. Es, pues, el rastro del Viudes encumbrado, primero, y desplumado, después, lo que me sirve de guion para mi contribución al feliz finiquito de las ínfulas neo portuarias de esa panda de insensatos que en su día él capitaneaba.
Han sido, con este, nueve los artículos que he dedicado a desacreditar el proyecto del Gorguel y a sus promotores, convencido de que mi enfoque crítico recogía la experiencia catastrófica de decenios con la ira que me han producido siempre los políticos del PP murciano como inagotable fuente de iniciativas y proyectos agresivos o inviables. Que esta región es un no vivir, que a muchos nos obliga a afrontar permanentemente a planificadores sin medida ni proporción, que dedican su tiempo y su poder a lanzar ideas contra la tierra y la gente.
Decía que mi guía en el asunto del Gorguel ha sido siempre Viudes, por ser el padre de la idea y por la inmensa antipatía que me ha producido siempre el personaje, neto producto de las dichosas élites murcianas de derechas de toda la vida y siempre mandando -franquista, ucedista, pepero…- que con el dichoso proyecto me dio la oportunidad de encontrarme con la definición -entera, diáfana, militante- de un fascista de tomo y lomo, lo que vino, como yo esperaba, con el tiempo y las cosas.
Mi primer artículo, “El Gorguel: sinrazón de la razón práctica” (La Opinión, 26 de junio de 2009) explicaba la imposibilidad de aceptar ese proyecto según la razón técnica, que en este caso se revestía de formas diversas, todas ellas falsas o falseadas: la razón técnico-ingenieril, la razón técnico-económica, la razón técnico-providencial y, la más decisiva, la razón técnico-erótica (también llamada genital).
Una descripción, que quise completa pese a que, conociendo su capacidad y sensibilidad, sabía de antemano su alcance y efecto. En el segundo, “El Gorguel y la ingeniería indeseable” (La Opinión, 9 de enero de 2013), me encargué de analizar como ingeniero y politólogo lo que, siendo ingeniería política pretendía sin embargo pasar por proyecto técnico objetivo, reflexivo y útil, sin logar cubrir ninguna de esas exigencias; y llamaba tontuna, con la generosidad que me caracteriza, a la ocurrencia de tener dos aeropuertos a 30 kilómetros de distancia entre sí y tres puertos a cinco: hazaña a engrosar el libro de récord del Cantón murciano, y que anima siempre a atarlo corto .
A mi crítica a fondo de lo que, no siendo ingeniería, era rimbombancia sin sentido, el amo del puerto fue presa de los nervios, quiso descalificarme (¡menuda originalidad y a buena hora!) y se obnubiló tomando por insultos lo que, simple y elegantemente yo tenía por calificativos objetivos de la idea y los fines; ahí ya vi más de cerca al personaje que preconocía por sus obras, pero del que me faltaba su embestida.
En mi tercer artículo, “Gorgueliana: cuento de la lechera para un tiempo siniestrado” (La Opinión, 27 de marzo de 2013) no tuve más remedio que contestar a sus coces de humano acosado por su mala cabeza con la mayor finura de que fui posible, echándole en cara, no obstante, su “rotunda declaración de amor al contenedor y al made in China” y -eso sí- trasladándole la poca gracia que me hacían sus chanzas sobre el camachuelo trompetero, avecilla que los de Anse detectaron en el paraje del Gorguel, lo que le sentó a cuerno quemado y me hizo advertirle que “esa falta de respeto sobre inocentes, pero ilustres y valiosos pajaritos, suele traer mala suerte: así que prepárese y luego no diga” (y en efecto, creo firmemente en la eficacia de “la venganza del camachuelo” hacia Viudes el bárbaro).
El cuarto artículo, “Gorgueliana: demasiado para economistas desatados…” (La Opinión, 27 de marzo de 2013), lo dediqué enteramente al estudio El nuevo puerto de El Gorguel. Una infraestructura necesaria y obligada, que ya con el título señala el baboseo de sus autores, que sin duda se lanzaron sin mirar mucho donde caían, a por el oro y la mirra.
