A cinco días de las elecciones
prácticamente está todo dicho, a reserva, naturalmente, de que algún
imprevisto todavía provoque más juego sucio, algún otro golpe bajo, más
insultos, difamaciones y agresiones. Muy en especial, los dos
protagonistas del enfrentamiento, el PSOE y Podemos, que llevan días
enzarzados, destrozándose mutuamente, mientras deslizan embustes e
hipocresías acerca de que su auténtico enemigo es el PP. Desde luego, a
veces, reafirman su interés en vencerlo, pero como de pasada porque en
seguida vuelven a sus ataques mutuos.
Es
la vieja cantinela de la izquierda española. Viene de antiguo y, aunque
todos maldicen este enfrentamiento, nadie hace nada por evitarlo o
ponerle término. El odio que se profesan respectivamente es muy superior
a la necesidad de acabar con un gobierno de la derecha antipopular,
corrupto, franquista y clerical. Y así le va al país. Y, a todo esto,
mientras la derecha mira la bronca encantada y haciendo risas, muy
segura de que la izquierda española jamás llegará a una unidad de acción
porque su antagonismo es incorregible, mortal.
Acabamos
de pasar seis meses inenarrables de bronca, ataques, desplantes,
agravios, infundios, etc., todo ello regado con encuestas y sondeos
hechos sur la tête du client, según el medio en que se
publicaban. Prácticamente todos vaticinan el "sorpasso" de Unidos
Podemos al PSOE -el viejo sueño comunista-, dejan al PP en primera
posición, elevan a los morados a la segunda y dejan al PSOE en tercer
lugar. Es bastante posible, ¿por qué no? Y coincide con el aluvión de
artículos, análisis, columnas, vídeos, películas y demás vehículos de
propaganda del PP y de Podemos que, en esto, tienen un interés
convergente: el más votado, el PP; después, Podemos y, de ese modo se
espera que, asustado, el PSOE facilite un gobierno de la derecha si no
acepta la generosa oferta del Sobresueldos de formar una gran coalición
cuyo cometido principal es salvarlo de un futuro penal cada vez más
claro.
Los
de Podemos dan crédito a estos sondeos y los airean en las redes,
literalmente infestadas de trolls, como si se los creyeran. Por
supuesto, no hay sondeos ni encuestas que los contradigan porque, como
se sabe, el PSOE no tiene una batería de medios de comunicación a su
exclusivo servicio, como tienen el PP y Podemos. Así, su destino es el
de ser atacado por todos, sin más posibilidades de defenderse de las que
pueda tener el bueno de Sánchez en los mítines. Y esto mientras los de
Podemos gritan a los cuatro vientos desde sus canales de televisión y
sus periódicos digitales que son el partido más atacado por los demás.
Algo obviamente falso: los trolls de Podemos no paran de atacar al PSOE
en todos los medios y frentes. Tómese el ejemplo de la repugnante
campaña contra Sánchez por racista, secundada con absoluto desparpajo
por xenófobos como Albiol. En su última entrevista a Ana Pastor (uno de
los grandes escaparates mediáticos de Podemos), Iglesias aseguró que
ningún dirigente ni cuadro de Podemos había secundado esa infamia.
Falso: las redes reververaban de ataques de trolls de Podemos a Sánchez.
Palinuro
es socialdemócrata de izquierda (y republicano) desde mucho antes de
que Pablo Iglesias encontrara conveniente atribuirse esta condición con
la misma originalidad con que hace todo lo demás. Por ello, no profesa
simpatía alguna por Sánchez ni por ese PSOE partidillo dinástico,
semiclerical y lacayuno en que Rubalcaba y su discípulo han dejado
reducido el viejo partido de Pablo Iglesias, el de verdad. Pero que no
sienta simpatía por él no quiere decir que no le reconozca sus méritos
pasados y su condición residual de partido de izquierda, así como
reconoce en Podemos un rescoldo del fracasado intento de constituirse en
una nueva izquierda libre de las ataduras dogmáticas del comunismo de
catón y tentetieso del camarada Anguita. Y mucho menos que pase por alto
un hecho, ya mencionado, que nadie con un mínimo sentido de la nobleza
puede ignorar: esta campaña ha sido la de todos contra el PSOE, incluso
por parte de algunos socialistas más abruptos que la media, que no ha
podido defenderse por falta de recursos mediáticos, monopolizados por
los otros partidos, especialmente Podemos.
Pues
bien, llegados aquí, con esta batería de encuestas a la vista, el
pálpito de Palinuro respecto al 26J es distinto. Todas estas encuestas y
el ruido mediático que las acompaña de los "intelectuales orgánicos" de
la derecha y la izquierda registran los movimientos superficiales de la
opinión: estos suben dos décimas, aquellos bajan cuatro, Podemos se
acerca al PP, etc. Sin embargo, a la opinión, como a las aguas de los
océanos y hasta el clima de la tierra, los mueven la corrientes
submarinas profundas, las que no se ven, pero cuyos efectos pueden
sentirse de forma abrumadora cuando menos se piense. Según esta imagen,
el pálpito de Palinuro es que, así como en un un par de días, en el
Reino Unido, ganarán los contrarios al "Brexit", el 26 de junio no
habrá sorpasso de Podemos al PSOE, que este se mantendrá, ya veremos a
qué distancia y que tanto PP como Ciudadanos bajarán alejando
definitivamente la posibilidad de un gobierno de la derecha y abriendo
la de un gobierno de la izquierda.
