domingo, 14 de julio de 2024

La Aemet activa para este lunes un aviso de nivel naranja por temperaturas de hasta 40 grados en la Vega del Segura

 MURCIA.- La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha emitido un aviso de nivel naranja para este lunes, 15 de julio, por temperaturas máximas que pueden alcanzar los 40 grados en la Vega del Segura durante las horas centrales del día.

Por su parte, en el Altiplano, el Noroeste, Lorca, Águilas y el Guadalentín, las temperaturas pueden llegar a los 39 grados, por lo que la Aemet ha decretado para estas comarcas un aviso de nivel amarillo entre las 13.00 y las 21.00 horas.

El '1-1-2' recomienda beber agua y líquidos con frecuencia, aunque no se sienta sed; evitar bebidas con cafeína, alcohol o muy azucaradas, ya que pueden favorecer la deshidratación, y permanecer el mayor tiempo posible en lugares frescos, a la sombra o climatizados.

Aunque cualquier persona puede sufrir un problema relacionado con el calor, es importante prestar especial atención a bebés y menores, lactantes y mujeres gestantes, así como a personas mayores o con enfermedades cuyos síntomas puedan empeorar con el calor.

Aconseja, además, reducir la actividad física y evitar realizar deportes al aire libre en las horas centrales del día; usar ropa ligera, holgada y que deje transpirar, y hacer comidas ligeras que ayuden a reponer las sales perdidas por el sudor.

Por supuesto que no voté en las europeas / Pedro Costa Morata *


Ante la imagen de las masacres de civiles en Gaza y sabiendo de la muerte, abandono y desnutrición de miles de niños, lo último que se me iba a ocurrir era ir a votar y respaldar con ello a los amigos de Israel, entre los que destaca la Unión Europea (UE) junto a esa otra potencia criminal y genocida, los Estados Unidos de América. 
 
Una UE que no solamente no ha condenado todavía la matanza de inocentes, sino que sigue distinguiendo a Israel con armas (Alemania es su segundo suministrador, tras Estados Unidos), tecnologías, subvenciones y numerosos acuerdos en los que resplandece la más sincera amistad y admiración, con perfecto conocimiento de que buena parte de esa generosidad se convierte, una vez en la Tierra Prometida, en armas de aniquilación por el Pueblo Elegido. 
 
En un texto de advertencia, “¿Europa judaizable?” (cuartopoder.es, 21 de mayo de 2013), llamé la atención sobre un manifiesto de intelectuales europeos que quiso “colar” de forma oportunista, pero artera y cuando menos desproporcionada, el papel de lo judío (ignorando lo musulmán) en la formación de esta Europa que, en su alarmada opinión, parecía estar en las últimas, víctima de una incomprensión generalizada...

Entre la frialdad (de mente) y la adhesión (de corazón), las instituciones europeas dejan que Israel se ensañe con los palestinos, como hace desde decenios, sabiendo perfectamente que la opinión pública europea se siente mucho más próxima a los humillados palestinos que a los arrogantes israelíes: curiosidades de la democracia.

Alardea esa UE, mientras, de valores que dice ser “occidentales”, pero que son judeo-cristianos más propiamente: las instituciones europeas forman con Israel ese frente supremacista y neoliberal al que mueve el racismo y los negocios, con líderes conscientes y entregados a la causa criminal de Israel, insensibles a todo sentimiento personal o político hacia los palestinos... y que bloquean toda proximidad hacia el dolor y la compasión. 

No se puede dudar que sean valores occidentales y judeo-cristianos los que están en el trasfondo de prácticas tan nobles, derivadas de finas políticas migratorias, como esas que subvencionan el abandono en el desierto marroquí de los inmigrantes subsaharianos. 

Esos politicastros de la Comisión, que redactan las normas y los acuerdos, y esos comisarios y (altos) miembros del Consejo de Europa son unos miserables; y no seré yo quien condescienda, siquiera indirectamente, con sus infamias.

Todo lo más que produce esta UE son algunas críticas ―nunca condenas― que no llegan ni a tímidas, ya que quedan en una “petición de un alto el fuego”, sin más. Sin embargo, no duda en calificar a Hamás de grupo terrorista y se calla ante los crímenes mantenidos del Tsahal y del Gabinete israelí, lanzando sus sanciones sobre los escasos, y meritorios, apoyos del pueblo palestino asediado: Hamás, Hezbolá, Irán. 

Sin querer reconocer que terrorismo y violencia son cosas distintas, y que Hamás es un movimiento de liberación de los de toda la vida, que se enfrenta a una potencia colonial, que es Israel, cuya violencia es inconmensurable ya desde antes de su (auto) creación; y que practica el terrorismo de Estado como esencia de su política interior y exterior.

