La dimisión del expresidente del Gobierno, y refundador del Partido 
Popular, José María Aznar como presidente de honor del PP, ha sido 
acogida con la mayor normalidad por la actual dirección del partido y 
por el entorno de Mariano Rajoy. “Era algo que esperábamos después del 
progresivo distanciamiento con el Presidente del Gobierno, de las 
críticas a su política y a su forma de gobernar y tras la ruptura de la 
Fundación FAES con el partido, una fundación al servicio exclusivo de 
Aznar, con el que ya, nosotros, los actuales responsables del PP, no 
teníamos ningún tipo de contacto”. Si esa es la opinión de un miembro de
 la dirección, la del militante puede ser más matizada, sobre todo, la 
del militante más a la derecha que echa de menos, tanto en el partido, 
como en el Gobierno, mayor decisión, más coherencia, y también más 
fidelidad a los principios.
Por otra parte, entre la gran mayoría de la militancia, según fuentes 
que conocen bien al partido, el sentimiento predominante es de alivio, 
ya que no se podía mantener esa tensión continúa por parte de quien 
despreciaba a su sucesor, le sacaba de sus casillas, y con el que no 
tenía ningún tipo de empatía. Dentro de las reacciones son muy pocos los
 que creen que el expresidente esté en condiciones de formar un nuevo 
partido, como piensan algunos de sus leales, aprovechando el giro a la 
derecha que se está produciendo en Europa y, la incorporación de Alberto
 Ruiz Gallardón a las filas aznaristas, un político que siempre ha 
tenido la tentación de montar algo. De cualquier modo, Aznar sabe que la
 vuelta siempre es complicada, como ha podido comprobar Nicolás Sarkozy,
 uno de los iconos del expresidente, y más odiado que querido en su 
país, según se ha podido comprobar en las primarias que ha celebrado la 
derecha francesa en la que ha salido triunfador Fillon, muy en la línea 
de Mariano Rajoy.
El “caso Sarkozy” puede ser la referencia política de lo que puede ser 
el futuro “caso Aznar”. Por eso, es el propio Aznar el que contempla ese
 futuro político con escepticismo, por lo que lo más probable es que se 
refugie en sus negocios, al que acaba de dar un importante impulso con 
contratos con fondos buitres, que están comprando stocks de viviendas 
que los Bancos no tienen más remedio que ir liquidando para mejorar sus 
balances. Simultáneamente utilizará FAES para sus contactos 
internacionales, para sus relaciones con América Latina, y para el nuevo
 proyecto que ha puesto en marcha a través del Instituto Atlántico de 
Gobierno, IADG. Se trata de un centro de enseñanza universitaria 
superior que nace con la vocación de fomentar el estudio y el 
aprendizaje de conocimientos especializados sobre las políticas públicas
 y el funcionamiento de las instituciones, mediante una oferta académica
 de excelencia y que realizará máster a precios millonarios.
De otro lado, para Aznar, asistir al Congreso de Febrero, sin que 
todavía le hubiesen anunciado cuál iba a ser su papel como Presidente de
 honor, era una nueva muestra de la falta de entendimiento con Rajoy y 
su equipo, y después de sus últimas críticas a la nueva política 
iniciada en Cataluña por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, 
que según Aznar, acaba de hacer suyo el discurso de sus adversarios 
políticos, solo le quedaba el discurso de la ruptura y tal como está el 
Gobierno no era el momento. Así que la salida era la dimisión como 
Presidente de honor, que en su momento se lo había insinuado 
personalmente a Rajoy.
Dicen que frente a la alegría oculta de Rajoy, Aznar se va dolorido 
por el trato que le ha dado su sucesor, por la ausencia de comunicación 
entre los dos, por la falta de iniciativa del inquilino de la Moncloa y 
por ese “dejar hacer, dejar pasar” con el que suele actúa su sucesor. 
Dispuesto a no admitir que se equivocó en su nombramiento, como en 
ocasiones ha insinuado a sus colaboradores más íntimos de FAES, no deja 
de sorprender el desconocimiento del personaje, después de ocho años de 
colaboración con él, en los Ministerios de Administraciones Públicas, 
Educación y Cultura, Interior, ministro de la Presidencia y 
vicepresidente del Gobierno.
Y además responsable de su campaña electoral. No se entiende que 
Aznar haya descubierto que, en su momento, hace… años se equivocó en su 
nombramiento, cuando es el único que queda de los históricos del 
partido. El resto, incluidos sus competidores por la sucesión, como 
Mayor Oreja y Rodrigo Rato, dicen que están enterrados en uno de los 
muchos parterres de los soleados jardines del Palacio de la Moncloa. 
Ahora, a pesar de las dificultades internas, en Europa, tras la dimisión
 de Renzi, la salida de Cameron, la retirada de Hollande y los problemas
 con los que se enfrenta Merkel para las elecciones del próximo 
Septiembre… el único que queda, es él.
Aznar tiene la mala suerte de salir siempre dolorido de todos sus 
cargos. Esta vez no ha sido nada comparado con el 2004, cuando casi tuvo
 que salir por la puerta de atrás de la Moncloa, intentando demostrar al
 país y a la propia ONU, que fue ETA la autora de la masacre del 11M y 
que la guerra de Irak, en la que él tuvo una gran responsabilidad, 
porque se puso al primer tiempo de saludo con Bush, ni siquiera existió.
(*) Periodista y economista

 
 
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