Es inútil luchar contra Vox. Es un 
partido que crece solo. Da igual si se le intenta atajar por la derecha 
con la apelación al voto útil al PP, o por la izquierda con la denuncia 
de que significa una regresión al periodo predemocrático. 
 Al
 conglomerado de votantes que ya están en fila para avalar a Abascal les
 da igual lo que se les proponga con la intención de rescatarlos. La 
inquietud de la izquierda ante su avance los fortalece, les certifica 
que van por el buen camino para la consecución de sus objetivos; las 
apelaciones de la derecha para que no contribuyan a debilitar el bloque 
que pueda parar un nuevo 'Gobierno Frankestein' les estimula para ser 
agentes decisivos de ese cortafuegos. 
 Que
 el PP se defina más de derechas no servirá para mucho; que la izquierda
 exhiba la bandera de España no la redimirá a estas alturas del aluvión 
Vox, una bola de nieve que se acrecienta sin freno en su evolución. Vox 
tiene, como todos los partidos, un tope, un techo, pero nada impedirá 
que lo reduzca tratando de fagocitar su ideología con alternativas 
matizadas. 
Vox colapsará o atenuará su impulso cuando tenga que 
enfrentarse a soluciones complejas, pero en la fase de su irrupción es 
imparable. Un alto dirigente del PP me decía la pasada semana: «Nada se 
puede hacer contra Vox. Toda crítica tiende a reforzarlo». Van contra 
todo y contra todos, de modo que lo que no los inmuniza les fortalece.
 Pero
 el fichaje de Lourdes Méndez para que encabece el cartel electoral al 
Congreso por Murcia nos advierte de que Vox no es un partido tan friki 
como muchos suponen. Con esta decisión han demostrado que están en 
política. En teoría, dado que el impulso pertenece a la marca, y daría 
igual a quien pusieran en el cartel (como en su momento ocurrió con Cs, e
 incluso con Podemos, en los tiempos en que ambos crecían por sí solos) 
el buen resultado electoral estaría garantizado aunque nadie conociera, 
fuera de su comunidad de vecinos, al cabeza de lista. Pero vemos que Vox
 no se conforma con esto. 
 Ha 
fichado en Murcia a una señora que ha sido consejera de Trabajo del PP y
 diputada nacional de ese partido durante más de una década, todo esto 
después de haber ejercido como concejala de Urbanismo en San Javier. Es 
decir, PP pata negra, aunque al final de su etapa en el Congreso 
rompiera la disciplina de voto en 'asuntos de conciencia' relativos a la
 ley del aborto en que antepuso su vinculación al Opus Dei a las 
consignas de su partido. 
 La 
clave es que Lourdes Méndez ha militado muchos años en el PP sin apenas 
contradicción. No es ideológicamente diferente a otras muchas mujeres 
que permanecen en esa formación y que incluso son candidatas. Es de la 
casa; es de derechas, con convicciones muy claras, y está en el mundo. 
Tiene experiencia política, de gestión y parlamentaria, no es una 
outsider. 
Es una persona valiente y decidida, capaz. Y aportará a Vox lo
 que le falta: esencia política. Si el PP tenía un problema con Vox, 
ahora lo sufre aumentado con el plus que Lourdes Méndez añade a éste. Y 
encima es la única mujer que encabeza una candidatura al Congreso por 
Murcia. No van de broma.
(*) Columnista

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