 Si hemos de interesarnos por el Mundo y su evolución no podemos dedicarle mucho aprecio a esta Europa colonial, neocolonial y poscolonial que siempre, también ahora, lanza el anatema de terroristas a quienes se han alzado contra sus presencia, opresión y saqueo. 

Atendiendo a la suerte de los movimientos de liberación no es posible prestar crédito a la justificación de la violencia, a las teorías antiterroristas o a la “misión civilizatoria” de las potencias coloniales (europeas); sino a las razones de los que las combaten. 

En consecuencia, la UE es, sin que quepan grandes dudas, cómplice de las masacres en Gaza, así como de todo el proceso criminal y escandaloso de limpieza étnica y genocidios de palestinos desde 1948, todo ello condenado por la comunidad internacional, sin el menor efecto. No me he sentido con el ánimo de apoyar con mi voto esta situación ni a estos comunitarios pro sionistas.

La sonriente, aunque perversa, Úrsula von der Leyen, el figurón Charles Michel, plenamente consciente de su inutilidad, o el patético Borrell, suerte de mamporreros que de forma tan convencida desempeñan su rol de lacayos del Imperio y del sionismo, me merecen el mayor desprecio. 

Y de la nueva tríada resultado del reparto de altos cargos comunitarios que ha hecho el alto mando europeo, la designación como sucesora de Borrell de la primera ministra estonia, Kaja Kallas, directa y furiosamente enfrentada a Rusia, muestra bien a las claras el camino beligerante por el que se ha decidido esta UE, nido de irresponsables. 

Un camino de hostilidad, sanciones y amenazas iniciado por expresa imposición norteamericana cuando más pacífico, productivo y prometedor era el marco de relaciones de la UE con Rusia.

Me quedé corto, en efecto (me suele pasar), cuando lancé mis “Diez tesis contra la UE” (La Opinión, 10 de enero de 2014), pese a recibir numerosas críticas, dolidas en realidad, más que razonadas En aquel texto, en el que criticaba a las instituciones europeas, calificaba de especialmente desolador al “Parlamento Europeo, que no reúne las condiciones democráticas del más imperfecto de los parlamentos de los países miembros y que, dada la intención liberal-autoritaria de la UE, nunca las conseguirá”. 

Porque, ¿cuál es el papel de los representantes en el Parlamento Europeo (PE) en esta connivencia con Israel o en este enfrentamiento con Rusia? Pues el más perfecto sometimiento a las directrices de Estados Unidos, es decir, el alineamiento con una historia interminable de crímenes y desastres.

De las instituciones europeas, el Parlamento es la más grotesca. Porque las otras ―Consejo, Comisión― ejercen el dominio y el poder sin pudor ni disimulos, pero esta asamblea, democráticamente elegida por el voto universal, mantiene las alas cortadas, aunque parece que llega a creerse que dispone de dominio y poder, lo que nada tiene que ver con la realidad, más allá de ciertas intervenciones formales que nunca pueden indisponer y desafiar a los otros dos órganos: es mera fachada, farsa y trampa. 

Un PE que es la emanación de lo que hay: una gran coalición conservadora (populares, centristas, socialdemócratas...) que simplemente se dedica a gestionar los intereses del capitalismo dominante, incluidos muy especialmente, y sobre todo en los últimos años, su militarismo productivo (y desafiante); es decir, los negocios de los que, en realidad ―bancos, grandes corporaciones...― mandan. 

Un PE de privilegiados y agasajados que venden su alma al diablo de un conformismo político y una ineptitud social que debieran llevar al sonrojo ético. Un PE acorazado en un 80 por 100 de su confortable pesebre por esa amplia derecha que va desde los ultras y fascistoides hasta los socialdemócratas degradados, todos liberales, es decir, enemigos del pueblo (y de Europa). Y que nunca ―así está previsto― llegará a estar dominado por una izquierda transformadora.

Todo lo contrario, desde el PE, como desde Europa entera, se está asistiendo a una incontenible marea ultra de grupos que ya están activamente presentes en toda la geografía europea, comunitaria o no. 

Y que demuestran encaminarse fácilmente por una internacional fascista declaradamente pro sionista que, recordándonos parecido fenómeno de la década de 1930, acabará siendo asumido por el capitalismo en sus formas liberal, conservadora o socialdemócrata, desembocando inevitablemente en la guerra: cuanto antes tengamos esto en cuenta, tanto mejor será para los intereses de la verdadera Europa (que, como nadie debe ignorar, es y significa más, mucho más que la UE). 

Que no es el “cordón sanitario” lo que va a frenar esta peste parda. Hay que ser ingenuos para esperar que los cambios en Europa se hayan de hacer “desde dentro”, participando en sus instituciones, porque ese tipo de “acción política responsable” carece de realismo y prueba.

Pensando en la izquierda a la que me anclo, dejé estas confesiones para después del 9 de junio, aunque la primera intención fue hacerlas antes: no me he considerado con legitimidad suficiente ―aunque sí con ganas― como para poder influir, aunque fuera mínimamente, en tanto creyente europeísta. Pero me alarma esta falta de ideas diferenciadas y explicadas, ese seguidismo tan cómodo y estéril ante las instituciones europeas. 

Si tenemos en cuenta esto, nadie desde la izquierda deberá extrañarse de la defección hacia su voto, del desinterés de los jóvenes y del avance general de la incultura política (tengo por catastróficos, políticamente hablando, los últimos años de IU, con su “inmersión” en Podemos.)

Esta izquierda a la que me refiero y dirijo, ha de verse afectada por las causas del ascenso general de la ultraderecha, aunque solo sea por inacción, relajo o desinterés, es decir, por su separación progresiva de la sociedad; lo que influye en que tantos ciudadanos se dirijan a la ultraderecha y sus ficciones, a falta de referencias de calidad y atractivo ético. 

Y esto cuando, al mismo tiempo, debiera sentirse como la única fuerza capaz de frenar ese ascenso ultra recurriendo al trabajo y el ejemplo: a la pedagogía política en su más noble acepción, explicando qué es izquierda y qué es derecha/ultraderecha, cuál es el itinerario habitual del fascismo hacia el poder, y por qué siempre acaba en la guerra; en definitiva, aclarar, enseñar y demostrar. 

Porque lo más cómodo es dejarse llevar por la inercia y la estupidez de que vivimos en el mejor de los mundos posibles; y dimitir del sentido crítico aun sabiendo que esto, en política, es siempre suicida.

Yo pediría a esta izquierda ―la homologable, por ejemplo, con la France Insumise, maldita precisamente por su euroescepticismo y su negativa a tachar de terrorista a Hamás― que piense en el martirio de Gaza, en la historia humillante de Palestina y en el sionismo criminal, y que actúe con la mejor de las reacciones políticas: la protesta activa, la reivindicación de la dignidad y la solidaridad a toda prueba; para señalar, como cómplice de los criminales, a esa UE manchada de sangre. 

Porque si miramos a Gaza y sentimos lo que nos llega y, sobre todo, lo que no dejan ver los criminales del Gobierno israelí, y si nos solidarizamos ―sin muchas más consideraciones― por nuestra condición de padres y abuelos, a más de ciudadanos universales de corazón sensible y mente justiciera, tendremos necesariamente que dejarnos llevar por una indignación suprema, que devendrá en infamia si no se expresa en consecuencia, actuando bajo el impulso de escrúpulos tan apremiantes.

La izquierda verdadera es, o debiera ser pedagógica, ya digo, por sobre cualquier otra misión, incluyendo la partidista-electoral. De ahí que esa izquierda “resida” en realidad desde hace mucho tiempo en los movimientos sociales, autónomos de los procesos electorales, de las remuneraciones (suculentas en el caso del PE) y de los cargos de poder.

 Y por eso, por haber dado paso a una izquierda electoralista y no ejemplar, todas las derechas avanzan y la derechización ciudadana nos abruma y desespera, empeorando cada vez un poco más ―pero como consecuencia lógica― los resultados electorales de quienes no cumplen con su verdadera misión. 

Mi texto original, el que iba a preceder a las elecciones europeas, proponía que esta izquierda emprendiera una “legislatura sabática” en la que, liberada del banal escenario europarlamentario, se dedicara a trabajar con fundamento y entrega, fundiéndose con los movimientos sociales y demostrando, de paso, que posee un patrimonio ético y político por transmitir. Que esperan y necesitan las fuerzas más dignas de esta Europa indeseable.


(*) Ingeniero técnico de Telecomunicación, licenciado en Ciencias Políticas y Sociología (UCM) y licenciado en Periodismo (UCM). Doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, fue consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (1988-94) y Premio Nacional de Medio Ambiente (1998).

Fue profesor de la Universidad Politécnica de Madrid desde 2002 a 2015 y de la Universidad San Carlos, de Guatemala, desde 2015 a 2019.

Murciano de Águilas.

https://www.elsaltodiario.com/tribuna/supuesto-no-vote-europeas