Es difícil desligar a Pepe Oneto, sobre todo para quienes le 
conocíamos desde finales de los años 60, de su inolvidable y singular 
sentido del humor, de su enfoque a mitad andaluz, medio gallego, cargado
 de ironía y de amable sarcasmo, siempre dispuesto a extraer algo de 
positivo de cuanto acontecía a su alrededor. Acaba de morir y seguro que
 descansará en paz por lo mucho y bueno que ha hecho para nuestra 
profesión.
Trabajó más como artesano y peón que como dirigente, aunque ello no 
quiere decir que sean pocos los que aprendieron, y mucho, de su buen 
hacer, motivo por el que puede considerarse como un maestro de este 
oficio, por delante de muchos otros que han aportado bastante menos a 
pesar de que han figurado en posiciones de cabecera.
Si algo destacó en la personalidad irrepetible de Pepe Oneto como 
periodista fue su inquebrantable obsesión por estar siempre en primera 
fila para ver de cerca lo que sucedía y para contarlo con rigor 
implacable a sus clientes, fueran lectores del diario Madrid (en donde 
su nombre empezó a incomodar a muchos, en pleno franquismo, a interesar a
 los más y a informar a la inmensa mayoría que se estaba ya abriendo 
paso en las trincheras por donde circulaba en aquellos años agónicos del
 franquismo, cuando había que decir muchas cosas a medias para que se 
entendieran al completo), más adelante en el semanario Cambio 16, en 
inseparable equipo con Juan Tomás de Salas, promotor y editor de aquella
 revista inolvidable, y luego en otros muchos medios, como colaborador, 
como responsable de espacios radiofónicos o televisivos, como inspirador
 de aventuras menos conocidas por el gran público,… 
Para llegar a 
término en este medio digital, República, desde donde a diario daba 
testimonio de su agudeza y una capacidad de análisis que se había 
alimentado a lo largo de una dilatada carrera de 60 años de ejercicio 
activo del periodismo.
A su manera, Pepe Oneto ha sido maestro de muchos de nosotros, 
incluso a pesar de la pertenencia a la misma generación. En su dilatada 
trayectoria por tantas redacciones, muchos profesionales del gremio 
tenemos motivos para agradecer a quien nos ha dejado algo de su 
personalidad, de su buen hacer profesional, de su capacidad para 
descubrir las cosas verdaderas, que no siempre son fáciles de encontrar 
en el ejercicio de este oficio, en un país que ha vivido en estos 60 
años más experiencias que la mayor parte de nuestros vecinos europeos, 
desde una dictadura hasta una democracia nacida desde cero que ha sido 
necesario inventar y en algún momento defender casi con las armas en la 
mano porque muy poderosos eran quienes pretendían abortar el rumbo. 
Oneto ha estado siempre en esa trinchera desde una posición privilegiada
 pero también exigente y en ocasiones hasta peligrosa. Como periodista 
que ha tenido el honor de convivir con Pepe Oneto en algunas aventuras 
profesionales y siempre con la ventaja que aporta la cercanía, mi mayor 
agradecimiento a su trabajo, una herencia de la que muchos hemos 
disfrutado y otros más van a capitalizar.
(*) Periodista y economista

 
 
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