La exalcaldesa de Cartagena Pilar 
Barreiro endosó la semana pasada al Ayuntamiento que presidió las 
facturas de su defensa en el caso Novo Carthago una vez que el Tribunal 
Supremo archivó la denuncia sobre su posible responsabilidad en los 
supuestos aspectos turbios de aquella operación urbanística. 
Barreiro se
 acoge a la jurisprudencia: si un político es acusado de corrupción, se 
ve obligado a defenderse con gastos a su cuenta personal y si finalmente
 es absuelto o el caso se archiva en lo que a él respecta, es la 
institución a la que representaba a la que toca pagar la minuta de su 
defensa y los gastos colaterales a la misma. 
 Objetivamente,
 parece lógico. ¿Por qué un político, denunciado por corrupción, tendría
 que hacerse cargo de los gastos de su defensa si finalmente es 
exculpado? Cuando esto ocurre no solo queda libre de sospecha el 
político en cuestión sino la institución a la que representaba. 
La 
calificación de inocencia no debiera ir acompañada de un coste económico
 que, en ocasiones, puede conllevar la ruina personal. El archivo de una
 causa produce un alivio moral y reconstruye la imagen dañada del 
imputado, pero a costa de miles de euros invertidos en abogados y 
trámites legales que recaen sobre su riñón.
 En
 el caso de Barreiro, la denuncia provenía del PSOE y del MC como 
acusación particular mientras la popular gobernaba, pero una vez que 
esos dos partidos accedieron al gobierno municipal se liberaron de los 
gastos propios y transformaron la fórmula en personación institucional 
del Ayuntamiento, de modo que la exalcaldesa debía defenderse con sus 
propios recursos frente a los que aportaba la caja pública. 
Finalmente, 
el Supremo archivó el caso, pero Barreiro se quedó colgada de una deuda 
con sus abogados, que litigaron en su favor contra los que pagaba el 
Ayuntamiento, liberado a su vez de responsabilidad, dado que la anterior
 regidora no lo había comprometido. 
 ¿Quién
 debe pagar los gastos? ¿La alcaldesa liberada frente a la acusación 
municipal de sus sucesores que comprometieron recursos públicos para su 
acusación y a los que personalmente no les ha costado un euro esa 
operación? Si así fuera, resultaría injusto. 
Tal vez lo que tocaría es 
solicitar a PSOE y MC que devolvieran al Ayuntamiento los recursos 
comprometidos en la acusación contra la exalcaldesa declarada inocente. 
Como esto es improbable que se pueda siquiera plantear, lo justo sería 
que el Ayuntamiento pagara la defensa de Barreiro, cuya constatada 
inocencia es también la de la institución. 
 Sabemos
 que el caso Novo Carthago no es trigo limpio, salvada la instancia 
municipal de Cartagena. Tontos no somos. El promotor de la 
macrourbanización era un invitado a bodas de la familia Valcárcel, en el
 centro del círculo del 'murcianismo de amiguetes'. 
La instrucción 
duerme el sueño de los injustos en algún apartado juzgado por el que 
transitan jueces provisionales, después de que tarifaran al delegado de 
Hacienda que llevó a cabo aquella esclarecedora investigación por orden 
del juez Abadía. Caso hay, Barreiro aparte, aunque cualquier día lo 
cerrarán si no lo han hecho ya y no nos hemos enterado.
 Como
 el Umbra. Miguel Ángel Cámara antecedió a Barreiro al presentar el taco
 de sus facturas al ayuntamiento de Murcia al minuto siguiente de verse 
liberado de esa investigación. Pero obtuvo la callada por respuesta. 
Silencio administrativo hasta el cumplimiento del plazo de respuesta, de
 modo que el exalcalde deberá reclamar al Ayuntamiento que presidió el 
coste de su defensa mediante denuncia al tribunal de lo contencioso. 
Si 
lo gana, la Administración Ballesta tal vez debería reponerle el coste 
añadido de la propia reclamación. Cámara está en su derecho. Tanto que 
si recupera la inversión en su defensa algún día podríamos verlo 
sacando, por fin, dinero de algún cajero.
(*) Columnista

 
 
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