El estudio lo encargó Viudes a Juan Iranzo, un ultraliberal que se paseaba por España rebañando pellizcos contra el Estado, siempre a buen precio. Iranzo dirigía un equipo de “seis coordinadores y cinco investigadores”, más jefes que indios, decía yo, una masa de profesionales tan vistosa y prestigiada que olvidó contemplar los aspectos ambientales (por los que, mira tú esos liberales, el proyecto ha fracasado: ¡si es que…!).
Yo me leí el estudio y lo enjuicié subrayando las fantasías de sus cuadros y estadísticas, la incapacidad de entender la crisis (permanente) mundial, su ignorancia sobre el comercio internacional y la fase decadente de la globalización, su enviciamiento en la idea nefasta del crecimiento per se, su necio empeño en colocar al carro delante de los bueyes… ¡menudo estudio!
Y remataba con eso de que empeñarse en que el Gorguel sería “el puerto de Madrid” tenía mucho más de palurdez que de proyecto previsor y creativo. En el prólogo, con firma de Ramón Luis Valcárcel, gran protector de Viudes, ya aparecía la extensa lista de fantasías imaginadas, chorradas futuristas y empeños de pueblerinos acomplejados. (Observo el abundante subrayado con que rubriqué mi análisis de tan pedregoso texto y confieso que, de tener que leérmelo de nuevo, quizás preferiría antes cortarme las venas).
Fue en 2013 cuando los ecologistas lanzamos nuestras alegaciones contra el proyecto del Gorguel, al hacerse público y oficial, que once años después han tenido éxito; alegaciones que nuestro héroe menospreció, aun señalando que los enemigos del mismo eran “sindicatos, IU y ecologistas”.
Y como, en efecto, el insigne Viudes mantuviera su ensoberbecido empeño portuario y yo me enterara de sus tropelías laborales en lo que sin duda consideraba su coto cerrado de la APC, tuve a bien enumerarlas en otro artículo, el quinto de mi serie, “El Gorguel: pirámide frustrada para un faraón de pies de barro”, que, dirigido según mi costumbre a La Opinión, fue bruscamente detenido por el cancerbero Ángel Montiel, ya convertido en esas fechas en sustancia inquisidora del periódico y bien enseñado a salvaguardar a quienes lo amamantan con su publicidad.
Y todo porque yo aludía a Viudes como “envanecido perturbador de la legalidad vigente”, señalando, que tampoco es tanto, “esa costumbre que tiene de violar pertinaz y deportivamente las leyes laborales como si estuvieran de adorno y sin importarle acumular sentencias desfavorables que lo describen, sumándolas, como un gestor abominable de frustrada vocación esclavista”.
Así lo demostraban una decena de sentencias condenatorias de los Juzgados sociales de Cartagena (2006-2010) por vulnerar el derecho a la libertad sindical, a la libertad de expresión, a la tutela judicial efectiva, a la huelga y por despidos injustificados, sanciones indebidas, prácticas empresariales ilegales…
“Viudes acumula decenas de actas de la Inspección de Trabajo que recogen incumplimiento tras incumplimiento en un entorno de beligerancia implacable de la estibadora SESTICARSA (a la que controla la APC) con los trabajadores, a los que maltrata y ningunea. Contestando a Ascensión de las Heras, diputada de IU, el Gobierno ha emitido un informe (7-03-2013) sobre esa empresa, en materia laboral y de seguridad social, que cubre los años 2007-2012 y en el que alude al conflicto enquistado con la plantilla (que se mantiene congelada, aunque con despidos, por mor de la productividad salvaje), señala que la empresa debe a la Seguridad Social más de dos millones de euros y plantea la confidencialidad de los datos fiscales para no informar sobre sus relaciones con la Hacienda pública.
