Están muy asustados. En el Gobierno. La 
crisis del Mar Menor pilló el 12 de octubre a López Miras recitando 
ardor patriótico mientras los peces boqueaban, y ahora el que boquea es 
él. Tienen que construir un relato deprisa y corriendo, y no les encajan
 los episodios. No hay continuidad ni coherencia en el argumento.
La 
hemeroteca es demoledora. No han reparado siquiera en borrar la tuiteca.
 El registro de sesiones de la Asamblea Regional denuncia al PP como el 
peor de los nitratos. De momento, se les ve gesticular con respiración 
agitada. Parecen peces espasmódicos que intentan saltar a la arena. 
Políticamente anóxicos, hablan mucho, se contradicen más. Van de reunión
 en reunión, de convocatoria en convocatoria, intentan filtrar las 
opiniones de los científicos, de pronto se han vuelto dialogantes y 
colaborativos, están que no se les conoce. 
 El
 presidente ha llegado a escribir un tuit en el que, en traducción 
lógica, viene a decir que no hay mal que por bien no venga, que gracias a
 esta tragedia todos se van a poner las pilas. El servicio de 
propaganda, el interno y el externo, promueve la brasa de que no es hora
 de exigir responsabilidades sino de que todos juntos en unión bailemos 
el bimbón.
La felizmente fugaz consejera de Cultura Mirian Guardiola 
dejó el testimonio escrito de que la 'recuperación' del Mar Menor se 
debía, cómo no, a López Miras, pero éste, ante el giro de guion obrado 
por la realidad, no dudó un minuto en encargar la gestión al Gobierno 
central, admitiendo su impotencia, algo así como pidiendo a gritos un 
155 medioambiental, y eso que tiene depositadas todas las competencias 
del área. 
 A
 López Miras no le sale el relato porque es difícil establecer un marco 
con materiales averiados. Es posible, como aduce, que estuviera 
aprendiendo a tocar la flauta en los tiempos en que Valcárcel y su 
escudero Cerdá empezaron a hacer de las suyas en política 
medioambiental, pero los dos años de su ejercicio en la anterior 
legislatura y en el breve tramo que va de ésta ha dejado ya suficiente 
huella de su ecogrima en relación al Mar Menor.
Se ha opuesto, con su 
partido, a toda iniciativa parlamentaria relacionada con la protección 
de la laguna, ha dado largas a las leyes que se hacían necesarias, ha 
renunciado a que su Gobierno propusiera los textos, ha tratado de 
estigmatizar a la oposición (incluido C's en la fase anterior) como 
antimurciana por objetar la idealidad ecológica del Mar Menor, se ha 
resistido a la moratoria urbanística en la zona, y ha tildado 
despectivamente las críticas a su gestión en este capítulo, junto a 
otros dirigentes: «Esos que hablan mal del Mar Menor», como si hablar 
del mal fuera hablar mal. 
 López
 Miras se subió a una barca en uno de los momentos críticos de la laguna
 para, con su ojo científico, detectar que el mar azuleaba visto desde 
popa, y todo resuelto. No ha atendido jamás al criterio de los 
ecologistas, enemigos seguros del progreso y de la economía, y de su 
lado los científicos han huido como de la vara verde, menos los que le 
bailan el agua, que siempre los hay.
Lo peor es que la invitación 
pública para que Pablo Casado se dé un tranquilizador baño a lo Fraga en
 el Mar Menor ya no tiene tiene fecha fija. 
 Pero
 por si fuera poco, C's, socio de Gobierno, no hace más que estropear el 
relato antes incluso de que éste sea pasado a limpio. Isabel Franco 
pretende capitalizar las medidas urgentes, olvidando que en esta 
legislatura ha votado contra iniciativas del PSOE y no ha mostrado más 
prisas que el PP en tomar medidas trascendentes y complejas. C's quiere 
apropiarse del relato con el pretexto de que, al ser un partido nuevo, 
carece de responsabilidad histórica alguna respecto a la destrucción del
 Mar Menor.
Y, en efecto, su posición durante la anterior legislatura 
avala esa posición de defensa, pero es curioso que hayan desterrado a 
quien entonces fue portavoz y a cuya gestión ahora deben remitirse para 
expresar alguna coherencia.
La vicepresidenta lanzaba ayer un dardo 
envenenado contra López Miras al 'valorar como positivo' «el cambio de 
Fernando López Miras en las últimas veinticuatro horas en torno a la 
situación del Mar Menor».
Como quien sugiere que el presidente estaba en
 Babia y los peces muertos le han activado el chip. No creo que 
cualquier reproche de la oposición contenga tanta pólvora como esta bala
 disparada desde la misma mesa del Consejo de Gobierno. 
 Estamos
 en elecciones, por si a alguien se le ha olvidado. Y en el Gobierno, 
sector PP, están temblando ante este brutal imprevisto para el que, ya 
digo, carecen de relato, pues han sido pillados en el negacionismo y la 
feliz autosuficiencia.
C's, que convalece por otras causas y está 
expuesto a su deglución por el PP, ha encontrado una palanca. El mapa de
 la Región, que había pasado del rojo al azul en las previsiones de las 
encuestas no está ya tan claro de qué color habría que pintarlo.
Y esto 
cuando se hace necesario establecer alguna medida incómoda para los 
miles de votos del Campo de Cartagena ligados a la agricultura 
intensiva. Mal momento. 
 En 
veinticinco años se han cargado el Mar Menor, y esto porque la 
Naturaleza es más resistente que quienes la agreden. Es difícil morir. 
Pero hay que hacerse a la idea de que al PP le quedan todavía, gracias a
 C's, cuatro años menos tres meses para seguir practicando, con López 
Miras, la política medioambiental del primo de Rajoy.
Están asustados, 
sí, políticamente anóxicos, pero poco para lo que debieran según se 
merecen.
(*) Columnista
https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/10/16/anoxia-politica/1060328.html#cxrecs_s

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