Ramón Luis Valcárcel será elegido, a lo Fraga Iribarne, presidente de honor del PP murciano en el congreso regional programado para el próximo 18 de marzo, víspera de San José. Esto, claro, si tal congreso se celebra, pues cabe la posibilidad de que el candidato a la presidencia ejecutiva, Pedro Antonio Sánchez, no resista hasta entonces como presidente de la Comunidad. Si se viera obligado a dimitir, caben dos opciones: una, que renuncie a postularse a la presidencia del partido; dos, que a pesar de ello, mantenga, con el apoyo de la organización, la ruta prevista.
Esto último constituiría,
como señalé ayer, un agravante para el pacto de investidura que firmaron
PP y Cs, que abarcaba la exigencia de la retirada de los políticos
imputados no sólo de sus cargos institucionales sino también de los que
ejercieran en sus partidos (véase la dimisión como secretario general de
Cámara, el Prescrito). Pero, en todo caso, si se diera la primera
circunstancia, es decir, que Sánchez, en caso de salir de San Esteban,
evitara presentarse a la presidencia del PP, que sería lo lógico, el
congreso tendría que aplazarse, ya que él es el único candidato, y
habría que iniciar un nuevo proceso para que la militancia formalizara
nuevos avales.
Plantear este marco, sin embargo, supone obtener
el rechazo a la mera posibilidad en cualquier instancia del PP. No hay
Plan B, ya está dicho. Los populares se conducen como si el calvario
judicial que afecta a su actual líder sólo pudiera desembocar en su
exculpación de los distintos supuestos delitos que se le atribuyen. Por
tanto, a pesar de la que está cayendo, el PP, impertérrito, mantiene su
calendario político. Fecha clave: el 18 de marzo. Y en la perspectiva de
lo que se pueda resolver en esa jornada, cunden los rumores como si se
tratara de un congreso convencional que no estuviera condicionado por
fenómenos externos que incluso podrían acabar en la suspensión del
evento.
¿Qué sabemos sobre el proyecto que podría surgir de ese
18M? El único nombre que aparece nítido es el ya mencionado, Ramón Luis
Valcárcel, para la presidencia honorífica, y esto por una deducción
simple tras la lectura del reglamento del congreso, en el que se prevé
esa figura, hasta ahora inexistente. ¿Quién podría ser propuesto que no
fuera él? Sólo contará con un inconveniente, y es que tendrá que ser
votado, lo que significa que se clarificará el grado de adhesión que
todavía mantenga entre los compromisarios, pero sin duda obtendrá, según
su costumbre, un resultado a la búlgara, más que nada para que quede
contento. Bien ¿y qué más?
Un soplo: el número dos será ´la´ número
dos. Perfil: una mujer con experiencia en la política municipal y en la
regional. Una Cospedal, pero también como ella, asistida (o controlada)
por un Maíllo, es decir, por un coordinador. Ni una sola insinuación
más, preguntes donde preguntes. Echémosle una pensada a este modelo, y
nos saldrá Patricia Fernández, alcaldesa de Archena, diputada regional y
actual secretaria de Comunicación del PP, aunque a resultas de lo que
comunica parece que estuviera más bien fuera de servicio. Y para su
´maíllo´, si deducimos, nos saldría un hombre de la plena confianza de
PAS, tal vez Víctor Martínez, el portavoz parlamentario. Ahí podría
estar el Plan B oculto. Una secretaria general promovida por Valcárcel
que actuaría como posible suplente de PAS en caso de que éste tuviera
que dimitir, una fórmula similar a la actual, en la que PAS sustituye en
la práctica a Valcárcel, presidente nominal, aunque todavía fáctico en
ciertos aspectos gracias a las incertidumbres que concurren en su
sucesor.
Este modelo no encaja con la libertad que Sánchez
pretende para inaugurar su liderazgo absoluto, pero tal vez las
condiciones en que se encuentra le obligan a hacer concesiones al
vigilante Valcárcel. Esa libertad, sin embargo, la tendría en todo lo
demás, o sea, en la constitución completa de la nueva dirección, en la
que calcaría el modelo Rajoy diseñado a mediados de este mes en La Caja
Mágica, a fin de que los distintos secretarios de área tuvieran
interlocutores directos en Génova, y en la que combinaría, dicen,
´experiencia y renovación´, incluso con dosis de pluralidad, si es que
este concepto vale para un partido tan aparentemente monolítico como el
PP. La alusión a la ´pluralidad´ hay que traducirla como una concesión
obligada a la mano de Valcárcel, quien en el congreso nacional no ha
pillado plano, pues la elección del ciezano Teodoro García para la
dirección se produjo por influencia de PAS.
Y, en fín, que aquí, según parece, no pasa nada.
(*) Columnista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/02/24/valcarcel-presidente/808473.htm