Hace unos meses supimos del Tribunal de Cuentas que nuestro hombre en la APC adjudicó en 2003, sin la obligada publicidad, un contrato valorado en 10,3 millones de euros”. De aquel artículo, tan merecidamente ad nominem, reproduzco el final, y ya: “Creo poder encuadrar a Viudes entre esos dinosaurios de apariencia inmortal que son apacentados por un PP recalcitrante mientras mantienen caliente su larga cola con los rescoldos del franquismo”. O sea, que no era para tanto.
Me enteré entonces de que don Adrián, fervoroso católico como monárquico, aristócrata y ultra, era de misa diaria, a la que asistía a primera hora cuando, recogido y elevado, seguramente se encomendaba a Dios por las fechorías de cada día.
El sexto artículo, “El Gorguel y la reincidencia en el absurdo” (eldiario.es, 25 de febrero de 2020) vino motivado por el ímpetu con que la nueva presidenta de la APC, Yolanda Muñoz, tomó el asunto del Gorguel tras unos años de calma y silencio, haciendo resurgir otra vez los contenedores imaginarios y el fantástico puerto necesario.
Con tal pasión que presumí que, por ser mujer, estaba dispuesta a dejar a sus antecesores masculinos en la miseria, por inútiles, que ella sí que iba a resolver el asunto. Lamentaba yo que “en lugar del sentido ecónomo, realista y matizado esperable del genio femenino, nos encontremos con una proclama de tonterías propias del más abominable estilo masculino hasta el punto de hacer pensar que doña Yolanda parece dispuesta a lograr lo que ningún presidente masculino anterior ha logrado, y esto resulta un enunciado (digamos, desolador) de feminismo atroz.
Lo que no podía yo anticipar era que tan intrépida capitana acabara pronto señalada por los tribunales debido a su demasiado fiel continuidad en la estela de Viudes, dándole por las prácticas corruptas; y tuviera que dimitir tres años después sin rematar la insigne obra viudesiana que el destino había puesto en sus manos.
El séptimo artículo era el que yo esperaba redactar como agua de mayo, y que lo veía venir: “La soflama fascistoide de Viudes Viudes” (eldiario.es, 18 de agosto de 2021), y me lo sirvió en bandeja el fascistoide mentado, ya depuesto de su comandancia y dedicado a odiar, en buen cristiano, a diestro y siniestro. Pues nuestro héroe se despachó, que cómo estaría para ser tan sincero, con una de sus columnas en La Verdad, “El hacha de guerra y la pipa de la paz” (9 de agosto de 2021) empleando una jerga fascista prístina, desde el principio hasta el final: “Le sale del alma -decía yo- lo de la Memoria, y por eso no duda en afirmarse en la miserable mentira, que se la endosa sin pudor alguno, con que el franquismo y su adoctrinamiento nos sometió 40 años: ‘La república no se la cargó Franco: fueron socialistas, comunistas y anarquistas, supeditados por entero al genocida Stalin…’.
Por supuesto que retoma, más de una vez, lo de ‘comunistas’ en el más actualizado estilo ultra, como si los comunistas españoles no hubieran sido democráticos tanto durante la República como en la reciente democracia. Son los ‘perdedores de aquella guerra incivil’, dice Viudes, los que nos quieren hacer pasar por el aro de aquella mentira, la de que fue Franco el enterrador de la República (¡Ah, los perdedores, que vienen para vengarse!). Es evidente que a Viudes le sobresaltan las noticias de (mínima) revisión histórica frente a las hazañas de la horda franquista, y sabe bien que las democracias nunca han plantado cara decididamente a la peste fascista; bueno, la democracia ejemplar de nuestra II República sí lo hizo, y por eso el golpe de una tarde se convirtió en una guerra de tres años, que aquellos infames militares ganaron por el apoyo impune de los fascismos europeos, lo que calla nuestro enrabietado”.
