
Aquí compraron a más que muy buen precio, por lo que ya se sabe, una vivienda de lujo el ex consejero y ex delegado del Gobierno, Francisco Marqués y, al igual que su mentor político y vecino en Murcia, también la consejera Inmaculada García, aguileña y prima del promotor e imputado en otras dos causas abiertas en sendos juzgados, el notario de Lorca, Sebastián Fernández Rabal.
La Justicia investiga desde hace meses por qué le resultó tan barata al ex consejero de Medio Ambiente esa compra y qué papel de relación jugó García entre su primo y el político hoy imputado.
Pero entretanto el destino y la geomorfología parece haberles jugado una mala pasada a todos. Porque se dice en Águilas que las grietas han aparecido en las viviendas de lujo, que los edificios se han desplazado a causa de movimientos tectónicos y que el suelo sobre el que se asientan son gredas muy poco compactas, que necesariamente tuvo que detectar y calibrar un supuesto estudio geológico preceptivo para manejo del no menos célebre arquitecto granadino Jorge Sotelino, y propiedad del citado Fernández y de un tal José Luis Muñoz ¿también pariente de la consejera?.
Ahora, según se dice en el pueblo, se va a necesitar una costosa obra de micropilotaje para poder salvar la situación y que los compradores no acaben en los tribunales argumentando vicio en la compra-venta. Pilotes de entre 20 y 25 metros y un 1.200.000 euros van a hacer falta para que todo vuelva a su sitio en los tres edificios que forman el conjunto residencial, uno al parecer más afectado que los otros dos.
Lo cierto es que la normativa urbanística de Águilas se tuvo que modificar en profundidad en su día por decisión política del todavía alcalde del PP, Juan Ramírez Soto, para poder edificar en ese lugar tan singular y pasar de las dos alturas permitidas en toda la zona a las seis con las que se remataron luego estos tres edificios hace al menos cinco años.
Pero para edificar esos bloques primero hubo que afianzar en forma escalonada la ladera del monte de L'Aguilica, porque son terrenos muy inestables, con varios muros de contención. Y finalmente la conocida actividad sísmica de la zona parece haber demostrado que los constructores se pudieron quedar cortos en algo a la hora de aplicar la norma sismorresistente en la cimentación.
Porque la cimentación pudo ser deficiente en esa clase de terreno puesto que a los pocos años los bloques parece se han empezado a abrir de modo peligroso y, los vecinos, alarmados, han reclamado responsabilidades que tiene que cubrir un supuesto seguro porque, de no ser así, serían los promotores y el constructor los obligados a afrontar los cuantiosos gastos para reponer la situación inicial.