CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa ha presidido hoy la misa del Domingo de Resurrección en 
la plaza vaticana y ha pronunciado una homilía de manera espontánea, sin
 leer ningún discurso escrito. Ha hablado de dos conceptos, la «sorpresa
 del anuncio» de Jesús resucitado y «la prisa» de la gente que acudió al
 sepulcro para comprobar efectivamente que ya no estaba.
Y
 ha concluido con una pregunta a los presentes para invitarles a 
reflexionar. «Tengo el corazón abierto a las sorpresas de Dios, soy 
capaz de andar con prisa o siempre estoy con esa cantinela de 'mañana 
veré'. Qué me dice a mí la sorpresa (...). La pregunta (es) 'y yo, hoy, 
en esta Pascua de 2018, yo qué, tú qué'?», dijo.
La misa 
del Domingo de Resurrección comenzó a las 10.00 horas (08.00 GMT) con el
 canto del "Resurrexit", que conmemora el regreso de Cristo, y a ella 
asistieron representantes de la Iglesia católica y decenas de miles de 
fieles de diversas partes del mundo. La plaza de San Pedro amaneció 
decorada con miles de flores procedentes de Holanda, tal y como se hace 
desde 1985, año en el que un florista holandés decidió realizar esta 
ofrenda floral al Vaticano cada Domingo de Resurrección.
Convertida
 en un improvisado y extraordinario jardín, lució unas 60.000 flores y 
plantas, entre ellas 900 ramos de orquídeas verdes, símbolo de esperanza
 y paz, pero también 6.000 jacintos, más de 13.000 narcisos, 3.000 
rosas, 500 lirios y 20.000 tulipanes. Francisco concluyó así los ritos 
de la Semana Santa y mañana rezará desde el palacio apostólico vaticano 
el Regina Coeli, la oración que sustituye al Ángelus en tiempo de 
Pascua.
Luego, ha leído su mensaje de Pascua y ha impartido desde la logia central de la basílica de San Pedro la tradicional bendición 'Urbi et Orbi'.
Su discurso, cargado de mensajes en favor de la paz y del 
diálogo, ha condenado las «injusticias y violencias», la «miseria y 
exclusión», el «hambre» la «falta trabajo», el rechazo social hacia «los
 refugiados», «las víctimas del narcotráfico, de la trata de personas y 
de las distintas formas de esclavitud» actuales.
Ha 
citado también la península coreana, donde ha deseado que «las 
conversaciones en curso promuevan la armonía y la pacificación de la 
región» y ha pedido a los responsables que «actúen con sabiduría y 
discernimiento para promover el bien del pueblo coreano y construir 
relaciones de confianza en el seno de la comunidad internacional».
Espera
 que haya paz en «Tierra Santa, que en estos días también está siendo 
golpeada por conflictos abiertos que no respetan a los indefensos, para 
Yemen y para todo el Oriente Próximo». Y ha condenado el hambre, los 
conflictos y el terrorismo en África, con una mención especial a Sudán 
del Sur y a República Democrática del Congo.
Sobre 
Ucrania, ha esperado que «se fortalezcan los pasos en favor de la 
concordia y se faciliten las iniciativas humanitarias que necesita la 
población» y se ha acordado de los niños que sufren por las guerras y el
 hambre, pero también de los «ancianos desechados por la cultura 
egoísta, que descarta a quien no es 'productivo'».
«Invocamos
 frutos de sabiduría para los que en todo el mundo tienen 
responsabilidades políticas, para que respeten siempre la dignidad 
humana, se esfuercen con dedicación al servicio del bien común y 
garanticen el desarrollo y la seguridad a los propios ciudadanos», ha 
señalado.
Francisco ha cargado contra el «exterminio» que se está cometiendo en Siria y ha pedido una solución a la crisis de Venezuela.
El Papa ha hablado de la población siria, «extenuada por una guerra que no tiene
 fin», y ha llamado a «todos los responsables políticos y militares, 
para que se ponga fin inmediatamente al exterminio que se está llevando a
 cabo, se respete el derecho humanitario y se proceda a facilitar el 
acceso a las ayudas» que la población necesita «urgentemente».
Sobre Venezuela, ha pedido que su pueblo, que «vive en una especie de 
'tierra extranjera' en su propio país» encuentre «la vía justa, pacífica
 y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitaria 
que lo oprime, y no falten la acogida y asistencia a cuantos entre sus 
hijos están obligados a abandonar su patria». 

 
 
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