Pero ese artículo es para enmarcarlo, repasarlo y no olvidarlo. A mí me sirvió para redondear mi teoría sobre el personaje y su obra, sospechando desde hacía años que -por su estilo, boca y sesgo- era un fascista a malas penas camuflado, y que acabaría por verse y saberse. Esto adornaba al proyecto del Gorguel con un aura imposible de ignorar: el proyecto de un fascista que abusa de sus continuados privilegios en un país confiado y una región secuestrada, y que maquina un gran regalo a los suyos (empezando por su ego, eso es verdad). De ahí el emotivo coro de llorones que nos trastorna cada día, y que incluye, por supuesto, a gente de la UPCT (institución, ojo al parche, cada vez más encaminada por los senderos ultras), ya beneficiados por la generosa teta de la APC.
El último, en realidad penúltimo, de estos artículos fue “Murcianos incorregibles y ese Gorguel que los trastorna” (eldiario.es, 31 de agosto de 2022), cuando la APC mostró su desacuerdo con el Estudio de Impacto Ambiental redactado por el Instituto Oceanográfico sobre el proyecto de nuevo puerto, que era negativo.
Se desmelenaba doña Yolanda, proferían alaridos de indignación los de la CROEM, se mesaban las linotipias La Verdad y yo, queriendo cambiar de variable, por gusto y sin intención, remataba así mi sentida reflexión: “Que predicarles a estos irresponsables que lo urgente es reducir el comercio exterior en general y el tráfico portuario en particular, es tarea inútil y tediosa”.
*****
Una vez apeado Viudes del castillo de popa de la APC, al haber sido liquidado por aquel sucesor de Valcárcel, el -átono, insulso, gris y olvidado- Garre, Viudes se dedicó a lanzar improperios sobre todos los que consideró culpables de su descabezamiento, abandonando rápidamente su amado PP y dejando bien claro que su ideología tenía que quedar claramente relacionada con su lustre personal y su interés, que si no…
Y lanzó continuas andanadas contra la perversa coalición que, primero, lo derribó de su galeón invencible, y segundo, se encargó de liquidar El Gorguel, su más estimable aportación a la Humanidad.
Hoy, contestando en La Verdad al más entregado propagandista de los desafueros y agresiones -lo dejaré en ambientales- del poder pepero regional, el periodista Manuel Buitrago, nuestro personaje señala como culpables del fracaso del Gorguel, a más del puerto de Valencia, privilegiado según él por Madrid, “a los gobiernos de España, mientras que el ejecutivo regional y los socialistas murcianos tampoco se han interesado”, a despecho de la escandalera que tienen montada clamando al Estado por el dichoso proyecto.
Pero él ha necesitado, para un más legendario mutis por el foro, que todos lo han abandonado: dramático espectáculo del héroe solitario a quien hubo momentos que todos le hacían la ola. (Pero recordará siempre que ecologistas como este cronista lo desafiamos desde el primer momento, se lo advertimos y le anunciamos que fracasaría.)
He aludido hace un momento a la tenacidad con que Manuel Buitrago lleva toda su vida profesional aireando, justificando y propalando proyectos antiecológicos, inviables o enloquecidos, desde un periódico, La Verdad, que lo explota obligándole a llenar páginas y páginas sobre esta historia de iniciativas que devienen en fracasos dejándolo una y otra vez con el culo al aire. Pobre.
Solo recordar el papelón que ha hecho durante diez o doce años aireando la necesidad del AVE y comprobar en qué ha quedado la cosa, como obra integralmente nefasta, debiera producirle algún dolor de conciencia, pero no creo. Una región como esta, ha de dar periódicos y periodistas como estos: lo manda la sociología más clásica.
Nuestra prensa regional, institucional, dinástica y tal, es decir, siempre conservadora, o sea, La Verdad y La Opinión, ha reaccionado con diligencia al (anunciado) fracaso del Gorguel, respondiendo a los vínculos crematísticos e ideológicos que la unen con Viudes y la APC a través de los sustanciosos contratos de publicidad suscritos en su día.
