La onfaloscopia era una técnica de oración que practicaban los monjes
de una antigua secta cristiana de Grecia. Sentados desnudos en el
suelo, rezaban mirándose el ombligo durante días enteros con la
esperanza de atisbar la luz divina.
En España, un país con 17 ombligos,
uno por comunidad autónoma, caemos con frecuencia en esa práctica.
Despojada de todo misticismo, pero igualmente enfocada a una
introspección que nos aleja de la realidad y nos impide resolver los
problemas colectivos.
Le ha pasado al Gobierno regional, que tuvo esta
semana su momento onfaloscópico. Mientras la sociedad debatía sobre el
menguante poder adquisitivo de los pensionistas y sobre la brecha
salarial entre hombres y mujeres, descubrimos que, intramuros, los
consejeros estuvieron, en apariencia al menos, ocupados parcialmente en
resolver la brecha salarial de sus asesores.
Así lo demuestran las actas
del Consejo de Gobierno, donde algunos miembros del Ejecutivo proponían
para su entrada en vigor en febrero subidas para doce asesores que
llegaban hasta el 33%. Actas que no figuraban en el Portal de
Transparencia, pero que salieron a la luz. Dice el Ejecutivo que todo
fue un error subsanado en el siguiente Consejo. Que en realidad se
trataba de propuestas para un estudio que permita la homologación
retributiva del personal eventual de acuerdo a sus funciones, lo cual,
en principio, sería razonable si no implica más gasto.
Así lo hizo en su
momento la Asamblea con los salarios públicos que paga por igual a los
jefes de prensa de los grupos parlamentarios de PP, PSOE, Podemos y C's,
por cierto que con mejor retribución que la de algunos de sus homólogos
del Gobierno regional. Pero con la filtración, por el modo y el momento,
al Ejecutivo se le quedó el ombligo al aire (las actas no refrendan su
relato) y sale de esta historia con una brecha autoinfligida en su
discurso de transparencia y buen gobierno.
Al menos parece que está
sabiendo encajar las críticas y no me consta que se haya dedicado a
idear en las redes sociales titulares alternativos para el asunto de los
asesores, como por ejemplo hizo Podemos, con una información reciente
de este periódico sobre el ‘ranking’ de la Fundación CYD, que sitúa al
sistema universitario murciano formado por las dos públicas y la privada
en el último lugar nacional por rendimiento en base a cinco criterios.
A
las universidades, como es natural, no les gustó el retrato del
‘ranking’ CYD y dos sacaron comunicados con los datos que consideraban
más positivos. Podemos optó por una memez, entre injuriosa y amenazante.
«Algún día la prensa regional será libre y objetiva... Digamos las
cosas como son. Acabemos con la censura y la autocensura», escribía el
diputado Miguel García Quesada, junto al titular alternativo «que hemos
hecho en Podemos».
Antes de que a alguien se le ocurra nacionalizarnos, y
acabe con la libertad de prensa para que digamos «las cosas como son»,
visto lo visto, me limitaré a opinar libre y subjetivamente, como hacen
todos los partidos políticos en este diario, que, para brechas, la
profunda que ha dejado Antonio Urbina en su grupo parlamentario tras
cumplir su palabra y marcharse a mitad de legislatura.
Incertidumbre en la UMU
Entre
la votación del próximo martes, para elegir al próximo rector de la
Universidad de Murcia, y la prevista para el próximo día 18, para
designar al presidente regional del PP, no hay color en cuanto a
incertidumbre. La victoria de Fernando López Miras se da por descontada.
La única incógnita era cuántos afiliados votarían en las primeras
elecciones directas, sin compromisarios, y hoy la desvelamos en ‘La
Verdad’. Solo 1.430 militantes, de los teóricamente 37.640 que decían
los populares contar en sus filas, se han registrado para depositar su
papeleta en las urnas.
Poco entusiasmo parece que han suscitado las
‘primarias’. Todo el interés se desplaza al contenido de las cinco
comunicaciones del congreso. Ahí se verá hasta qué punto hay ruptura,
discurso de futuro y acercamiento a la nueva realidad social.
En las
elecciones a la UMU, donde con toda seguridad habrá una segunda vuelta
entre dos de los cinco candidatos, el principal interrogante será el
grado de participación de los estudiantes, que con el sistema de voto
ponderado puede resultar decisivo si la distribución de apoyos en el
grupo de catedráticos y profesores titulares es amplia.
Con sus
diferencias apreciables, los cinco aspirantes son buenos candidatos y es
imposible hacer pronósticos con un mínimo de base. Menos aún para un
observador externo al mundo universitario, donde se vota con otro tipo
de claves. Estoy convencido de que profesores, personal administrativo y
estudiantes sabrán elegir a quién debe dirigir una institución
académica tan relevante para el desarrollo de toda la sociedad murciana.
Luchadoras y valientes
Nunca
la Región de Murcia había tenido tantas alcaldesas. Quince primeras
ediles que se han reunido por primera vez a petición de ‘La Verdad’.
Luchadoras y valientes, ellas han roto el techo de cristal de la
política municipal. No lo han tenido fácil, pero ahí están, liderando
municipios en tiempos complejos para la actividad pública. A todas las
dificultades económicas o las derivadas de la desafección ciudadana con
sus dirigentes, las alcaldesas suman la larga lista de obstáculos
habituales por su condición de mujeres.
Alguna incluso debe soportar a
rivales con perfiles psicológicos inquietantes porque maltratan, por la
vía del agresivo insulto de taberna, a sus adversarios, a periodistas, a
ciudadanos de otros municipios... Visibilizar sus méritos, sus
opiniones y sus experiencias personales debería contribuir a combatir la
desigualdad de género. No fueron las primeras ni serán las últimas,
pero todas ellas son un testimonio real de que los tiempos están
cambiando. Para bien.
(*) Periodista y director de La Verdad