Como le gusta decir a Pablo Iglesias, entre besos y abrazos, en esto 
de la política hace falta mucho amor. El quiere tanto a Errejón que casi
 lo estrangula de tanto apretarlo contra su pecho, como se cargó a 
Pascual en un santiamén. Ahora Iglesias se ha enamorado de Alberto 
Garzón, o mejor dicho de su dote de 923.000 votos y ya son novios 
oficialmente, sobre todo una vez que Garzón ganó su consulta a las bases
 para pactar con Podemos.
Bueno, ese tipo de consultas más o menos controladas como las de la 
CUP, PSOE y Podemos donde la pregunta va teledirigida en favor de la 
esperada respuesta y viene a ser algo así: ¿de qué color es el caballo 
blanco de Santiago? Y ya se sabe que la participación de las bases en 
estos eventos no es muy numerosa y que tampoco hay mucho control de los 
resultados. Pero Garzón ha aprobado el examen de las bases de IU con un 
notable alto del 85% y eso es lo que cuenta.
Y ahora muchos abrazos y besitos de Iglesias y Garzón y juntos -pero 
no revueltos, dicen en IU- camino de hacer la coalición y las listas 
para las elecciones del 26-J que están a la vuelta de la esquina y en la
 que los de Podemos esperan darle un susto de muerte (política) a 
Sánchez. El que por otra parte está a punto de divorciarse de Albert 
Rivera porque aquel ‘pacto histórico de segunda transición’ resultó, 
como dijo Rajoy -al que Iglesias califica de socarrón mientras a Sánchez
 le llama guapo- un remedo del pacto de ‘Los toros de Guisando’, que en 
este caso debió llamarse de ‘Los novillos de Guisando’.
O sea, tenemos una pareja que se rompe, la de Pedro y Albert, y otra 
que anuncia su noviazgo electoral entre Iglesias y Garzón. El que si les
 sale bien en los comicios del 26-J puede que más adelante acabe en una 
boda de tronío, que oficiará en la Mezquita de Córdoba el Califa Julio 
Anguita que en este noviazgo desempeñó el papel de Celestina. Y muy 
contento que estará el político cordobés con el resultado de su astuta 
mediación.
El que está más solo que la una es don Mariano Rajoy a quien le da 
mucha pereza eso de los debates electorales porque sabe que todos van a 
por él, a convertirlo en el pim pam pum, o en el payaso de las 
bofetadas, por lo que puede que don Mariano no se preste a ponerse a 
tiro de todos los demás. ‘Soltero ¡y a mucha honra!’, dirá Rajoy desde 
su triste soledad, porque en esto del baile de los pactos nadie quiere 
sacarlo a marcarse un vals. Eso sí, todos quieren correrlo a palos en la
 televisión pero cuidado con el gallego porque no se va a dejar. Y menos
 mientras Iglesias y Garzón preparan su viaje de novios y Pedro y Albert
 se están devolviendo, entre lágrimas de cocodrilo, sus bonitas cartas 
de amor.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés

 
 
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