MADRID.- La
 pesca es un termómetro infalible para medir el impacto del cambio 
climático en el planeta: los peces son sensibles al calentamiento del 
agua, que les hace desplazarse a otras latitudes con lo que eso supone 
para la gobernanza de los mares, la sostenibilidad de la biomasa y la 
supervivencia del sector pesquero.
Se
 trata de una realidad analizada en la Cumbre Mundial del Clima (COP25) 
en la que tienen voz desde armadores a pescadores, además de expertos, 
oceanógrafos y organizaciones ambientalistas.
El
 último informe de la FAO (del año 2018) indica que los océanos han 
absorbido el 93 % del calor adicional generado en la tierra desde la 
revolución industrial y que el nivel del mar, debido al proceso de 
deshielo glacial, ha subido unos 20 centímetros en el último siglo.
Estas cifras, según dicho estudio, pueden provocar que las capturas de pescado desciendan hasta un 12 % para 2050.
Son
 por tanto los pescadores los primeros interesados en afrontar la crisis
 climática, en una compleja situación en la que deben reducir sus 
propias emisiones mediante prácticas más sostenibles y pedir activamente
 al resto de sectores económicos, se desarrollen o no en el mar, que 
hagan lo mismo, porque terminan afectando al frágil ecosistema marino 
del que dependen para su subsistencia.
El
 presidente de los armadores europeos (Europêche) y españoles (Cepesca),
 Javier Garat, hace una foto fija de la situación: la actividad pesquera
 es la que menos huella de carbono tiene de todas las producciones de 
proteína animal y proviene fundamentalmente de los motores de la 
embarcaciones (emiten más de 150 millones de toneladas/año y representan
 el 0,5 % sobre el total global).
Ante
 este hecho, están apostando por nuevos motores menos contaminantes y 
por estrategias, como el Dispositivo de Concentración de Peces (FAD, en 
inglés), con el que los buques tienen que hacer menos desplazamientos en
 busca de capturas.
Garat
 defiende que los armadores están "concienciados" desde hace "muchos 
años" sobre la necesidad de cuidar el mar y prueba de ello son los 
programas sobre recogida de basuras marinas y reciclado de redes de 
pesca.
Otro
 ejemplo de compromiso, recuerda, es la apuesta para que las poblaciones
 pesqueras alcancen el nivel de Rendimiento Máximo Sostenible (RMS) que 
evita la sobreexplotación de cada especie y así se asegura su biomasa.
El
 RMS ya se ha alcanzando en numerosas pesquerías y, según los armadores 
europeos, es la "mejor manera de defenderse y aportar contra el cambio 
climático".
El
 calentamiento global, prueba de la crisis climática, se constata ya en 
los océanos con especies emigrando hacia aguas más frías (latitudes 
nórdicas), lo que puede provocar problemas de gestión de pesquerías 
entre países e incluso tener que rediseñar políticas en el futuro como 
la propia Política Pesquera Común (PPC).
La
 pesca de bajura, enrolada en las cofradías de pescadores, también se 
vuelca y aporta soluciones y según el presidente de la española Federación 
Nacional de Cofradías, Basilio Otero, recuerda que ya hay acciones como 
la recogida y reciclaje de residuos o incluso la transformación en 
prendas de vestir gracias a Ecoalf.
Con
 la Fundación Biodiversidad acaban de comenzar el programa "Vigiamar": 
una aplicación móvil que geolocaliza los residuos en el mar para 
elaborar un mapa de basura marina en España.
El
 apoyo de las administraciones es esencial y desde el Ministerio español
 de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) recuerdan a  que la 
Ley 3/2001 de Pesca Marítima del Estado es un ejemplo de ello o que la 
propia PPC que en su última reforma pidió alcanzar el Rendimiento Máximo
 Sostenible en 2020 y la plena aplicación de la obligación de 
desembarques desde 2019.
El
 Departamento aboga por dos grandes líneas que vertebran su apoyo a la 
lucha contra el cambio climático desde la pesca: aumentar la resiliencia
 de los ecosistemas marinos y el empoderamiento de las comunidades 
costeras.
Dentro
 de esas acciones, defiende modelos globales de gobernanza en los 
océanos, tolerancia "cero" ante la pesca ilegal, no declarada y no 
reglamentada, luchar contra la contaminación marina y valorizar e 
innovar las tareas tradicionales pesqueras.
Numerosos
 frentes fundamentales para asegurar el futuro sostenible de la pesca, 
en los que el sector también necesita de la concienciación de todos los 
agentes emisores de contaminantes cuyas acciones tienen una repercusión 
en el ecosistema marino.
 
 
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