Una decena de eurodiputados de diferentes países que
 este lunes han visitado los centros penitenciarios de Lledoners, Puig 
de les Basses y Mas d'Enric (el Catllar), donde están recluidos en 
prisión provisional los nueve presos políticos catalanes, han anunciado 
su voluntad de dirigirse al gobierno español para pedir que les 
reconozca el papel de observadores internacionales 
durante el juicio que tendrán en el Tribunal Supremo. 
Uno de los 
eurodiputados, el francés José Bové, expresó tras la visita colegiada 
junto a sus compañeros de la Eurocámara que la solicitud tiene que ver 
con que los políticos catalanes no tienen asegurado un juicio justo.
 No es la primera visita de eurodiputados a las cárceles donde están los
 presos políticos catalanes, ya que otra delegación giró visita a las 
prisiones el pasado mes de septiembre.
Una vez se han presentado los escritos de la Fiscalía General del 
Estado y de la Abogacía del Estado, se está a la espera de que el 
tribunal anuncie las fechas del juicio, que todo el mundo coincide que 
será a principios de año. El Estado lo ha preparado todo para una condena dura
 ―ejemplar, dicen ellos―, dejando claramente a un lado la posición que 
sobre el referéndum del 1 de octubre han juzgado en países como 
Alemania, Bélgica, Escocia o Suiza. No hay miedo, por lo que parece, a 
la vergüenza europea ni a que la justicia española pierda crédito 
internacionalmente.
La manera como se ha presentado el escrito de la fiscalía, donde se 
relatan unos hechos de una manera que poco tiene que ver con la realidad
 de aquellas semanas, hace muy necesaria la presencia de observadores 
internacionales, que no cambiarán la decisión del tribunal pero que 
harán de altavoces de la insólita situación a la que se enfrentan los 
presos políticos catalanes en una España institucionalmente en 
descomposición. 
Un Estado donde el presidente de los jueces se arroga un
 papel que no le corresponde y agradece en una carta enviada pocas horas
 antes de su fallecimiento al titular del juzgado número 13 que 
"cambiase el rumbo de la historia de nuestro país". 
Que el juicio no será justo, a la vista de cómo ha ido la instrucción
 y las penas de prisión que se piden, es algo que hoy puede darse por 
descontado. Que la opinión pública internacional pueda seguirlo no solo a
 través de los medios de comunicación sino de actores políticos de sus 
respectivos países, una necesidad democrática. 
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia

 
 
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