Gobernar por decreto-ley es la forma más
 expeditiva de gobernar que hay, inmediatamente anterior a la dictadura,
 en donde ya se puede gobernar por rebuzno. El decreto-ley es el 
equivalente al ukase ruso, que siempre se usó como metáfora del 
despotismo asiático. Estos tienen poco de asiáticos y mucho de machos 
ibéricos, aunque también conocedores del terreno. Usar los 
decretos-leyes como forma normal de legislar es casi un fraude de ley, 
pero realista al mismo tiempo. Conseguirían lo mismo acudiendo al 
proceso legislativo ordinario pues su holgada mayoría absoluta garantiza
 el triunfo del gobierno siempre. Y siempre es siempre. ¿Para qué perder
 el tiempo en debates parlamentarios y votaciones y zarandajas? 
Para eso
 está la férrea disciplina de voto de unos diputados que estan 
calentando un sillón y echando de vez en cuando una cabezadita como 
podían estar en un despacho, regando lo geranios. Es tal la fidelidad de
 la tropa al mando que votarían hasta su propia destitución. No me 
invento nada. Suárez, en su día, consiguió que se hicieran el hara-kiri los procuradores de Franco, muy parecidos a estos de ahora que son menos procuradores pero más franquistas. El hara-kiri consistió
 en votar afirmativamente su propia desaparición. Estos harían lo mismo,
 pues su psiquismo es el de la obediencia a la jefatura, sobre todo si 
es la de Franco, con quien muchos de ellos tienen deuda.
Allá
 han ido también los presupuestos generales del Estado del año que 
viene. La cortesía parlamentaria manda que, mediando unas elecciones, el
 partido del gobierno aplace el presupuesto por si las gana la 
oposición, para no obligarla a gobernar con sus cuentas. Pero eso es en 
otras partes del mundo o de la galaxia y entre caballeros. Aquí estamos 
entre rufianes y rige el principio del pájaro en mano y el garrote, que 
no son fórmulas parlamentariamente técnicas, pero se entienden muy bien.
 Votadme, que ya tengo hecho el presupuesto. Es mentira, como todo lo 
que dicen. El presupuesto no cuadra. El ministerio de Defensa, por 
ejemplo, tiene un descubierto de 1.000 millones de euros que habrá que 
pagar con cargo a imprevistos y extraordinarios. O sea, una chapuza, 
como siempre. Unas cuentas que apenas ocultan intenciones protervas, 
como la de privatizar el sistema de pensiones. 
La
 oposición en bloque, muy irritada, pide la devolución del presupuesto, 
porque está hecho para ganar las elecciones de noviembre prometiendo lo 
que sea y dejando el resto del país desatendido. Pues como quien pide la
 luna. Al gobierno le da igual lo que le pidan. No piensa hacer el menor
 caso. La oposición, la opinión pública, le traen sin cuidado. El PSOE 
pide ahora la comparecencia de Wert y que el gobierno explique por qué 
nombró para la OCDE a este arrogante inútil tras su sonoro fracaso en el
 ministerio de Educación. Son ganas de pisar juanetes : lo ha nombrado 
para que vaya a París a darse el vidorro con su señora ambos pagados con
 dineros públicos, en un piso de ensueño pagado de igual modo y un regio
 cuerpo de casa que se nos pone en un pico. Como sabe todo el mundo. 
Pero como el gobierno no va a contarlo así y, no siendo esto, no hay 
nada que contar porque cualquier relación de Wert con la OCDE podría ser
 materia de un cuento de Lovecraft, ahora que se ha puesto de moda, no 
habrá comparecencia. 
Cuando
 las hay, es peor. La del santero Fernández para explicar su reunión con
 el presunto ratero Rato podían haberla puesto en un programa de humor. Y
 querían que dimitiera: un hombre que vive y reza en el ministerio. Pudo
 haber contado que se reunieron a tomar el té de las cinco porque, según
 es de dominio público, a las comparecencias parlamentarias los 
ministros y altos cargos van a mentir. Como el presidente del gobierno, 
el de los sobresueldos, que lo hace con soltura y maestría. Se ve que no
 ha hecho otra cosa en su vida. Por eso lo nombraron para el cargo.
La
 banda de presuntos ladrones que estuvo robando en Madrid y una docena 
de ciudades en otras partes de España durante el gobierno de Esperanza 
Aguirre estafaba a la población a la que decían representar hurtándole 
su derecho a la educación y así mismo con las residencias de ancianos. Y
 no quiero ni pensar lo millones que habrán afanado con los turbios 
asuntos de la sanidad madrileña. Hace falta tener el papo y la 
desvergüenza de esta dama para seguir saliendo a la calle, como si tal 
cosa, tras haber presidido un gobierno que no era sino una supuesta 
banda de chorizos.
El
 que hay ahora lleva camino similar. La señora Cifuentes rodeada de 
personajes pringados en la Gürtel, en la Púnica y quizá hasta en el 
escándalo de Panamá, ha pasado de blandir la porra y hostigar a los 
ciudadanos en el ejercicio de sus derechos, a ir haciendo larguezas por 
la calle, documentando inmigrantes en contra de la voluntad de su 
gobierno al que ya nadie en realidad hace caso. Como se ve, ni los de su
 propio partido. 
Es
 un fin de ciclo y mandato de esperpento hispánico. El gobierno más 
incompetente y corrupto de la democracia (por llamar de algún modo a un 
régimen en el que es la policía la que determina los límites de la 
libertad de expresión) quiere coronar un verdadero record de fracasos en
 todos sus cometidos que no hayan sido recortar, reducir, restringir, 
suprimir y, sobre todo, prohibir. 
El
 día 5 de septiembre, Rajoy, el hombre de los sobresueldos, se 
presentará en Barcelona pues anuncia que se implicará mucho en la 
campaña de las elecciones del 27. Es algo sorprendente y muy ilustrativo
 sobre los valores y principios democráticos de los que tanto alardean 
él y la asociación de presuntos malhechores a sus órdenes. Habiendo ya 
declarado que no habrá secesión de Cataluña, sea cual sea el resultado 
de las elecciones, exactamente, él ¿a qué va?  Tanto si los catalanes 
votan "sí"como si votan "no", el resultado será "no". La pregunta es 
pertinente: ¿a qué va?
A hacer independentistas y, de paso, el ridículo.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED 

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