Primero ha sido La Verdad, faltaba más, con la pluma de Manuel Buitrago, quién mejor que él, que ha recogido en dos generosas páginas las razones y lamentos de Viudes tras el no ministerial, ciñéndose a su guion del resentimiento contra su (antes) amado PP y culpando, principalmente, a los desmanes del Estado el escamoteo de su (genial, salvador, providencial, etcétera) proyecto.
E inmediatamente lo ha seguido La Opinión, igualmente beneficiario de la generosidad publicitaria de Viudes-APC, convocando una jornada, “El Gorguel, a debate”, con empresarios, parlamentarios regionales, ecologistas… de la que me dijeron que consistió en una arremetida a coro de los pedigüeños despilfarradores con un ecologista acorralado -Pedro Luengo, de Ecologistas en Acción, que a quién se le ocurre acudir de Pepito Grillo a farsa tan mal montada, parece nuevo- y resultados redactados de antemano. El caso es que el periódico se aplicó a defender los facilones ingresos de la APC, y en eso está y estará
He dejado antes sin concluir el momentazo del escribidor Montiel cuando me rechazó mi artículo sobre la pirámide de un faraón con pies de barro, en el que relataba esa serie, tan impresionante, de violaciones de las leyes laborales y otras.
Yo no le protesté porque mi acuerdo era que los artículos que me rechazara La Opinión no necesitaban serme explicados por sus causas, ya que era suficiente que se me dijera si se iba a publicar o no; pero el maleducado Montiel nunca ha cumplido con el mínimo deber de atender petición tan modesta de un colaborador de años y años (que además siempre lo ha hecho gratis); y mantuvo guardado en su cajón de munifacero opinador, de codera, manguito y visera en La Opinión, hasta que le inquirí noticias de lo mío; que fue cuando -excusatio non petita, acusatio manifesta- me juró por sus niños que no lo rechazaba porque peligrara el contrato de publicidad con Viudes, sino porque mis acusaciones eran duras y exponían al periódico y a mí a la acción judicial del interfecto.
Una tontería, ya que esas acusaciones no eran sino mera información de las tropelías del amo, sin cosecha mía en absoluto. Tropelías que constaban en la sección de tribunales del periódico, claro, pero a las que el contrato de publicidad seguramente prohibía darles publicidad, pagando solo el silencio benévolo y la laudatio. Algo normal, humano, típico, periodístico, en fin, si bien poco ejemplar.
De aquel artículo rechazado diré que lo aproveché publicándolo en el digital laclavedelorca.es, desde el que pudo tener la misma, o mayor, difusión que desde La Opinión; y por supuesto nuestro héroe no dijo ni mu, y tampoco me llevó a los tribunales, envainándose el montón de señalamientos que lo describían como un peligroso elemento antisocial.
Lo que sí sufrió fue mi larga amistad con Montiel, por culpa del proceso de maleamiento ideológico que ha sufrido la criatura, para lo que había sido; el final definitivo de lo nuestro vino cuando, poco después me devolvió otro artículo en el que yo señalaba con pruebas y datos, al magistrado Espinosa en sus correrías por El Chopillo (Moratalla), lo que lo puso de los nervios y hasta me insultó y todo. En cualquier caso, y dado que no son buenos los tiempos para la ética periodística, pelillos a la mar…
Cuando el Ministerio de Transición Ecológica (MITECO) ha dicho finalmente que no a ese puerto, después -bastante después- de que la Evaluación de Impacto Ambiental resultara negativa y, por lo tanto, impidiera la obra, se ha elevado ese coro de lamentaciones, acusaciones y amenazas desde el amplio espectro de oportunistas murciano-cartageneros que, con sus perturbadas luces, no quisieron ver nunca las numerosas razones por las que eso que promovían no iría a ninguna parte.
Teniendo que someterse una vez más, y como siempre a la fuerza, al superior, oportuno y más clarividente juicio de los ecologistas, que solemos ser los primeros en lanzar las advertencias de rigor a tan inquietante banda.