En
mi opinión, los ataques bajunos al PSOE (desde la cal viva al racismo
de Sánchez) han conseguido lo contrario de lo que buscaban: movilizar al
electorado socialista, herir en el orgullo a la militancia y provocar
una reacción contraria que se verá en la votación. De igual modo, la
omnipresencia de los ideólogos, dirigentes y simples comparsas de
Podemos en todos los medios audiovisuales hasta el hartazgo, la vaciedad
de su discurso, su petulancia, arrogancia y cursilería, han provocado y
provocan cada vez más reacciones de rechazo de un pueblo ya muy
escarmentado a quien vienen a salvar unos perdonavidas cuya única tarea
parece ser sonreír.
No
obstante, y ello es para felicitarse sobremanera, parece
incontrovertible que las dos fuerzas de la izquierda rozarán la mayoría
absoluta. En qué respectiva proporción es ahora ya irrelevante. Lo
esencial es empujar a ambas para acercarse al objetivo de esa mayoría
absoluta. Se trata de no estropearlo, de dejar los odios cainitas, las
envidias, los rencores y los narcisismos heridos. Unidos Podemos ha
tenido el acierto de ocultar el fantoche de Anguita (tras los errores de
los primeros momentos de dejar que largara sus simplezas en público),
igual que los socialistas se han olvidado de Felipe González y solo han
tirado de Zapatero, para no ofrecer mucho flanco desguarnecido a los
posibles ataques a la corrupción y la decadencia moral del que antaño
simbolizara el cambio en España.
Así
se debe seguir. En el resto de la campaña es preciso explicar a la
gente el desastre pasado, presente y futuro de una derecha franquista de
afición y ladrona de convicción. Hay que ir juntos a todas partes y
afirmar que habrá un gobierno de izquierda que este país necesita si
quiere sobrevivir con dignidad.
Y
los electores de izquierda debemos ir a votar, igual que la derecha irá
a votar por los suyos. La izquierda no puede, no debe abstenerse. En
España debe votar por una de las dos opciones de la izquierda. En
Cataluña, Palinuro tiene un pálpito distinto, claro es, y encuentra
mucho más recomendable votar por CDC o ERC, especialmente ERC por su
carácter inequívocamente republicano con el que simpatiza.
Esta
dualidad España/Cataluña plantea un problema decisivo con el que se
cerrará este post, tras insistir en la necesidad de que la izquierda
española no se quede en casa. Si los de Unidos Podemos quieren el
sorpasso al PSOE (y están en su derecho, como siempre hemos dicho aquí),
que voten a su organización. Si los socialistas quieren evitar ese
sorpasso (con no menor derecho que el de los otros) deben acudir en masa
a votar a su partido.
La izquierda puede ganar. Esta ocasión de mandar a la derecha a cuidar su calendario procesal no debe pasar de largo.
Solo
hay un problema: el compromiso de Unidos Podemos con el referéndum de
Cataluña y la oposición cerrada del PSOE a que se celebre, con amenaza
incluida de que, si se insiste en aquel, no habrá gobierno de izquierda
en España. Es realmente patético porque esta feroz intransigencia prueba
que, en definitiva, el verdadero obstáculo al gobierno de progreso en
España es el PSOE. Por supuesto, si se alcanza la mayoría absoluta uno
de los dos socios tendrá que ceder y, según parece, lo más probable es
que sea Unidos Podemos, para quien el referéndum no fue nunca una "línea
roja". Las consecuencias de esto son difíciles de calibrar y tampoco
relevantes de momento porque esta poibilidad de mayoría absoluta es
dudosa.
Pero,
¿y si se alcanza una mayoría relativa que podría convertirse en
absoluta con los votos de los independentistas catalanes? ¿También aquí
pondría el PSOE la línea roja en el referéndum? Si así fuera no se ve
cómo los socialistas convencerían a sus compatriotas de que el principal
obstáculo a un gobierno de izquierda es, precisamente, su partido.
La
verdadera razón que subyace en el PSOE para su cerrada negativa a un
referéndum catalán de autodeterminación es el temor a perder votos en
España. Se trata, sin embargo, de una apresión infundada. Podemos lleva
meses propugnando ese referéndum (otra cosa es en qué condiciones
reales) y eso no le hace perder votos sino, al contrario: los gana.
No.
El problema no son los votos. El problema es una cuestión de principios
que el PSOE comparte con el PP y Ciudadanos: su idea de la nación
española eterna, inmutable y, por lo que se ve, monárquica y clerical.
Llegados a ese punto en que el nacionalismo español de derechas, centro e
izquierda se manifiesta, o pone en pie un gobierno de gran coalición o
vamos a unas terceras elecciones, quizá con un interregno tecnocrático,
para dar tiempo a cambiar los gallos del gallinero.
Entre
tanto, los catalanes podrían aprovechar para constituir su República
Catalana. Pero de eso hablaremos en el post de mañana.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED