LONDRES.- Rubén Lo Vuolo, economista y director del Centro Interdisciplinario de Estudios de Políticas Públicas, CIEPP, en Argentina. Lo entrevista la BBC.
¿Qué consecuencias puede tener la pandemia en América Latina y cómo afectará a la gente?
El impacto económico y social va a ser muy fuerte, aunque depende de la situación en que se encuentra cada país.
Los
 países con sistemas públicos más expandidos, tendrán probablemente una 
mayor capacidad de asistir a los sectores de bajos recursos.
Y
 los países que han desarrollado servicios privados que apuntan a la 
clase media y alta, y que tienen una infraestructura sanitaria muy débil
 para los sectores vulnerables, enfrentarán serios problemas.
Si
 en países más desarrollados estamos viendo que los sistemas no pueden 
dar respuesta, claramente en América Latina estamos mucho más 
debilitados.
Además
 tenemos un enorme sector informal. La paralización de las actividades 
económicas por las cuarentenas tiene un impacto mucho más potente en los
 sectores que no pueden acogerse a los beneficios que tienen los 
empleados formales.
Nadie les va a decir "usted permanezca en cuarentena que le seguiremos pagando el salario".
Y
 habrá que ver cómo reacciona la población más vulnerable. América 
Latina tiene serios problemas de hacinamiento en los tejidos urbanos.
¿Cómo
 se enfrenta una cuarentena en condiciones de hacinamiento? La idea de 
aislarse y mantener distancia social no es realmente efectiva en esas circunstancias...
Es muy difícil para la gente que vive en condiciones de hacinamiento.
Son personas que para proveerse de recursos básicos tienen que salir a la calle. En muchos casos no les queda otro camino.
Lo
 que pasa es que en América Latina hay países con un sector informal, o 
de trabajo precario, muy extendido, particularmente en las megalópolis.
No
 es solo un problema de que los informales no pueden salir a la calle. 
El problema es que incluso sus clientes, de sectores más acomodados, 
están encerrados.
Por
 ejemplo, está el caso de los feriantes aquí en Argentina. Antes había 
mucha gente vendiendo frutas y verduras en la calle. Pero hoy la gente 
con recursos está encerrada en su casa comprando vía internet.
Incluso
 los sectores que no son los más vulnerables, como aquellos que prestan 
servicios en el hogar, tipo plomería, electricidad, pintura, son todos 
trabajos que están paralizados.
En algunos sectores más acomodados están señalando con el dedo a las personas que no se quedan en la casa, aunque no tengan cómo comer...
Lo peor que podemos pensar es que la pandemia se expande porque alguien sale a la calle en una situación de necesidad.
La
 pandemia se expande por motivos que son ajenos a la persona que vive en
 un barrio marginal y sale a la calle porque necesita ir a buscar agua o
 a buscar su sustento.
No podemos culpar a la gente que tiene que salir a la calle para subsistir por no quedarse en casa.
¿Qué le parece la respuesta de los gobiernos de la región frente a la crisis?
Hay
 gobiernos que están haciendo transferencias extraordinarias de 
ingresos, pero no es fácil, porque los programas asistenciales requieren
 un buen manejo administrativo.
Y en condiciones de pandemia, se vuelven difíciles de operar.
Además, muchos de estos programas dependen de una burocracia 
especializada que, en muchos casos, opera con mecanismos de clientelismo
 político o depende del contacto directo con las personas. Este debate se está empezando a dar acá, como también se está dando en otros países de Europa o Estados Unidos.
Frente a situaciones de este tipo no está preparado el sistema de protección social para dar las coberturas necesarias.
¿Por dónde deberían ir las medidas de los gobiernos para enfrentar esta crisis?
Honestamente no tengo respuesta. América Latina no se caracteriza por tener políticas públicas muy potentes.
La clase política va a tener que extremar mucho la imaginación, que hasta ahora no se la ve.
Lo que se ve hasta ahora es la implementación de mecanismos prohibitivos, mecanismos de aislamiento.
Incluso
 vemos municipios que toman medidas por su propia cuenta. Hay 
descoordinación de gobiernos nacionales y locales. El ejemplo de Brasil 
es más que evidente.
A
 eso se suman los mecanismos de restricción de las libertades públicas 
en sociedades que tienen una tendencia muy particular alautoritarismo 
político, que levantan otro tipo de preocupaciones.
Aunque no todos los países están tomando medidas de restricción de las libertades públicas para frenar la propagación del virus…
Hay
 casos extremos como el de México, donde consideran que la situación no 
es tan grave y el poder político está ignorando las medidas que se han 
tomado en otros países latinoamericanos.
Espero
 que los gobiernos reaccionen porque hay que salir muy rápidamente, como
 se pueda, sin tener mucha preocupación por cuál va a ser el impacto 
fiscal.
Hoy
 por hoy hay que salir con medidas rápidas, de transferencia de ingresos
 lo más amplias posibles, lo más incondicionales posibles, de acceso 
prácticamente universal para dar asistencia a los sectores golpeados.
En
 lo personal, antes de esta crisis, incluso en épocas de bonanza, creo 
que hay que moverse hacia sistemas de entrega de ingresos que se 
independicen de la situación de empleo.
Pero los presupuestos fiscales son muy distintos en países desarrollados en comparación con los países de la región...
Es
 que hay que juntar los dos debates. América Latina tiene un serio 
problema de recaudación de tributos en los sectores de mayor riqueza.
El
 grueso de los ingresos latinoamericanos están basados en impuestos 
indirectos y en algunos países, sostenidos por ingresos de las 
exportaciones de commodities.
Este
 tipo de tributos no solo soninjustos y regresivos, pero ahora se verán 
afectados porque se está frenando el comercio mundial.
Están
 cayendo los precios de las materias primas y al mismo tiempo los 
impuestos indirectos también se van a ver impactos, como el Impuesto al 
Valor Agregado (IVA), porque está cayendo seriamente la actividad 
económica.
No
 solo hay que activar la redistribución directa lo más rápido y simple 
posible que llegue a la mayor cantidad de gente, sino también avanzar a 
un sistema con impuestos sobre la riqueza, sobre la herencia, sobre los 
ingresos de los sectores más altos.
Estamos
 frente a una crisis generalizada del capitalismo democrático mundial y 
del capitalismo no democrático, como es el caso de China.
Y
 en América Latina no solo somos receptores del virus, sino también de 
la crisis económica y de la incapacidad del manejo de estos problemas 
por parte de los países centrales.

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