Tres respuestas de protesta, he de citar. La primera la de la CROEM, esa organización de empresas anti Estado que hace lo posible por beneficiarse del Estado en su versión cantonal-autonómica, erosionando continuamente los dineros regionales con subvenciones como premio a su adhesión inquebrantable a un poder caciquil, que se deja saquear. Con el procónsul Albarracín, hasta ahora plañidero en jefe de este elenco que asombra al país entero por sus logros y genio inversor.
Ya se lo dije una vez: si están tan seguros de la rentabilidad del puerto del Gorguel y de sus inmensos beneficios para el PIB, el empleo y el lustre regional, que lo hagan ellos, que se asocien y, con la concesión correspondiente del Estado, monten un puerto de contenedores donde puedan y ¡a forrarse! Eso sí, cuando la ruina se abata sobre la obra, algo inevitable conociendo a esa gente y su historia, que actúe una cláusula de la concesión, que habrá de figurar necesariamente, para que obligue a los socios a desmontar con sus dientes y sus uñas las obras emprendidas que llevaron a la quiebra, dejando la costa libre e invicta (y que el Estado se prohíba a sí mismo acudir en su ayuda).
La segunda, la de Alfonso Hernández, presidente de la FREMM, de industrias del Metal, me ha recordado los buenos tiempos en que empresarios, políticos y periódicos, ebrios de euforia, lanzaban a la afición empleos por miles y niveles de vida por las estrellas si se cumplían sus proyectos (siempre falaces o envenenados).
Me ha recordado a los 24.000 empleos de la central nuclear y los tropecientos mil de Marina de Cope, aunque los 41.000 que ofrece Hernández con El Gorguel parecen superar lo hasta ahora conocido. Y esto otro de que El Gorguel nos permitiría salir de ese 80 por 100 de renta per cápita respecto de la media nacional describe claramente los conocimientos del personaje, que debe creer en mitos como ese, el de que las grandes inversiones mejoran el nivel medio de renta o que el crecimiento y la tecnología generan empleo: falacias de manuales de economía de feria, indemostrables porque excluyen de un objetivo socioeconómico elementos indispensables que no son socioeconómicos.
Todavía no se ha enterado que, acogiendo en la región uno de los polígonos petro-químicos más importantes de España, no nos hemos movido de los mismos puestos de cola de los años 1940, cuando el régimen franquista nos distinguió con tan descomunal, y sobre todo prometedor, obsequio. (¿Qué habrá estudiado Alfonso Hernández?)
Enternecedora me ha resultado la tercera cita que me ha interesado, la protesta de la alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, con un lastimero “¿Quién es el MITECO para decidir sobre proyectos de futuro para Cartagena?”, porque no sabe lo que debería saber: que el puerto de Cartagena es un puerto del Estado, no de Cartagena, y en consecuencia quien decide es el Estado y no el Ayuntamiento ni la Comunidad Autónoma (decide el Estado, tanto si se trata de una nueva dársena como si de un dique para submarinos, y el Ayuntamiento ha de encajarlo, aunque siempre podría enarbolar sus atribuciones municipales, que son muchas y estimables, si se considera perjudicado, lo que no es el caso acerca de un proyecto idealizado, ergo inexistente, por charlatanes de pueblo y taberna).
Pero, cómodamente asentada como miembro del Consejo de la APC creyó que eso le atribuía propiedad o mando verdadero, olvidándose de que estaba ahí enchufada para chupar del bote, y poco más.
¡Mira que no haberse enterado de esto doña Noelia! Hace menos de un año sufría de la misma dislexia competencial, aunque a la inversa, es decir, desentendiéndose de algo mucho más próximo y municipal que lo de este puerto remoto, cuando ante la protesta de los vecinos de las pedanías del Oeste municipal por un demoledor proyecto minero, contestaba que ella no podía hacer nada, que era cosa de Minas (de la Comunidad Autónoma).
Tan cándida y elegante. Hubo que decirle- a ella y a sus enviados- de todo menos bonicos, para que espabilaran y acabaran diciendo que “no consentirían…”, etcétera, y rechazaron la mina. ¡Hay que ver cómo es nuestra gente al mando, qué reflejos, qué ejemplo de madurez, de entrega y sabiduría, qué barbaridad!
