Los devastadores efectos del discurso del rey Felipe VI el
 pasado 3 de octubre lejos de reducirse con el paso del tiempo se 
agrandan y están situando las relaciones entre las instituciones 
catalanas y la monarquia española en una fase enormemente crítica. 
En 
las próximas dos semanas la pareja real visitará Catalunya por dos 
acontecimientos bien diferentes: la inauguración de los Juegos del Mediterráneo y la entrega de los premios Princesa de Girona. 
En ambos casos, la polémica está centrando la visita y el president de la Generalitat, Quim Torra, ha emplazado públicamente al monarca a pedir perdón por sus desafortunadas palabras después del referéndum del 1 de octubre
 y también por la nula empatía que demostró, en aquella 
intervención, hacia el millar de personas que necesitaron atención 
médica después de la contundente y desproporcionada actuación policial.
En estos momentos, la visita más enrevesada que tiene el Rey es la de
 la entrega de los premios Princesa de Girona. El ayuntamiento de la 
ciudad, después de declararlo hace unos meses persona non grata, le ha 
negado el recinto ferial donde se ha venido celebrando anualmente el 
acto. La razón oficial son las obras que se realizan pero, es obvio, que
 es una mera excusa del consistorio. 
Muy similar, para que se entienda, a
 cuando Florentino Pérez no cede el Santiago Bernabeu para una final de 
Copa del Rey si uno de los equipos que la disputan es el Fútbol Club 
Barcelona. Felipe de Borbón, en una situación insólita, se ha visto 
obligado a renunciar a celebrar el acto en la ciudad de Girona y ha 
optado por desplazarlo a Vilablareix, un municipio 
situado a una decena de kilómetros y donde los hermanos Roca tienen 
el recinto privado que acogerá la ceremonia. 
No acaban aquí los 
problemas ya que Vilablareix declaró persona non grata a su padre, Juan 
Carlos, y a toda la familia real española, y el alcalde de la población,
 al tener conocimiento de la visita, ha recordado a Felipe VI que el 
pueblo no acepta de ninguna manera su presencia.
Nunca antes había sucedido nada así pero es muy probable que esta 
situación no varíe en mucho tiempo si el monarca no rectifica y sus 
visitas a Catalunya se acaban convirtiendo en un problema. En este caso,
 además, a diferencia del gobierno del PP el pasado mes de octubre, 
muchos de los dirigentes socialistas ya expresaron en su día su 
decepción y preocupación por las palabras de Felipe VI sobre Catalunya.
El conflicto no acaba aquí ya que previamente se celebrará la 
inauguración de los Juegos del Mediterráneo en Tarragona el viernes 
próximo. Todo el mundo guarda con un inusitado secretismo qué hará aquel
 día. Tanto la Casa Real como la presidencia de la Generalitat. 
En el 
primer caso, se da por segura la presencia del Rey, aunque oficialmente 
no se ha confirmado. En la Generalitat no hay, dicen, una decisión 
tomada sobre qué hará el president Quim Torra. "No 
irá", dicen algunos de sus próximos, para los cuales "es necesaria antes
 una disculpa pública del Rey". 
No están tan seguros otros miembros del 
Govern que ven difícil que, al final, no se cambie de posición. Un 
auténtico pulso en un momento en que todo se mira con lupa.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia

 
 
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