Cuando el 
jueves se rechacen las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos 
Generales del Estado, como está previsto que suceda, Mariano Rajoy 
habrá dado un gran paso para garantizarse la gobernabilidad de 
España un año más pero no logra evitar la sangría de votos, lo que 
provoca cada día mayor nerviosismo entre las filas populares y 
entre los muchos diputados que prevén no repetir escaño. 
Esto
 explicaría muchas de las tensiones internas en el Partido Popular y 
entre los miembros del Gobierno. Va mucho más allá que las tensiones 
entre los partidarios de Soraya y los partidarios de Cospedal. Aunque 
estas tensiones no se puedan soslayar.
En cuanto a los Presupuestos, el Ejecutivo solo necesita para seguir 
adelante con su proyecto que este cuente con más votos a favor que en 
contra y que ninguna de las enmiendas a la totalidad consiga mayoría en 
la Cámara. Pero este paso no logrará evitar la sangría de votos.
El apoyo implícito del PNV al Gobierno, al no presentar una enmienda a
 la totalidad, hace pensar que a su vez no apoyará ninguna de las seis 
enmiendas presentadas por los grupos de la oposición. Hay que agradecer 
al PNV su decisión. Llega en un momento de extrema incertidumbre 
política. Menos mal. La devolución al Gobierno de su proyecto 
acrecentaría la gravedad de la cuestión catalana.
A la dificultad de la situación, se ha venido a añadir las 
diferencias internas en el Gobierno sobre cómo afrontar la situación, 
diferencias que se han agudizado por la aparente diferente 
interpretación entre el responsable de Hacienda, Cristóbal Montoro, y el
 magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, sobre si ha habido o no
 malversación de fondos públicos en la organización y celebración del 
referendo del 1 de octubre.
El Partido Popular y el Ejecutivo están divididos sobre la 
oportunidad de las declaraciones de Montoro al diario ‘El Mundo’, que 
venían a ratificar lo que ya había dicho en el Congreso. Aseguraba que 
no le constaba registralmente que haya existido esa presunta 
malversación que el juez Llarena argumenta, en base a los informes de 
las Fuerzas de Seguridad del Estado, para pedir la extradición de los 
líderes catalanes huidos al extranjero.
Entre miembros del Gobierno, diputados populares y responsables del 
partido, se puede oír la interpretación de que estas declaraciones de 
Montoro, inspiradas por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, 
buscan rebajar la gran tensión existente y tratarían de abrir de nuevo 
una vía al diálogo para volver a reiniciar el intento de que la cuestión
 catalana se reconduzca a los cauces que nunca debió abandonar. Es 
decir, abrir cualquier mejora de las relaciones dentro de los cauces que
 permite la Constitución, nunca fuera de los mismos.
En este momento de tensión en el Partido Popular, en el que todos 
estos asuntos han interrumpido el proyecto de renovación interna, con la
 futura sustitución de su líder actual, Mariano Rajoy, el primer 
objetivo es rebajar las diferencias de interpretación con el Tribunal 
Supremo. Leídas textualmente las palabras que reproduce la entrevista 
del titular de Hacienda al diario ‘El Mundo’, no cuesta entenderlas. Es 
más, parece que hubiera interés en que Montoro hubiera dicho más de lo 
que ha dicho.
Entre los que quieren rebajar la tensión están las declaraciones 
últimas del portavoz popular en el Congreso de los Diputados, Rafael 
Hernando, que ha defendido este domingo al ministro de Hacienda, pero 
sin mencionar ni corregir al juez Llarena.
Así, en su defensa de la actuación del Gobierno, Hernando dice que 
las afirmaciones de Montoro sobre que no se había gastado dinero público
 en el 1 de octubre se han ‘cogido por las hojas’, recordando que fue el
 propio Montoro ‘el primero que denunció a los independentistas por 
malversación de fondos públicos’.
Tiene razón Hernando. Las palabras textuales de Montoro no pueden ser
 más medidas. “Yo no sé con qué dinero se pagaron esas urnas de los 
chinos del 1 de octubre, ni la manutención de Puigdemont. Pero sé que no
 con dinero público”, aseguraba. Y además añadió que “hay una 
investigación judicial en marcha. Pero la malversación no requiere solo 
desvío de fondos: es también abrir un recinto público para un acto 
político ilegal, por ejemplo».
Leído lo dicho por Montoro, no cabe duda que se puede concluir que el
 enemigo está dentro. No es lo mejor que le puede pasar en este momento 
ni al Gobierno, ni a España. Pero merece la pena antes de emitir juicios
 sobre lo dicho, leer lo que han declarado.
Nos evitaríamos muchos mal entendidos en un momento en que sobre todo hace falta claridad.
(*) Periodista

 
 
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