Porque nadie debe ocultar que esta es una lucha política en el fondo, y los ecologistas también somos los primeros en saberlo, no ya por la dimensión del riesgo presupuestario para las arcas públicas sino por la colecta de escándalos con que esta bendita región oscurece al país y el Estado, por obra y gracia de una partida de políticos cada vez más ultras, antiecológicos, antisociales, ignorantes y descarados.
Este humilde cronista se consideró murciano de pro cuando pidió al Estado que lanzara un 155 contra la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia por su delicuescencia ambiental y su continuada rebeldía frente a las leyes del Estado; y me gustaría seguir pidiéndolo, y que el Estado asumiera las competencias ambientales, incluyendo las urbanísticas, durante al menos diez años, obligando a los cien más peligrosos miembros de la élite pepero-voxiana murciana a obligatorios cursos de ecología, lógica y poética durante ese interregno, con evaluaciones periódicas para comprobar que avanzan adecuadamente (la lista la ofrecemos los ecologistas, claro, y en ellas incluiremos unas buenas dos o tres docenas de servidores del Estado aliados con las tramas regionales).
Por lo que permitir a este hatajo de imprudentes manirrotos que jueguen con los dineros públicos como suelen y se les ha permitido (¡Remember Escombreras, Corvera, Cartagena-Vera!) debe quedar fuera de la acción del Estado, hasta que aprendan a comportarse y entiendan lo que es la función pública y sus obligaciones prioritarias, que no deben incluir macro-proyectos porque suelen ser causantes de todo lo contrario de lo que sus propagandistas, agentes interesados casi siempre, difunden.
Felicitaciones al MITECO, y que los murcianos echen mano del hacha de guerra, cada día un poco más afilada, contra estos saqueadores -políticos de poder, empresarios codiciosos, periódicos seguidistas- de nuestra naturaleza y nuestra ética.
Y si el feliz conjunto de derecha y ultraderecha murcianas, ejemplo avanzado de descerebrados en el poder y de peste parda de la prometedora Europa que nos presencia, se relamía de gusto pensando en manejar, y pulirse, los (muchísimos) millones del proyecto que caerían en sus manos, que se enteren de que al fascismo hay que hacerle frente, singularmente, negándole el pan y la sal, no regalándole proyectos con los que financiar y multiplicar sus perversidades; y menos si se los inventan. No sé si me explico.
Mientras tanto, los que nos sabemos la copla y conocemos bien a los tonadilleros, quedamos a la espera de nuevas -y puede que más geniales- ocurrencias.
Fue profesor de la Universidad Politécnica de Madrid desde 2002 a 2015 y de la Universidad San Carlos de Guatemala desde 2015 a 2019.
En 2011, encabezó la candidatura al Congreso de los Diputados en la lista de Izquierda Unida-Verdes de la Región de Murcia como independiente en las elecciones generales del 20 de noviembre.
En 1973-74 trabajó como ingeniero comercial de instrumentación en la empresa Fischer&Porter (actualmente integrada en el grupo ABB), empresa que suministró la instrumentación electrónica de la planta de residuos radiactivos de la central nuclear de Lemóniz (Vizcaya).
Se le considera pionero en la lucha antinuclear en España iniciada en los años 70.
- 1976 - Nuclearizar España
- 1985 - Hacia la destrucción ecológica de España
- 1996 - Electromagnetismo: campos magnéticos, silenciosos, ubicuos, inquietantes
- 2011 - Ecologíada, 100 batallas: Medio ambiente y sociedad en la España reciente
- 2021 - Manual crítico de cultura ambiental, editorial Trotta.
- 2023 - ¡Rusia es culpable! Cinismo, histeria y hegemonismo en la rusofobia de Occidente, editorial El Viejo Topo.
Es autor, entre otras publicaciones, de los siguientes libros: