La mecha antimonárquica encendida por el partido de Pablo Iglesias en
 Cataluña, el mismo día que firmaba, con todos los honores protocolarios
 en el Palacio de la Moncloa, el acuerdo de Podemos con los Presupuestos
 Generales con el Gobierno, dando vía libre a una reprobación del Rey 
Felipe VI, actual Jefe del Estado y a la abolición de la Monarquía en el
 Parlamento catalán, se ha extendido este viernes al Ayuntamiento de 
Barcelona, gobernado por Barcelona en Comu-Podem en una resolución 
presentada por la CUP a la que se han sumado el PDeCAT, Esquerra 
Republicana de Catalunya y el partido de Colau-Iglesias.
Mientras sigue en vigor el ultimátum lanzado por el Presidente de la 
Generalitat Quim Torra, exigiendo antes de noviembre, una posición clara
 sobre la celebración de un Referéndum de autodeterminación en Cataluña,
 y se continúa manteniendo un simulacro de negociaciones sobre los 
Presupuestos Generales del Estado, que parece dirigir, coordinar e 
impulsar Pablo Iglesias, sigue un claro desafío al Estado, que el 
gobierno intenta controlar, ignorando que estamos ante un desafío contra
 la forma de Estado y contra su representante constitucional el Rey 
Felipe VI, que se ha limitado, por ahora, a defender el orden 
constitucional, tras la celebración de un Referéndum el 1 de Octubre del
 año pasado, declarado ilegal por el Tribunal Constitucional.
Desde ese discurso dirigido a unas autoridades catalanas que “de una 
manera clara y rotunda,”, decía el Rey, se habían “ situado totalmente 
al margen del derecho y de la democracia, y pretendían quebrar la unidad
 de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los 
españoles a decidir democráticamente su vida en común”, el objetivo del 
independentismo y de los independentistas, ha sido el Rey contra el que 
han iniciado una autentica cacería personal e institucional, simplemente
 porque les recordaba a los que habían violado la Ley y “ante una 
situación de extrema gravedad “ por la que atravesaba Cataluña que “era 
responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden 
constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la 
vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en 
la Constitución y en su Estatuto de Autonomía”.
Esa era la posición defendida por el Jefe del Estado que ha provocado
 toda una ofensiva y una cacería en toda regla utilizando todo tipo de 
intrigas, que se inicio con insultos y descalificaciones en las calles y
 que desemboco en su reprobación en el Parlamento catalán, con el 
decisivo apoyo, y sobre todo con el estimulo del partido aliado del 
Gobierno. 
Una reprobación que, probablemente, se extenderá a otros 
ayuntamientos catalanes y que el Gobierno ha recurrido este viernes ante
 el Tribunal Constitucional, a pesar del criterio del Consejo de Estado 
que sostiene que estamos ante una resolución que “no constituye objeto 
idóneo para su impugnación”, aun reconociendo que se trata de “una 
declaración política que manifiestamente degrada la forma política del 
Estado español y los principios democráticos que la Constitución 
consagra”, y “que comportan una total falta de respeto hacia la más alta
 Magistratura del Estado”.
Por fin este viernes el Gobierno ha reconocido que esas declaraciones
 contra el Jefe del Estado y a favor de la abolición de la Monarquia 
“supone un nuevo intento, como otros anteriores del Parlament, de 
iniciar un proceso unilateral para la proclamación de una hipotética 
república catalana”, de lo que se deduce que algo habrá que hacer sobre 
todo ante esa ofensiva que no solo es independentista, sino también de 
partidos aliados del Gobierno, como Podemos, cuyo secretario general 
Pablo Iglesias se ha convertido en principal animador de ese debate 
sobre el futuro de la Monarquía….Tal como está la situación, 
evidentemente es el mejor momento…
(*) Periodista y economista

 
 
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