Vendieron la piel del oso antes de
cazarlo. Suele pasar con los cazadores bisoños, faltos de experiencia y
de modestia. Afirmaron que iban a asaltar los cielos y no sabían
en dónde pisaban en la tierra. Sobrevaloraron sus fuerzas y, sobre todo,
se sobrevaloraron a sí mismos. Henchidos de soberbia académica,
hablando una jerga pretenciosa que nadie entendía y menos que nadie
ellos mismos, se permitieron el lujo de despreciar todo lo que no fueran
ellos, especialmente, la solidez y la tradición de la socialdemocracia.
Si esta quería tener alguna chance, tendría que girar 180º, según dictaminaba un ensoberbecido Iglesias, convencido de representar el giro copernicano de la izquierda.
Al fin y al cabo, estaban seguros de que, una vez expuestos en toda su gloria, gobernarían el país.
Para
gobernar hay que ganar elecciones y, tras los primeros escarceos,
decidieron que ganar era, no el objetivo prioritario, sino el objetivo
único. Y si, para ganar, había que limar las aristas del programa y
rellenarlo de ambigüedades, imprecisiones y disimulos, se hacía. Al fin y
al cabo, la gente es tonta, sigue al caudillo sin reparar si miente en el
discurso, se le puede colocar el que se quiera, da igual. Las elecciones
se ganan saliendo mucho en la tele sin que importe lo que se dice.
Se
crecieron con el resultado de las elecciones europeas, sin caer en la
cuenta de que es engañoso, no extrapolable porque la gente vota según le
viene el capricho, pues cree saber que vote lo que vote, no cambiará
nada. Las elecciones andaluzas ya les rebajaron esas ínfulas de falsa
modestia que lucían en las teles. Los sondeos ahora siguen apuntando a
su verdadera dimensión electoral: la de la IU en los tiempos del
inefable Anguita.
En
algunos lugares pueden salvarse de la quema. Pero no será por ellos.
Por ejemplo, en Madrid, Manuela Carmena seguramente tendrá muy buen
resultado. Pero por ser ella, Manuela Carmena, a sus más de setenta
años, que viene a sacar las castañas del fuego a esta cuadrilla de
neófitos pretenciosos que hablan de relevo generacional. Y porque su contrincante en la izquierda, Antonio Carmona, solo hace el payaso.
La
marca Podemos puede sacar algo en Aragón por el carisma de su candidato
y poco más. Ya veremos, incluso, si es relevante a la hora de las
coaliciones o, como en Andalucía, solo sirve para decir "no".
Es
poco probable que los dirigentes, ciegos de vanidad y presunción,
revestidos de cursilería y falsa modestia, corrijan su rumbo. Ellos no
se equivocan nunca. Son los demás los que lo hacen o, quizá algo peor,
los que los boicotean y linchan sin parar. Porque suficientemente claro
lo han dejado ya: toda crítica a Podemos está movida por la envidia, el
rencor, la traición, el lacayismo al enemigo, etc., etc.
Vale,
los críticos seguiremos criticando porque es nuestro derecho frente a
una oferta que afirma venir a cambiar nuestras vidas, pero no tolera que
se le pongan objeciones. Es nuestro derecho y nuestro deber. Ha habido
mucha gente, incluidos muchos críticos, que creímos al principio en el
discurso de la nueva izquierda genuina no contaminada de la dejadez
socialdemócrata y el dogmatismo comunista, solo para encontrarnos algo
después con que era el engaño de siempre, el revenido revanchismo
comunista contra la socialdemocracia con el agravante de intentar
plagiarle el nombre como han plagiado lo demás. En donde hay un engaño,
hay un engañador y Palinuro, siguiendo el consejo de Sócrates, preferirá
siempre ser engañado a engañar. Pero, una vez descubierto el engaño, ya
no se calla.
Los
avispados dirigentes, que quieren ganar a toda costa, podrán
seguir embriagándose con los aplausos de la legión de conversos y
tránsfugas que los rodean. Esos que siempre encuentran alguna
justificación para lo que en su fuero interno, les repugna. La vida es
corta, qué caramba y, hartos de ser minoritarios, estos mutantes se han
pasado a los que, en un primer momento, creyeron unos ganadores natos,
con ánimo de sacar tajada, de sentirse parte de un triunfo o de que los
fementidos sociatas por fin muerdan el polvo. Todos motivos muy nobles.
No hay tales ganadores y ya veremos si la organización llega a noviembre. Pero los conversos seguirán aplaudiendo.
No tienen otra salida. Bueno, esa y el mérito de propiciar más gobiernos de la derecha.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED